Bernard Lacoste, empresario textil
Impuso la moda del 'polo del cocodrilo' que se usaba en el tenis
Bernard Lacoste no jugaba profesionalmente al tenis, pero ha vestido a miles de tenistas profesionales. Sus camisetas con un cocodrilo bordado en el pecho fueron durante muchos a?os, mientras los tenistas profesionales eran oficialmente amateurs, la prenda oficial de esos deportistas. Los chicos bien, de derechas, pulcros, arreglados pero informales, adoptaron el polo Lacoste con entusiasmo, sobre todo desde que Bernard empez¨® a derivarlo en una gama de colores muy vivos y lo sac¨® de la limitaci¨®n de las canchas ten¨ªsticas para imponerlo como uniforme en la Costa Azul, la Concha de San Sebasti¨¢n, S'Agar¨® o Cap Ferret.
El pasado martes 21 de marzo, Bernard Lacoste falleci¨® a los 74 a?os. Llevaba tiempo gravemente enfermo y desde hac¨ªa seis meses hab¨ªa pasado las riendas del grupo a su hermano Michel. Los dos eran hijos de Ren¨¦, gran campe¨®n del equipo de tenis franc¨¦s que, durante los a?os treinta, domin¨® la Copa Davis. Entonces, a Lacoste y sus compa?eros les llamaban los mosqueteros. Su fama deportiva le sirvi¨® para crear una l¨ªnea de ropa ten¨ªstica. En la ¨¦poca eso no era f¨¢cil porque el blanco era obligatorio; las mangas, tambi¨¦n, y el cuello, otro tanto. En realidad, la ¨²nica manera de distinguirse era con el logo, con el cocodrilo. Lacoste compet¨ªa con los muy cl¨¢sicos y convencionales laureles de Fred Perry o con el felino de Slazenger, estilizado pero previsible.
Cuando Bernard hered¨® la empresa, ¨¦sta era una sociedad que vend¨ªa apenas 300.000 prendas al a?o. En 2005, el cocodrilo tatu¨® m¨¢s de 50 millones de prendas y objetos que fueron vendidos en 110 pa¨ªses. Y dejamos de lado el n¨²mero incalculable de cocodrilos falsos, es decir, de polos, pantalones, colonias, lapiceros, relojes o calcetines fabricados en China o en talleres clandestinos de otros pa¨ªses que han invadido el mercado, homenaje no deseado pero cierto al prestigio de una marca.
La evoluci¨®n de la marca del cocodrilo no deja de ser pareja a la del propio tenis que, de ser un deporte ultraminoritario, reservado a las ¨¦lites ricas, blancas y mayoritariamente anglosajonas -Ren¨¦ Lacoste y los mosqueteros eran una excepci¨®n, como despu¨¦s, muchos a?os despu¨¦s, lo ser¨ªa Manolo Santana-, se ha convertido en un espect¨¢culo mundial.
El blanco ha dejado de ser el uniforme obligatorio -s¨®lo Wimbledon lo conserva como tal- y los jugadores ganan hoy aut¨¦nticas fortunas, a veces sobre todo por la publicidad. El cocodrilo en s¨ª aparece hoy algo superado; o demasiado cl¨¢sico y elegante o demasiado vulgar y visto. La muerte ha impedido a Bernard Lacoste dirigir la reconversi¨®n de su grupo.-
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.