Huelgas de paradojas
Partamos de la base de que las huelgas y manifestaciones s¨®lo tienen un objetivo: salir en la tele. Un conflicto social sin telec¨¢maras, por muy ingenioso que sea el formato de la protesta, carece de sentido si los telediarios pasan de ¨¦l o lo reducen a cifras de participaci¨®n. "Sin pantalla no hay batalla", como comprobamos en las guerras del Golfo. El problema se plantea cuando los huelguistas pertenecen al cada d¨ªa m¨¢s convulso sector de las pantallas. Entonces ocurren muy in¨¦ditos efectos perversos sobre los que conviene reflexionar, y que estas dos ¨²ltimas semanas, con las huelgas de Antena 3 y del Ente, se han manifestado en todo su esplendor parad¨®jico.
De lo que se trata con estos paros es precisamente de lo contrario a lo que exigen el resto de los huelguistas: oscurecer las pantallas, interrumpir el directo, impedir el normal funcionamiento de esos telediarios que tienen obligaci¨®n de mostrar im¨¢genes y sonidos de la protesta. Pues bien, una huelga que no s¨®lo no interrumpe nada sino que adem¨¢s incrementa los ¨ªndices de audiencia y felicidad del consumidor es una huelga muy rara. Hac¨ªa tiempo que TVE no hab¨ªa conseguido un share como el d¨ªa de su huelga (22.7%), y hasta el informativo de Ana Blanco boicoteado por la cacerolada logr¨® una magn¨ªfica audiencia. Es cierto que ese mismo d¨ªa TVE daba el partido del Bar?a, vale, pero a nadie en su sano juicio, sea huelguista o programador de mesas redondas, se le pasa por la cabeza organizar algo los martes y mi¨¦rcoles de la Champions. Eso demuestra que no tienen demasiada idea del pa¨ªs en el que viven ni del sector en el que trabajan. Y sobre todo demuestra otra espl¨¦ndida paradoja cazada en las huelgas recientes: cuando nuestras pantallas est¨¢n obligadas por conflicto social a suprimir las emisiones en directo ganan mucho con sus diferidos. "Las huelgas de televisi¨®n mejoran la programaci¨®n". A fin de cuentas, las grandes audiencias se fabrican acumulando series, culebrones, pelis, concursos pregrabados y otras artes del diferido que, ay, las tele-huelgas nunca incluyen en sus paros.
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