Castro: "Este pa¨ªs puede autodestruirse"
El director de 'Le Monde Diplomatique' publica en un libro sus cien horas largas de conversaci¨®n con el presidente de Cuba
Fidel Castro no ha escrito sus memorias, pero las cien horas que el periodista ha conversado con ¨¦l son una suerte de "biograf¨ªa a dos voces".
Pregunta. ?C¨®mo se encuentra de salud?
Respuesta. Bueno, me encuentro bien. Por lo general, s¨ª me siento bien, sobre todo me siento con energ¨ªa, me siento con entusiasmo por las cosas. Me siento muy bien f¨ªsica y mentalmente. En esto seguramente ha contribuido el h¨¢bito del ejercicio; yo creo que el ejercicio f¨ªsico no s¨®lo ayuda a los m¨²sculos, ayuda tambi¨¦n a la mente. (...)
P. El 23 de junio de 2001 sufri¨® usted un desmayo durante un discurso p¨²blico, y el 20 de octubre de 2004 tuvo usted una ca¨ªda, tambi¨¦n en p¨²blico, que le caus¨® la fractura de una rodilla. ?C¨®mo se ha repuesto usted de esos dos percances f¨ªsicos?
"Al principio, con todos esos planes de atentado, yo ten¨ªa un papel decisivo, que no tengo hoy"
"Dice la CIA que descubri¨® que yo ten¨ªa Parkinson. No importa si me da Parkinson. Juan Pablo II ten¨ªa"
"Ahora comprendo que mi destino no era venir al mundo para descansar al final de mi vida"
"Los yanquis no pueden destruir la revoluci¨®n. (...) Nosotros s¨ª, si no corregimos nuestros errores"
R. Mire, como siempre, se ha especulado mucho con eso. Es cierto que, aquel 23 de junio de 2001, en un barrio de La Habana, en El Cotorro, bajo un calor intenso y durante un discurso que dur¨® m¨¢s de tres horas, transmitido en directo por televisi¨®n, conoc¨ª una ligera p¨¦rdida de conciencia. Algo muy venial. Fue un desvanecimiento ligero de apenas unos minutos, debido al calor y al sol excesivos. Unas horas despu¨¦s, los que all¨¢, en Miami, ya lo estaban celebrando, se llevaron la sorpresa de verme reaparecer en un programa televisivo donde pude darle al pueblo, directamente, la versi¨®n aut¨¦ntica de lo sucedido. (...)
P. ?Y su ca¨ªda en Santa Clara?
R. Sobre lo del 20 de octubre de 2004 ya he tenido ocasi¨®n de contarlo en una carta enviada el d¨ªa siguiente al pueblo. Al finalizar un discurso en Santa Clara, fui afectado por una ca¨ªda accidental. Algunas agencias y otros medios divulgaron varias versiones sobre las causas del accidente. Como protagonista, le puedo explicar con toda precisi¨®n lo ocurrido.
Yo hab¨ªa concluido mi discurso alrededor de las diez de la noche. Varios compa?eros subieron a la tribuna para saludarme. Estuvimos all¨ª varios minutos y bajamos a reunirnos de nuevo por una misma peque?a escalerita de madera que usamos para acceder a la tribuna. Yo iba a sentarme en la misma silla que me hab¨ªan asignado antes de que llegara mi turno en la tribuna, y caminaba sobre el pavimento de granito a la vez que, de vez en cuando, saludaba a los invitados al acto.
Cuando llegu¨¦ al ¨¢rea de concreto, a unos quince o veinte metros de la primera hilera de sillas, no me percat¨¦ de que hab¨ªa una acera relativamente alta entre el pavimento y la multitud. Mi pie izquierdo pis¨® en el vac¨ªo, por la diferencia de altura. El impulso y la ley de gravedad, descubierta hace tiempo por Newton, hicieron que, al dar el paso en falso, me precipitara hacia adelante hasta caer, en fracci¨®n de segundos, sobre el pavimento. Por puro instinto, mis brazos se adelantaron para amortiguar el golpe; de lo contrario, mi rostro y mi cabeza habr¨ªan chocado contra el piso. (...)
Alrededor de las once de la noche, tendido sobre una camilla, me trasladaron en ambulancia hacia la capital. Algunos analg¨¦sicos, en cierto modo, aliviaron mis dolores. (...)
La operaci¨®n dur¨® tres horas quince minutos. Los ortop¨¦dicos se dedicaron a reunir y ubicar cada uno de los fragmentos en los sitios que les correspond¨ªan a cada uno de ellos y, como tejedores, proceder a unirlos, cosi¨¦ndolos con fino hilo de acero inoxidable. Un trabajo de orfebrer¨ªa.
Solicit¨¦ a los m¨¦dicos que no me aplicaran ning¨²n sedante, y utilizaron anestesia por v¨ªa raqu¨ªdea, que adormece la parte inferior del cuerpo y mantiene intacto el resto del organismo. Dadas las circunstancias, era necesario evitar la anestesia general para estar en condiciones de atender asuntos importantes. (...)
P. Yo quisiera, a este respecto, abordar el tema del porvenir. ?Ha pensado usted en alg¨²n momento en retirarse?
R. Mire, sabemos que el tiempo pasa y que las energ¨ªas humanas se agotan. Pero le voy a decir lo que les dije a los compa?eros de la Asamblea Nacional el 6 de marzo de 2003, cuando me reeligieron presidente del Consejo de Estado. Les dije: "Ahora comprendo que mi destino no era venir al mundo para descansar al final de mi vida". Y les promet¨ª estar con ellos, si as¨ª lo deseaban, todo el tiempo que fuera necesario mientras tuviera conciencia de poder ser ¨²til. Ni un minuto menos, ni un segundo m¨¢s. (...)
P. La CIA ha anunciado, en noviembre de 2005, que usted padece la enfermedad de Parkinson. ?Qu¨¦ comentario le inspira esa "informaci¨®n"?
R. Ellos est¨¢n esperando un fen¨®meno natural y absolutamente l¨®gico, que es el fallecimiento de alguien. En este caso, me han hecho el considerable honor de pensar en m¨ª. Ser¨¢ una confesi¨®n de lo que no han podido hacer durante mucho tiempo: asesinarme. Si yo fuera un vanidoso, podr¨ªa estar incluso orgulloso de que esos tipejos digan que tienen que esperar a que yo muera. Todos los d¨ªas inventan algo, que si Castro tiene esto, que si tiene lo otro, si tal o m¨¢s cual enfermedad. Lo ¨²ltimo que inventaron es que tengo Parkinson. Dice la CIA que descubri¨® que yo ten¨ªa Parkinson. Bueno, no importa si me da Parkinson. El papa Juan Pablo II ten¨ªa Parkinson y estuvo un mont¨®n de a?os recorriendo el mundo. (...)
P. Usted va casi siempre armado, y como consecuencia de esa ca¨ªda perder¨ªa, me imagino, el uso de su brazo derecho y la posibilidad de usar su arma. ?Le preocup¨® eso?
R. (...) Dispongo de una Browning de 15 tiros. He disparado mucho en mi vida. Siempre he tenido buena punter¨ªa, fue una suerte, y la he conservado. En cualquier circunstancia, no temo al enemigo. Lo primero que quise ver fue si mi brazo ten¨ªa fuerza para manejar esa arma que yo siempre us¨¦. ?sa est¨¢ al lado de uno. Mov¨ª el peine, la cargu¨¦, le puse el seguro, se lo quit¨¦, le saqu¨¦ el peine, le saqu¨¦ la bala, y dije: "Tranquilo". Eso fue al d¨ªa siguiente. Me sent¨ªa con fuerza para disparar.
P. Usted, en varios de sus discursos y de sus entrevistas, ha evocado la cuesti¨®n de su eventual sucesi¨®n, de lo que ocurrir¨¢ en Cuba el d¨ªa que usted no dirija este pa¨ªs. ?C¨®mo ve usted el porvenir de Cuba sin Fidel Castro?
R. Bien, voy a tratar de ser breve sobre eso. Ya le cont¨¦ los planes de eliminaci¨®n f¨ªsica. Al principio, mi papel era m¨¢s decisivo porque hab¨ªa que librar una batalla de ideas muy importante, hab¨ªa que persuadir mucho. Le dije que hab¨ªa prejuicios y que las leyes revolucionarias los fueron transformando. Hab¨ªa prejuicios raciales, prejuicios antisocialistas, todo el veneno sembrado durante mucho tiempo.
P. ?Quiere decir que desde hace mucho tiempo ha pensado en una eventualidad de que pudiesen asesinarlo y ha tenido que pensar en lo que podr¨ªa pasar?
R. Ya casi me est¨¢ preguntando por la sucesi¨®n.
P. S¨ª, s¨ª, por la sucesi¨®n.
R. Bueno, mire, al principio, con todos esos planes de atentados, yo ten¨ªa un papel decisivo, papel decisivo que no tengo hoy. Hoy tengo, tal vez, m¨¢s autoridad y m¨¢s confianza de la poblaci¨®n que nunca.
Nosotros, ya se lo dije, estudiamos todos los estados de la opini¨®n p¨²blica. Seguimos con un microscopio los estados de opini¨®n. Y le podemos decir los estados de opini¨®n en la capital, por ejemplo, y en el resto del pa¨ªs, y le puedo presentar todas las opiniones. Aunque sean adversas. La inmensa mayor¨ªa nos son favorables.
El nivel de autoridad, despu¨¦s de cuarenta y seis a?os de lucha y experiencia, es m¨¢s alto de lo que era. Es muy alta la autoridad de aquellos que luchamos y que hicimos la guerra, condujimos al derrocamiento de la tiran¨ªa y a la independencia de este pa¨ªs. (...)
P. Si usted, por cualquier circunstancia, desapareciera, ?Ra¨²l
ser¨ªa su sustituto indiscutible?
R. Si a m¨ª me pasa algo ma?ana, con toda seguridad que se re¨²ne la Asamblea Nacional y lo eligen a ¨¦l, no le quepa la menor duda. Se re¨²ne el bur¨® pol¨ªtico y lo eligen.
Pero ya ¨¦l me va alcanzando en a?os, van llegando, ya es problema m¨¢s bien generacional. Ha sido una suerte que los que hicieron la revoluci¨®n hayan tenido tres generaciones. Tambi¨¦n los que nos precedieron, los antiguos militantes y dirigentes del Partido Socialista Popular, que era el partido marxista-leninista, y con nosotros vino una nueva generaci¨®n. Ya despu¨¦s, la que viene detr¨¢s de nosotros, e inmediatamente despu¨¦s, las de la campa?a de alfabetizaci¨®n, la lucha contra bandidos, la lucha contra el bloqueo, la lucha contra el terrorismo, la lucha en Gir¨®n, los que vivieron la crisis de octubre, las misiones internacionalistas... Mucha gente con muchos m¨¦ritos. (...)
P. Es decir, usted piensa que su verdadero sustituto, m¨¢s all¨¢ de una persona, m¨¢s all¨¢ de Ra¨²l, ser¨ªa m¨¢s bien una generaci¨®n, la generaci¨®n actual...
R. S¨ª, ya son unas generaciones las que van a sustituir a otras. Tengo confianza, y lo he dicho siempre, pero estamos conscientes de que son muchos los riesgos que pueden amenazar un proceso revolucionario. Est¨¢n los errores de car¨¢cter subjetivo... Existieron errores, y tenemos la responsabilidad de no haber descubierto determinadas tendencias y errores. Hoy, simplemente, se han superado algunas y se est¨¢n combatiendo otras.
Ya le dije lo que pasar¨ªa ma?ana; pero ya son nuevas generaciones, porque ya la nuestra va pasando. Ya el m¨¢s joven, digamos, le he mencionado el caso de Ra¨²l, es apenas cuatro a?os y tantos m¨¢s joven que yo.
Esta primera generaci¨®n todav¨ªa coopera con las nuevas que acatan la autoridad de los pocos que vamos quedando... Est¨¢ la segunda; ahora, la tercera y la cuarta... Yo tengo una idea clara de lo que va a ser la cuarta generaci¨®n, porque t¨² ves a los muchachos de sexto grado haciendo su discurso. ?Qu¨¦ talento hemos descubierto!
Hemos descubierto miles de talentos, esos ni?os impresionan, impactan. No se sabe cu¨¢nto genio y cu¨¢nto talento hay en el pueblo. Yo albergo la teor¨ªa de que el genio es com¨²n, si no para una cosa es para otra, es para la computadora o es para la m¨²sica, es para la mec¨¢nica; el genio es com¨²n y unos lo tienen para una cosa y otros para otra. Ahora, desarrolla y educa a una sociedad completa -eso es lo que estamos haciendo- y veremos entonces lo que da. ?sos son los ocho millones que despu¨¦s del primer a?o de "periodo especial" suscribieron: "Soy socialista".
Yo tengo mucha esperanza, porque veo con claridad que estos que yo llamo de la cuarta generaci¨®n van a tener tres, cuatro veces m¨¢s conocimientos que nosotros los de la primera y, m¨¢s o menos, m¨¢s de tres veces los conocimientos de la segunda. Y la cuarta debe saber, con todo lo que se est¨¢ haciendo ahora, por lo menos, dos veces y media lo de la tercera. (...)
P. ?Usted est¨¢ diciendo que esta revoluci¨®n no est¨¢ agotada?
R. No hemos terminado ni mucho menos. Vivimos en la mejor ¨¦poca de nuestra historia y la de m¨¢s esperanza de todo, y usted lo ve en todas partes.
Es cierto, es correcto, yo estar¨ªa dispuesto a aceptar la cr¨ªtica de que cometimos algunos errores de idealismo, quiz¨¢ quisimos ir demasiado r¨¢pido, quiz¨¢ subestimamos fuerzas, el peso de los h¨¢bitos y eso. Pero ning¨²n pa¨ªs se ha enfrentado a ning¨²n adversario tan poderoso, tan rico, a su maquinaria de publicidad, a su bloqueo, a una desintegraci¨®n del punto de apoyo. Desapareci¨® la URSS y nos quedamos solos, y no vacilamos. S¨ª, nos acompa?¨® la mayor parte del pueblo, no le digo que todo, porque algunos se desalientan, pero nosotros hemos sido testigos de las cosas que ha hecho este pa¨ªs, c¨®mo resisti¨®, c¨®mo avanza, c¨®mo se reduce el desempleo, c¨®mo crece la conciencia. (...)
P. ?Usted cree que el relevo se puede pasar sin problema ya?
R. De inmediato no habr¨ªa ning¨²n tipo de problema; y despu¨¦s tampoco. Porque la revoluci¨®n no se basa en ideas caudillistas, ni en culto a la personalidad. No se concibe en el socialismo un caudillo, no se concibe tampoco un caudillo en una sociedad moderna, donde la gente haga las cosas ¨²nicamente porque tiene confianza ciega en el jefe o porque el jefe se lo pide. La revoluci¨®n se basa en principios. Y las ideas que nosotros defendemos son, hace ya tiempo, las ideas de todo el pueblo.
P. Veo que no est¨¢ usted preocupado por el porvenir de la Revoluci¨®n Cubana; sin embargo, ha sido usted testigo en estos ¨²ltimos a?os del derrumbe de la Uni¨®n Sovi¨¦tica, del derrumbe de Yugoslavia, del derrumbe de la revoluci¨®n albanesa, Corea del Norte en esa situaci¨®n tan triste, Camboya, que se hundi¨® tambi¨¦n en el horror, o la propia China, donde la revoluci¨®n ha tomado un cariz muy diferente. ?No le angustia a usted todo eso?
R. Pienso que la experiencia del primer Estado socialista, la URSS, Estado que debi¨® arreglarse y nunca destruirse, ha sido muy amarga. No crea que no hemos pensado muchas veces en ese fen¨®meno incre¨ªble mediante el cual una de las m¨¢s poderosas potencias del mundo, que hab¨ªa logrado equiparar su fuerza con la otra superpotencia, un pa¨ªs que aplast¨® al fascismo, se derrumbara como se derrumb¨®. Hubo quienes creyeron que con m¨¦todos capitalistas iban a construir el socialismo. Es uno de los grandes errores hist¨®ricos. No quiero hablar de eso, no quiero teorizar; pero tengo infinidad de ejemplos de que no se dio pie con bola en muchas cosas que hicieron quienes se supon¨ªan te¨®ricos, que se hab¨ªan empanfletado hasta el tu¨¦tano de los huesos en los libros de Marx, Engels, Lenin y todos los dem¨¢s. (...)
En cuanto a China, es otra cosa, una gran potencia que emerge y una gran potencia que no destruy¨® la historia, una gran potencia que mantuvo determinados principios fundamentales, que busc¨® la unidad, que no fragment¨® sus fuerzas. (...)
P. Pero la pregunta que algunos se hacen es: ?el proceso revolucionario, socialista, en Cuba, puede tambi¨¦n derrumbarse?
R. ?Es que las revoluciones est¨¢n llamadas a derrumbarse, o es que los hombres pueden hacer que las revoluciones se derrumben? ?Pueden o no impedir los hombres, puede o no impedir la sociedad que las revoluciones se derrumben? Yo me he hecho a menudo estas preguntas. Y mire lo que le digo: los yanquis no pueden destruir este proceso revolucionario, porque tenemos todo un pueblo que ha aprendido a manejar las armas; todo un pueblo que, a pesar de nuestros errores, posee tal nivel de cultura, conocimiento y conciencia que jam¨¢s permitir¨ªa que este pa¨ªs vuelva a ser una colonia de ellos.
Pero este pa¨ªs puede autodestruirse por s¨ª mismo. Esta revoluci¨®n puede destruirse. Nosotros s¨ª, nosotros podemos destruirla, y ser¨ªa culpa nuestra. Si no somos capaces de corregir nuestros errores. Si no conseguimos poner fin a muchos vicios: mucho robo, muchos desv¨ªos y muchas fuentes de suministro de dinero de los nuevos ricos.
Por eso estamos actuando, estamos marchando hacia un cambio total de nuestra sociedad. Hay que volver a cambiar, porque tuvimos tiempos muy dif¨ªciles, se crearon desigualdades, injusticias. Y lo vamos a cambiar sin cometer el m¨¢s m¨ªnimo abuso.
Habr¨¢ una participaci¨®n cada vez mayor y seremos el pueblo que tendr¨¢ una cultura general integral. Mart¨ª dijo: "Ser cultos es el ¨²nico modo de ser libres", y sin cultura no hay libertad posible, Ramonet.
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