Berlusconi recurre al insulto para ganar terreno en el tramo final de la campa?a
El primer ministro italiano llama "gilipollas" a los votantes del centro-izquierda
Silvio Berlusconi esper¨® hasta el ¨²ltimo minuto del debate televisivo del lunes para sacar de la chistera un conejo gigantesco, del que no hab¨ªa ni rastro en su programa electoral: la abolici¨®n del impuesto sobre la vivienda. Ayer hizo que la campa?a enloqueciera un poco m¨¢s al calificar de "coglioni", t¨¦rmino traducible como "gilipollas", a los votantes del centro-izquierda. Il Cavaliere parec¨ªa estar contra las cuerdas, luchando de forma casi desesperada y abri¨¦ndose paso a golpes de populismo y demagogia hacia una victoria cada vez m¨¢s dif¨ªcil. El insulto suscit¨® la indignaci¨®n del centro-izquierda.
Il Cavaliere, ante un auditorio de comerciantes berlusconianos, pronunci¨® la frase del d¨ªa: "Tengo demasiada estima por la inteligencia de los italianos como para pensar que haya por ah¨ª tantos gilipollas que puedan votar contra sus propios intereses", dijo, en referencia a los votantes del centro-izquierda. Y agreg¨®: "Perdonen mi lenguaje, tosco pero eficaz". ?Cu¨¢l era el objetivo de ese exabrupto? A estas alturas, nada de lo que dice Berlusconi es espont¨¢neo. Posiblemente aspiraba a monopolizar de nuevo todos los titulares, relegando al "cura de pueblo", como llama a Prodi cuando no le llama "tonto ¨²til", a las p¨¢ginas interiores.
Los mensajes de Berlusconi se dirigen, a pocos d¨ªas de las elecciones, hacia quienes son o fueron simpatizantes de Forza Italia. Aspira a movilizar a los suyos (afligidos por la tentaci¨®n abstencionista) y a que su partido obtenga un buen resultado, lo cual podr¨ªa servirle para obtener una victoria contra pron¨®stico o, cosa m¨¢s probable, para mantenerse en caso de derrota como indiscutible jefe de la oposici¨®n. Alterna la zanahoria para su electorado (la abolici¨®n del impuesto sobre el inmueble de residencia), el palo a la oposici¨®n ("esa gente da miedo", "quien vota a la izquierda elige ser pobre") y el grito extempor¨¢neo para que nadie olvide que sigue ah¨ª.
Lo de coglioni indign¨® al centro-izquierda. "Esta palabra demuestra hasta qu¨¦ punto de vulgaridad, agresividad y sordidez ha llegado el comportamiento del presidente del Gobierno", dijo Piero Fassino, secretario general de los Dem¨®cratas de Izquierda.
El eje del debate, insultos al margen, sigui¨® siendo la promesa de suprimir el ICI, el impuesto sobre la vivienda en la que se reside. Cuando Berlusconi hizo el anuncio, con una sonrisa como un teclado y con la t¨¦cnica verbal de un consumado vendedor a domicilio ("s¨ª, han o¨ªdo ustedes bien"), millones de italianos quedaron entre pasmados e incr¨¦dulos. Frente a la demagogia de Berlusconi, la coalici¨®n prodiana se encarg¨® de subrayar su propia seriedad con una frase que explica el escaso entusiasmo de los electores de izquierda: "La propuesta de abolir el ICI sobre la primera casa", proclam¨® Fassino, "ha sido efectuada sin una discusi¨®n previa con los sujetos titulares y sin abrir un debate sobre los objetivos en contratendencia respecto al reforzamiento de la capacidad de autogobierno de las comunidades locales".
El coste de suprimir el ICI, esencial para financiar los ayuntamientos, es de unos 2.300 millones de euros anuales. "Una tonter¨ªa, una suma f¨¢cilmente compensable por otras v¨ªas, como la venta de inmuebles del Estado", coment¨® Il Cavaliere. Hasta cierto punto, ten¨ªa raz¨®n. La promesa de Prodi de reducir en cinco puntos los impuestos sobre el trabajo costar¨ªa mucho m¨¢s. Il Professore asegur¨® en el debate que bastar¨ªa recuperar una parte de la elefanti¨¢sica evasi¨®n fiscal, estimada en 200.000 millones al a?o, para cuadrar las cuentas.
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