La Espa?a eterna
Todav¨ªa puede verse, en las salas del club Informaci¨®n, la exposici¨®n titulada La transici¨®n a la democracia en Alicante (1974-1982). Estuve visit¨¢ndola estos d¨ªas pasados, y me pareci¨®, tal como hab¨ªa imaginado, una muestra de gran inter¨¦s. A trav¨¦s de los paneles explicativos y de las numerosas fotograf¨ªas y objetos de la ¨¦poca que se exhiben, el visitante puede evocar unos a?os muy intensos en la vida del pa¨ªs, los que van desde la muerte del almirante Carrero Blanco al triunfo socialista de 1982. En ese breve lapso de tiempo, Espa?a pas¨® de la dictadura a la democracia.
A las personas que, por su edad, no alcanzaron a ver ese momento les resultar¨¢ dif¨ªcil hacerse una idea del cambio que experiment¨® la naci¨®n durante el periodo. Desde luego, jam¨¢s podr¨¢n imaginar el apasionamiento con que los espa?oles vivimos aquellos momentos, muy lejos de los actuales, donde domina el desencanto de la pol¨ªtica. Es la paradoja de la democracia que tiende a menguar su valor al convertirse en algo cotidiano. Por eso merece la pena visitar esta exposici¨®n que nos recuerda que -m¨¢s all¨¢ de las cr¨ªticas que ha merecido la transici¨®n- la libertad no fue un regalo para los espa?oles.
Al contemplar las im¨¢genes expuestas, llama la atenci¨®n el cambio tan profundo vivido por el pa¨ªs. Esto ha llevado a pensar que la Espa?a actual es una sociedad diferente por completo a la de treinta a?os atr¨¢s. No estoy convencido de que esto sea exactamente as¨ª. Es m¨¢s, creo que por debajo de los cambios sociales que se han registrado ciertas ideas permanecen inamovibles y a¨²n se manifiestan hoy sobre nuestra convivencia.
No hace mucho, le¨ªa yo un art¨ªculo del mexicano Alfonso Reyes, escrito en 1917. Se conmemoraba en ese a?o el centenario de la muerte del cardenal Cisneros y Reyes comentaba el eco que la efem¨¦ride hab¨ªa tenido en nuestro pa¨ªs. Para ver cu¨¢l hab¨ªa sido la reacci¨®n de los espa?oles ante ella, el escritor escoge dos art¨ªculos aparecidos en la prensa del momento -"dos manifestaciones extremas"- y reproduce un fragmento de cada uno de ellos.
El primero de los art¨ªculos lleva la firma del periodista Jos¨¦ Mar¨ªa Salaverr¨ªa, y lo hab¨ªa publicado el diario ABC el 12 de noviembre. Dice as¨ª: "Ahora bien, supongamos que, por fortuna, apareciera Cisneros... ?No encontrar¨ªa hoy nobles rebeldes, forajidos y relapsos? S¨ª. Ahora tambi¨¦n se amparar¨ªa en sus ca?ones, como en su tiempo; ahora tambi¨¦n fundar¨ªa la Santa Hermandad y expulsar¨ªa a los r¨¦probos. Porque los catalanistas y los vizcaitarras de hoy, ?no es cierto que representan a los nobles soberbios, levantiscos, exigentes y an¨¢rquicos de otrora? Los revolucionarios y los motinescos de hoy, ?no est¨¢n pidiendo, como los forajidos medioevales, la Santa Hermandad?".
El segundo art¨ªculo, escrito por el mallorqu¨ªn Gabriel Alomar, apareci¨®, siete d¨ªas m¨¢s tarde, en El Imparcial. "A Cisneros", escribe Alomar, "se debi¨® la privaci¨®n de uno de los elementos m¨¢s valiosos que hubiesen podido integrar nuestra psicolog¨ªa nacional: el gran yacimiento de la cultura musulmana... Cisneros es uno de los m¨¢s en¨¦rgicos fautores de esa unidad b¨¢rbaramente impuesta al esp¨ªritu nacional... Cisneros arranc¨® al alma espa?ola el sedimento oriental, que hubiese podido producir entre nosotros una metr¨®poli idealmente compleja, llena de insospechadas fecundidades".
Si dejamos de lado ciertos trazos deudores del estilo period¨ªstico de la ¨¦poca, ?no podr¨ªan haber sido escritos hoy mismo estos art¨ªculos? ?No est¨¢ aqu¨ª reflejada, casi cien a?os despu¨¦s, la misma idea de Espa?a que hoy se discute?
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