Cerrojazos
Durante el fin de semana, varios kilos de pasado se me han venido sobre la cabeza. Por eso hoy, con la venia de mi amigo Xavier Ribera y del ex consejero y sin embargo tambi¨¦n amigo Andr¨¦s Garc¨ªa Reche (y colegas de aqu¨ª, ambos), quisiera escribir sobre algunas empresas que en su d¨ªa existieron y que fueron valencianas. No se asusten: por prudencia torera me cuidar¨¦ de analizar la dinamicidad, evoluci¨®n de la composici¨®n sectorial, valor total acabado o ¨ªndice de incremento de la productividad. Gracias por seguir leyendo y permitir que me explique un poco m¨¢s: andaba yo presa de un ataque de ordenitis aguda, entre libros y papeles amontonados de mala manera durante a?os, cuando desde lo alto de una estanter¨ªa se ha desprendido cierta polvorienta carpeta repleta de recortes de prensa. Algunos, color salm¨®n; otros todav¨ªa mucho m¨¢s viejos que este invento de pintar con suavidad las noticias econ¨®micas. Muy, muy amarillos, oscurecidos hasta casi la tonalidad del azafr¨¢n con que ti?en sus sayos los monjes budistas.
En otro ataque, esta vez de curiosidad no exenta de nostalgia, acab¨¦ abriendo la carpeta desde la que un pu?ado de fantasmas me vinieron a saludar, oblig¨¢ndome a revivir el principio del fin de Pascual Hermanos, aquel holding esplendoroso erigido sobre tierras, almacenes, helic¨®pteros y pel¨ªculas. Con sus grandes establecimientos en los mejores mercados europeos, sus oficinas de alcurnia, sus residencias en el extranjero (ay, aquel palacete de Par¨ªs donde se inflaban a canap¨¦s embajadores y ministros...). He presenciado de nuevo el abandono de la producci¨®n de pollos por parte de Avidesa, controlada finalmente por cierto banco; la crisis de los helados; la venta de los cartonajes a los italianos. He recordado operaciones relacionadas con firmas otrora boyantes y punteras: a Frudesa pasando a unos franceses y a Damel convertida en propiedad de una multinacional sueca; Carmencita en manos de Kio; ?scar Mayer para los alemanes y Tycesa gobernada desde Abu Dhabi.
Garc¨ªa Reche, Ribera y otras eminencias de la econom¨ªa que me honro en tratar de vez en cuando explicar¨ªan mucho mejor estas debacles que creo tienen que ver con la desestructuraci¨®n de los sistemas productivos (aunque no me hagan mucho caso). Pero s¨ª quiero anotar otro aspecto, que ni siquiera se refiere a la grave situaci¨®n en que han ido quedando tantos trabajadores y trabajadoras en Alzira, Pego, Elche, Novelda, Torrent, Alcoi, Onil, Tavernes, Requena, Biar... en todas y cada una de las ciudades y pueblos afectados por el cerrojazo de la industria sobre la que pivotaba la vida laboral, social y hasta personal. Porque no hace falta remitirse al paradigma de Segarra como referente tot¨¦mico. Todas estas compa?¨ªas familiares de cierta envergadura han sido patriarcales y frecuentemente paternalistas, aunque caciquiles. Nacidas en los a?os 50 y agonizantes en los 90 significaron, para sus respectivas comunidades, bastante m¨¢s que un modo de ganarse el pan. Han tenido que ver con el nombre del grupo escolar y el economato, las fiestas patronales, las viviendas obreras y el equipo de f¨²tbol, con el primer coche de lujo que se contone¨® por calles a¨²n sin asfaltar... Unas se han deslocalizado, adi¨®s muy buenas. Otras quebraron. Y a¨²n nos preguntamos c¨®mo pudo ser, qu¨¦ se hizo de tantos beneficios obtenidos, en qu¨¦ bancos suizos, yates o joyeros fueron enterrados... Porque aqu¨ª lo que queda son las quiebras vitales, los paisajes rotos con cada bajada de persiana. Mi generaci¨®n, por ejemplo, siempre conservar¨¢ en la arqueolog¨ªa de su memoria, junto con las luchas obreras en Macosa, Uniwall, la siderurgia o la naval, algunos hitos como el d¨ªa en que liberaron a Luis Su?er, o cuando supimos del misterioso secuestro de Jos¨¦ Mar¨ªa Pascual. Ahora, los sindicatos se movilizan. En cinco a?os han petado m¨¢s de 18.600 empresas valencianas y seg¨²n CC OO en 2005 desaparecieron 17.300 empleos industriales. Los avatares de Marie Claire, Jesmar, Ferrys o S¨¢ez Merino son preocupaci¨®n para hoy, y ma?ana quedar¨¢n an¨¦cdotas, recuerdos y p¨¢ginas amarillas en la hemeroteca. Internet no colorea lo viejo, lo que no deja de ser un fallo.
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