Un hereje en la Filolog¨ªa
Ricardo Ci¨¦rvide, catedr¨¢tico de la UPV, hombre hecho a s¨ª mismo, es uno de los mejores expertos en el romance navarro
"Me he dedicado a cuestiones de tipo filol¨®gico-hist¨®rico que, por su car¨¢cter, no permiten la creatividad. Pero yo quer¨ªa escribir algo diferente. Conozco mi historia, que ha tenido aspectos muy amargos, propios de mi generaci¨®n; tengo apuntes de mis viajes por ?frica y Am¨¦rica. Y entonces confluye la necesidad de hacerme una purga, un vaciado, un psicoan¨¢lisis, como se quiera llamar. Algo muy terap¨¦utico: ponerse en pelotas; de d¨®nde vienes, qu¨¦ has hecho". As¨ª explica el impulso de escribir sus memorias este catedr¨¢tico, uno de los referentes en el origen de las lenguas romances en la pen¨ªnsula, sobre todo el navarro. "Soy muy terru?ero, qu¨¦ le vamos a hacer".
Su relato biogr¨¢fico cuenta tambi¨¦n con un origen sentimental inevitable. "Por otra parte, quer¨ªa decir algo a mis nietos, porque todo ha cambiado tan dr¨¢sticamente... La sociedad actual no tiene nada que ver con la que viv¨ª en la inmediata posguerra. Y, adem¨¢s, quer¨ªa dejar reflejo de la experiencia muy amarga, que no quisiera volver a repetir, de mi vida de fraile". Ricardo Ci¨¦rvide hab¨ªa nacido en una familia de agricultores, el sexto de los hermanos, con lo que el destino era inevitable: la carrera eclesi¨¢stica; en concreto, con los Escolapios.
"Desgraciadamente, yo no recib¨ª nunca afecto; y un adolescente que no recibe afecto sale traumatizado. Yo conoc¨ª aquella iglesia espa?ola, aborrecible. Y me desdicha fue que nunca quise que me jodieran, ni f¨ªsica ni psicol¨®gicamente, actitud que mantuve de una manera empecinada, contumaz". Y, por supuesto, el hoy catedr¨¢tico de Filolog¨ªa acab¨® expulsado. "Estuve con los Escolapios hasta los 22 a?os, hasta que en la v¨ªspera de Navidad de 1958 me echaron, lo que supon¨ªa en aquella sociedad rural donde nac¨ª el convertirte en un maldito y una verg¨¹enza familiar", recuerda.
Y, entonces, aquel buen estudiante se puso a hacer auto-stop en direcci¨®n a Madrid con 3.000 pesetas en el bolsillo, las que hab¨ªa ganado impartiendo clases particulares. Y all¨ª, con las habilidades propias de un p¨ªcaro, se matricul¨® en la Universidad y fue cursando la carrera de Filolog¨ªa. "Recal¨¦ primero en un barrio de putas, pero aquel no era mi ambiente y me traslad¨¦ a una residencia de obreros", recuerda. "Cuando se me acab¨® el dinero, me march¨¦ a Alemania a trabajar, a una f¨¢brica. He vivido de mi esfuerzo toda mi vida".
Esa vinculaci¨®n con el mundo obrero le llev¨® a estudiar Sociolog¨ªa, en busca de argumentos para explicarse a s¨ª mismo su propia vida y lo que ocurr¨ªa alrededor, en una universidad que viv¨ªa la efervescencia de la pol¨ªtica. "Porque yo ve¨ªa aquel mundo de las broncas estudiantiles, cuando ven¨ªa de trabajar en Alemania, con turcos, italianos, portugueses, y aquello me parec¨ªa una pijada. Nunca me fi¨¦ de aquellos movimientos". No en vano, C¨ª¨¦rvide se define como "libertario, acratoide". "No creo en teor¨ªas revolucionarias, ni en profetas; por eso rechac¨¦ la oferta de impartir clases en la Universidad de Berl¨ªn, en la antigua Rep¨²blica Democr¨¢tica de Alemania, a finales de los 60. No creo ni en Lenin ni en Lenan", apostilla.
Sus trabajos filol¨®gicos siempre han estado vinculados a la tradici¨®n cl¨¢sica, historicista, vinculada a Ram¨®n Men¨¦ndez Pidal. Ah¨ª est¨¢n sus estudios sobre el romance navarro o las investigaciones sobre los c¨®dices de la colegiata de Valpuesta (Valdegobia), en donde ha rastreado posibles or¨ªgenes del castellano. Pero es consciente de que pertenece a una estirpe en extinci¨®n. "Reconozco que en la Universidad cada vez hay m¨¢s calidad, aunque yo soy de una Filolog¨ªa tradicional, no comparto las corrientes actuales. Esas elucubraciones celestiales que mantiene la ling¨¹¨ªstica contempor¨¢nea son perturbadoras mentalmente. Chomsky, por ejemplo, es perturbador. A m¨ª siempre me ha interesado la precisi¨®n documental".
Y no hay que olvidar sus consideraciones sobre las lenguas que se hablaban en Navarra, su tierra natal, que le han granjeado m¨¢s de una enemistad. "Est¨¢ claro que el romance era la lengua oficial del Reino de Navarra, en ella se escrib¨ªan los textos oficiales, m¨¢s que nada porque la otra lengua que se empleaba no ten¨ªa tradici¨®n escrita", resume quien habla con sus nietos en euskera. "La lengua es un medio de comunicaci¨®n", aclara mientras prepara un viaje por el Bearn, la Baja Navarra y Zuberoa con un grupo de 40 amigos, con los que quiere recorrer la historia de uno de sus lugares predilectos.
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