Por el barrio con Manolo Escobar
Hemos llegado al badalon¨¦s barrio de La Salut en el Mercedes de Manolo Escobar. Conduce su sobrino Gabriel y el cantante va a su lado; quiere apagar el autorradio, pero no hay manera. Le da vueltas a un bot¨®n que parece que gira, aunque la radio sigue oy¨¦ndose igual. Entonces le ayuda Gabriel y tampoco hay forma de apagar o de bajarle el volumen al aparato. Desde el asiento de atr¨¢s Ana Marx, la mujer del artista, les dice que lo que tienen que hacer es girar el bot¨®n que ambos est¨¢n queriendo manipular. A Ana Marx, el fot¨®grafo Jordi Barreras y este cronista la hemos desplazado hasta un extremo del asiento, y as¨ª nos apretamos los tres como se aprieta una familia cuando se va de excursi¨®n un domingo y, ya digo, hemos llegado a La Salut en el Mercedes de Manolo Escobar de una manera que, contra lo presumible, ha resultado ser modesta.
Manolo Escobar tiene 74 a?os y lleva esta tarde un jersey de color zanahoria, y canta desde antiguo que es hombre de campo; pero al verle pasear por este barrio se descubre que m¨¢s bien es un hombre que ha tenido que dejar el campo y ganarse la vida bien lejos de su tierra. El barrio de La Salut es un lugar de emigrantes que en la d¨¦cada de 1960 se llam¨® popularmente el barrio de las pu?al¨¢s. En el barrio de La Salut hay un paseo principal que la gente conoc¨ªa como paseo de los pl¨¢tanos, por sus ¨¢rboles, pero que se llamaba paseo de Cristo Rey, y que ahora recibe el nombre de paseo de La Salut. Ah¨ª vivi¨® Manolo Escobar y ah¨ª se hizo cantante con sus hermanos, y en el sitio donde un d¨ªa se encontraba su casa se detiene ahora para hacerse una fotograf¨ªa. A Manolo Escobar los vecinos le reconocen en un plis-plas y empiezan a rodearle y a gritarle "?Manolo! ?Verdad que te acuerdas de tu barrio?". Dos hombres de pelo cano que andan con las manos en los bolsillos le contemplan sonrientes.
Antes de ser el cantante anciano y millonario que vive en Benidorm, y que se codea con Luis Gordillo porque se ha convertido en uno de los m¨¢s notables coleccionistas espa?oles de arte contempor¨¢neo, Manolo Escobar fue aprendiz de metal¨²rgico, y tambi¨¦n aprendiz de ebanister¨ªa, y asimismo hizo de pe¨®n alba?il y a prop¨®sito de esto cuenta que sub¨ªa y bajaba por la calle de Balmes con una carretilla cargada de yeso, y m¨¢s tarde pudo colocarse como auxiliar de Correos. A Barcelona, Manolo Escobar lleg¨® desde El Ejido con 14 a?os, acompa?ado de dos de sus nueve hermanos tras un viaje en tren que dur¨® tres d¨ªas. "Luego lleg¨® el resto de la familia, que vino en barco, y que se tra¨ªa la cabra. Dorm¨ªamos en un piso de tres habitaciones mis padres, los 10 hermanos, dos de ellos casados, unos amigos y la cabra". "??chame una firma, que soy del barrio!", le pide una muchacha y le tiende una factura de La Caixa para que se la autograf¨ªe. Le retrata con su tel¨¦fono m¨®vil un chaval con gafas de sol, que lleva en la mano las llaves del coche. Una se?ora mayor dobla un papel con un aut¨®grafo dedicado: "?Me ha firmado aqu¨ª! ?Se lo dar¨¦ a mi nieto!", le explica a su comadre. Y una mujer madura con mechas y chaquetilla rosa, de rostro gastado y sonrisa mellada, y de esta manera es bella, le fotograf¨ªa temblando de emoci¨®n: "Una foto para mi padre". De una perfumer¨ªa salen cuatro dependientas con sus batas y con sus m¨®viles abiertos para retratar a Manolo Escobar. Dos amigas con piercings y con sendos cigarrillos entre los dedos se ponen a cantar Mi carro provocadoras.
En la plaza de una iglesia cercana, cuenta Ana Marx que la atracaron una vez. "Y el ladr¨®n era un chico muy majo, simpatiqu¨ªsimo", detalla. Ana Marx Schiffer es una mujer de Colonia que no tiene nada que ver con Carlos Marx ni con Claudia Schiffer. Ana lleg¨® a Espa?a fumando y con pantalones y se cas¨® con un hombre que no quer¨ªa que las mujeres fuesen a los toros en minifalda. Un grupo de magreb¨ªes observa indiferente el arremolinarse del gent¨ªo. Probablemente tampoco a ellos les haga mucha gracia que sus novias vayan por el mundo en minifalda. "Escobar, ¨¦stos tambi¨¦n son emigrantes como usted", le he soplado; pero Manolo Escobar no est¨¢ de ning¨²n modo de acuerdo. De pronto una anciana le ha agarrado del brazo y con toda la dulzura de sus arrugas de mujer campesina le ha susurrado: "Manolo, a m¨ª no me conoces...". Y Manolo Escobar se ha quedado mir¨¢ndola grave y ha exclamado: "?Qu¨¦ barbaridad!".
Estos d¨ªas Escobar repasa su carrera en el teatro Condal, en un montaje escrito por Marc Rosich y dirigido por Xavier Albert¨ª. El p¨²blico, que ha llegado de los barrios y de las afueras de Barcelona arreglado con el traje de ir al teatro, que es el traje que se tiene de ir a los sitios, se disloca aplaudiendo El porompompero y cantando Mi carro, por supuesto, y si Escobar pronuncia la palabra pasodoble retumban de nuevo los aplausos, y la gente tambi¨¦n se desga?ita grit¨¢ndole "?Visca el Bar?a, Manolo!". Pero en el momento en que Manolo Escobar canta Y viva Espa?a, a la concurrencia le da un poco de apuro corear ese estribillo y ya no le sigue. A Manolo Escobar, cuando se le pregunta a solas si le hubiese gustado ser cantaor de flamenco, se le pone el gesto muy melanc¨®lico y asiente, como lo har¨ªa este cronista si alguien le preguntase si le hubiera gustado ser poeta.
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