El Bar?a las pasa canutas

Un thriller barato se pas¨® anoche en el Camp Nou cuando el cartel anunciaba un partido de cuartos de la Copa de Europa. Nadie dud¨® del papel de favorito del Bar?a, que por supuesto sali¨® vencedor, porque es mucho mejor que el Benfica, aunque ayer nadie lo habr¨ªa dicho. El portugu¨¦s es un equipo indescifrable. No ataca, defiende mal y s¨®lo quiere la pelota por necesidad. Igual su truco no est¨¢ en el campo, sino en el ¨¢guila Victoria, en el esp¨ªritu de Guttman, en la fatalidad de la final de Berna o en el poder que irradia Koeman. Algo embrujado parece el club de Lisboa. De lo contrario, no se entiende la angustia que pas¨® el Barcelona para batirle en un partido sin f¨²tbol, con menos ocasiones que nunca y con una gran tensi¨®n psicol¨®gica.

Al Bar?a, al fin y al cabo, no se le ped¨ªa ninguna heroicidad, sino un triunfo normal y corriente. Y el partido le pes¨® m¨¢s que cualquier otro. Espantado, no marc¨® las diferencias y se entreg¨® a un sufrimiento in¨¦dito en un plantel tan divertido, capaz de golear en Chamart¨ªn y de vencer la puerta de Stamford Bridge, y al tiempo de rezar el rosario ante el Benfica, por mucho que se diga que se le puso la cara de italiano perdido y amarr¨® el partido como si fuera del calcio.

Koeman qued¨® como un se?or. Fiel a la arenga de la v¨ªspera, en la que proclam¨® que no le ten¨ªa ning¨²n miedo al Camp Nou, el t¨¦cnico dispuso para empezar a los mismos tres delanteros que revolucionaron el ¨²ltimo tramo del partido de ida. Los jugadores, sin embargo, desmintieron a su t¨¦cnico. Retrocedieron tanto los rojillos que Luis?o regal¨® la pelota nada m¨¢s sacar de centro y a los cuatro minutos ya hab¨ªan cedido un penalti por manos de Petit ante un centro de Van Bommel, acci¨®n en la que los portugueses pusieron el grito en el cielo porque el ¨¢rbitro se hizo el longuis en Lisboa cuando Motta le dio, m¨¢s o menos, como anoche el centrocampista portugu¨¦s.

Nada mejor que un tiro desde los 11 metros para reencontrarse con el dichoso gol que tanto se le negaba al Bar?a ¨²ltimamente: uno en tres partidos. A diferencia del encuentro con el Madrid, Ronaldinho cambi¨® de lado y recuper¨® su costumbre de golpear a la derecha del portero: Moretto rechaz¨® la pelota en una intervenci¨®n tan felina como pl¨¢stica. La vuelta segu¨ªa en las mismas que la ida. Ah¨ª estaba el misterio del enfrentamiento: un portero brasile?o cualquiera le pod¨ªa al mejor delantero del mundo.

El problema no era el Benfica, sino el Bar?a. Rijkaard prescindi¨® de Giuly e insisti¨® con Larsson. Ataque y gol frente a contraataque. Larsson y Eto'o no siempre mezclan bien, sino que a veces se neutralizan, y la marca de Sim?o sobre Iniesta estrangul¨® al Bar?a, aunque no impidi¨® que fuera el mejor azulgrana. A falta de elaboraci¨®n, funcion¨® la presi¨®n y la recuperaci¨®n, los signos de identidad que le dieron grandeza. As¨ª alcanz¨® el gol antes de que se extendiera cualquier murmuraci¨®n sobre el fallo del penalti. Eto'o le reban¨® la pelota a Beto, tir¨® una pared con Larsson y, mientras el sueco se llevaba a los centrales al primer palo, el camerun¨¦s progres¨® por la banda y sirvi¨® el pase de la muerte para la llegada de Ronaldinho, que se relami¨® con el regalo y acab¨® con la imbatibilidad del extravagante y hasta entonces imposible Moretto.

El gol tuvo un efecto sedante sobre el partido. El Bar?a ralentiz¨® su ofensiva y se aplic¨® a la hora de tirar la l¨ªnea el fuera de juego. Quer¨ªa que el Benfica quedara retratado, y por Dios que no dec¨ªa ni mu, cosa que revert¨ªa en contra de los azulgrana, por no acabar de una pu?etera vez con el rival y con una eliminatoria tan engorrosa como fea. El descanso tuvo el mismo valor que un despertador para la hinchada, sorprendida por el tono vital bajo de la contienda. Nada cambi¨® en la reanudaci¨®n, y la hinchada se puso a cantar porque quien canta su mal espanta. Tiritaba el Bar?a, incapaz de combinar, de meter un pase interior, de alcanzar la porter¨ªa, de acabar la jugada, de rematar al rival, presa de su p¨¢nico. Ni jogo bonito ni free style. Ni amarenamiento ni divertimento. Incapaz, el Bar?a se quedaba cada vez a mitad de camino. Los delanteros dimitieron y a los defensas les toc¨® sufrir lo que no est¨¢ escrito porque Koeman iba cambiando los puntas y cargando el ataque. La cosa se puso tan chunga que Sim?o le perdon¨® la vida al Bar?a despu¨¦s de un pase de Miccoli en una contra armada a la salida de un c¨®rner botado por los azulgrana. Aunque dispar¨® poco, el Benfica siempre ley¨® c¨®mo pod¨ªa dar con el gol: aguardaba la subida de Puyol y atacaba a Belletti. La contienda qued¨® abierta hasta el final, cuando Eto'o remach¨® una asistencia de Giuly a pase de Ronaldinho. Un tanto que se celebr¨® con m¨¢s alivio que emoci¨®n. Nada extra?o: un minuto antes Vald¨¦s le sac¨® un remate de gol a Karagounis. Resopl¨® el Bar?a, que ahora acude liberado al encuentro del Milan. El sue?o de la Copa de Europa asoma de nuevo tras acabar con la pesadilla del Benfica.