La ley del silencio envuelve la muerte de Mustaf¨¢
Dos leyes marcan la vida del barrio ceut¨ª Pr¨ªncipe Alfonso: la 'omert¨¢' y la Ley del Menor; muchos se la conocen al dedillo
Dos leyes marcan la vida cotidiana de la barriada ceut¨ª de Pr¨ªncipe Alfonso. La primera es la ley del silencio, la omert¨¢, una norma no escrita. La otra es la Ley del Menor, la 5/2000, y muchos vecinos se la saben al dedillo.
El Pr¨ªncipe Alfonso volvi¨® a aparecer en los titulares de los peri¨®dicos de la semana pasada. H. un chico de 15 a?os al que todos califican como "una buena pieza", mat¨® de un disparo a su vecino, Mustaf¨¢ Ahmed, de 33, miembro de la ejecutiva de Izquierda Unida en Ceuta. Este hombre, uno de los pocos habitantes del Pr¨ªncipe que no se achantaba ante el vandalismo de los menores que han convertido al barrio en uno de los m¨¢s peligrosos del pa¨ªs y donde la presencia policial es casi inexistente.
La polic¨ªa carece de medios suficientes para actuar en la barriada del Pr¨ªncipe Alfonso
El s¨¢bado 1 de abril, H. se levanta temprano y se echa a la calle, seg¨²n sus primeras declaraciones a la polic¨ªa. Desde ese momento, anda deambulando por las estrechas callejuelas del barrio con un amigo marroqu¨ª con el que pasa el rato drog¨¢ndose con pastillas. Horas m¨¢s tarde, sobre las 11.00, aparece en la plaza principal del barrio. A esa hora, la gente se re¨²ne en torno a los cafetines para tomar t¨¦. Seg¨²n cuentan los vecinos, H. se acerca a un cr¨ªo y le quita el tel¨¦fono m¨®vil. Mustaf¨¢, como en otras ocasiones, le reprende. "Se lo tomaba como algo personal", afirma Karim Mohamed, compa?ero de Mustaf¨¢ en IU, "no soportaba que los m¨¢s peque?os malgastaran su vida comport¨¢ndose como v¨¢ndalos".
H. sale encolerizado de la plaza. En su primera declaraci¨®n ante la polic¨ªa asegura que se encuentra con alguien, pero no recuerda con qui¨¦n, y que esa persona le pasa una pistola. A los pocos minutos vuelve a aparecer por la plaza con el arma, seg¨²n el relato de los vecinos. Amenaza a Mustaf¨¢. "?Venga, dispara!", le responde ¨¦ste. As¨ª lo hace. H. aprieta el gatillo una sola vez. La bala le entra a Mustaf¨¢ por el costado derecho y le sale por el izquierdo. S¨®lo una persona llama a una ambulancia, el resto observa c¨®mo el herido Mustaf¨¢ va dando tumbos hacia su casa, una chabola donde vive con sus tres hijos y su mujer embarazada de un cuarto ni?o. Sin ayuda de nadie, este hombre de complexi¨®n fuerte y que trabajaba de pe¨®n, recorre 200 metros hasta desplomarse cubierto de sangre. Unos 20 minutos despu¨¦s, la ambulancia le conduce al hospital, donde muere poco despu¨¦s. Hasta aqu¨ª lo que los vecinos cuentan, siempre seg¨²n las declaraciones de otros que los vieron u oyeron.
El ¨²nico que ha dejado constancia de lo que pas¨® es el propio H., que asegura que jam¨¢s le quit¨® el m¨®vil a ning¨²n ni?o y que si dispar¨® fue porque crey¨® ver que Mustaf¨¢ sacaba un objeto met¨¢lico del bolsillo con el que pens¨® que iba a atacarle. Luego huy¨®. Sus familiares lo encontraron, ya por la noche. Le obligaron a ir a casa y le llevaron a la comisar¨ªa.
M¨¢s detalles de su declaraci¨®n: "Tir¨¦ la pistola al agua". O sea, que la polic¨ªa no tiene el arma, no ha encontrado el proyectil ni el casquillo y tampoco consigue que alg¨²n vecino testifique. "Es el problema que solemos tener en ese barrio", asegura un agente del Cuerpo Nacional de Polic¨ªa, "que nadie ve nunca nada. La gente tiene miedo a las represalias y eso nos dificulta mucho la investigaci¨®n". "El chico sabe que con la Ley del Menor no le puede caer mucho", se?alan los agentes.
Para los familiares de Mustaf¨¢, el peso de la Ley del Menor es muy leve. A pesar de que el fiscal pide la pena m¨¢xima para un menor de 16 a?os (cuatro a?os de internamiento m¨¢s otros tres de libertad vigilada) todos intuyen que volver¨¢n a ver a H. muy pronto. "Que se haga justicia, es lo ¨²nico que queremos. Que la gente que se comporta as¨ª pague lo que hace. Ser¨¢ un menor, pero a nosotros nos ha destrozado. La ley no resuelve nada. ?l ya hab¨ªa estado encerrado y ya ves, sali¨® y ahora mi hermano est¨¢ muerto", se?ala Nordine, uno de los hermanos de Mustaf¨¢.
Al igual que el resto de los habitantes de Pr¨ªncipe, Alfonso, H. naci¨® en el seno de una familia musulmana. Fue abandonado por su padre, toxic¨®mano. A los 13 a?os apu?al¨® a un chico y a los 14 empez¨® a pasar hach¨ªs, afirma su madre, F¨¢tima. Por esto ¨²ltimo pas¨® varios meses en el Centro de Reforma Juvenil Bah¨ªa de C¨¢diz, en Puerto Real. Ahora espera juicio en el Centro de Menores de Punta Blanca, en Ceuta. Si no la hay en el plazo de seis meses, H. podr¨¢ quedar en libertad.
"Su historia no es nueva", dice Karim Mohamed, de 27 a?os, que adem¨¢s de ser el secretario de Juventud de Izquierda Unida, est¨¢ empleado como agente de educaci¨®n c¨ªvica en el barrio. "Esto es un gueto, con las tasas de paro y el fracaso escolar m¨¢s alto de Espa?a. Los poderes p¨²blicos han mirado para otro lado. Siempre se ha hablado de planes para dejar mucho dinero en el barrio, pero no tenemos nada. Ni un polideportivo, ni una biblioteca. Los j¨®venes no tienen alternativas y es muy f¨¢cil que caigan en ese tipo de vida".
Las voces discrepantes hay que buscarlas fuera. En el barrio todo el mundo est¨¢ de acuerdo con Karim. El Pr¨ªncipe Alfonso es una barriada de unos 15.000 habitantes encaramada sobre unas colinas cercanas a la frontera del Tarajal, que separa Ceuta de Marruecos. Hay tres cosas que llaman la atenci¨®n nada m¨¢s llegar. La primera, que el autob¨²s lleva una reja met¨¢lica en la ventanilla del conductor para evitar las pedradas que los j¨®venes suelen lanzar desde los montes. La segunda cosa que sorprende son las balas. No hay se?al de tr¨¢fico que no est¨¦ agujereada por los disparos, frecuentes en el Pr¨ªncipe Alto.
El caso m¨¢s reciente es el de la muerte de Mustaf¨¢, pero hay otro que da cuenta de la cantidad de armas que entran en Pr¨ªncipe Alto y que ocurri¨® el jueves de esta semana: la polic¨ªa detuvo a un joven que almacenaba en un zulo varias armas; dos machetes, dos pistolas, un subfusil Eskorpio y dos pasamonta?as. Todas en buen estado y perfectamente engrasadas. Narcotr¨¢fico, inmigraci¨®n ilegal y mafias son las tres palabras que se cruzan siempre en las explicaciones de los agentes, que aseguran carecer de medios suficientes para responder a las necesidades de la zona.
Esa mezcla lleva a la tercera sorpresa en Pr¨ªncipe Alfonso: las pintadas acusadoras a los chivatos. Abdel Luaged, otro de los hermanos de Mustaf¨¢, lamenta: "Ese d¨ªa hab¨ªa mucha gente en la plaza y nadie dice qu¨¦ que vio". "Mustaf¨¢ era muy valiente, defend¨ªa su barrio. Si le hubiese pasado a otra persona, ¨¦l ser¨ªa el que le hubiese socorrido o el que hubiese dicho algo. Como debe ser, ?no?".
"Cosido a pu?aladas"
F¨¢tima es la madre de H. Desde el pasado s¨¢bado no quiere ver a nadie, pero por primera vez accede a hablar, por tel¨¦fono, para matizar algunas informaciones publicadas y defender a su hijo. Su voz trasluce indignaci¨®n y tristeza por lo ocurrido. "No se imagina c¨®mo tengo el coraz¨®n. Estoy destrozada. Es verdad que mi ni?o se ha portado mal y que tiene que pagar por lo que haya hecho. Yo misma lo acompa?¨¦ porque s¨¦ que tiene que responder ante la justicia, pero tambi¨¦n es verdad que se le ha tratado como si todo fuera culpa de ¨¦l. No digo que sea culpa de nuestro vecino, sino de la vida que ha tenido mi hijo y de lo mucho que ha sufrido".
F¨¢tima describe el inicio de los malos tiempos en su familia cuando su anterior marido empez¨® a drogarse. "Mi ex marido era toxic¨®mano y desapareci¨®. Nos dio de lado y H. creci¨® sin un padre. Eso es muy importante. ?l no es una oveja negra como se ha dicho. Es simplemente un ni?o que entr¨® en el mal camino. Lo de su padre influy¨® mucho. Yo tuve que ponerme a trabajar. Lo criaron sus abuelos y su t¨ªa, pero ellos fallecieron y su t¨ªa se cas¨®, y l¨®gicamente se distanci¨® un poco. ?l empez¨® a echarse a perder. Cuando ten¨ªa 13 a?os apu?al¨® a un chico. Eso es cierto. Pero nadie ha dicho que fue porque le robaron y tampoco nadie ha dicho que luego, en venganza por lo que ¨¦l hab¨ªa hecho, mandaron a un t¨ªo de 29 a?os que le meti¨® cinco pu?aladas. Nadie dice eso, nadie dice que mi hijo est¨¢ cosido a pu?aladas", insiste F¨¢tima enfadada. "Por aquello nunca fue al centro de menores. Lo del reformatorio fue porque pas¨® un kilo de hach¨ªs. A m¨ª me amenaz¨® luego porque le dije que lo que estaba haciendo no estaba bien. Todo tiene una causa. Mi ex pas¨® de ¨¦l como de la mierda. Si ¨¦l se hubiera comportado como un padre, no habr¨ªa pasado esto. La culpa la tiene tambi¨¦n el que le pas¨® la pistola".
F¨¢tima relata que durante mucho tiempo no tuvieron "ni para comer". Luego volvi¨® a casarse y sali¨® adelante. "Pero ¨¦l ya estaba volado. Mi marido trabaja y yo tengo una ayuda por un hermano minusv¨¢lido. Eso nos da para vivir. Siempre ha sido bueno y muy cari?oso. Yo le he intentado criar lo mejor que he sabido. Le llev¨¦ a un colegio fuera del barrio para que no estuviera con malas compa?¨ªas, lo met¨ª en k¨¢rate, en mecanograf¨ªa, pero no sirvi¨® para nada".
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