Il Cavaliere logra mantener a su partido, Forza Italia, como el m¨¢s votado del pa¨ªs
Despu¨¦s de cinco a?os en el Gobierno, Berlusconi no da se?ales de estar acabado pol¨ªticamente
Con las reglas institucionales de la Primera Rep¨²blica, vigentes hasta la pasada d¨¦cada, Silvio Berlusconi deber¨ªa acudir de inmediato al palacio del Quirinal y reunirse con el presidente de la Rep¨²blica. No para presentar la dimisi¨®n, sino para recibir el encargo de formar un nuevo Gobierno, cosa que le hubiera correspondido como l¨ªder del partido m¨¢s votado. Berlusconi corr¨ªa ayer el riesgo de perder las elecciones, pero su partido, Forza Italia, votado por uno de cada cinco ciudadanos, se mantuvo como primera fuerza. Il Cavaliere no parec¨ªa pol¨ªticamente acabado, ni mucho menos.
Silvio Berlusconi sigui¨® el inicio del recuento electoral en su mansi¨®n milanesa de Arcore, y hacia las seis de la tarde se desplaz¨® a Roma. No acudi¨® a la sede de Forza Italia ni al Palazzo Chigi, sede de la Presidencia del Gobierno, sino al palacio Grazioli, su residencia privada. Accedi¨® por la puerta trasera, lejos de la vista de los periodistas. Anoche segu¨ªa en silencio y "muy tranquilo", seg¨²n sus colaboradores.
Massimo d'Alema, presidente de los Dem¨®cratas de Izquierda, no tuvo apenas que reflexionar cuando le preguntaron cu¨¢l deb¨ªa ser la primera ley importante aprobada por el nuevo gobierno de centro-izquierda. "Hay que resolver el conflicto de intereses", dijo. El conflicto de intereses, es decir, la acumulaci¨®n de un triple poder pol¨ªtico, econ¨®mico e informativo en manos de Berlusconi, no qued¨® resuelto con las elecciones. Y Romano Prodi ten¨ªa mucho que temer de su eterno rival, aunque se sentara en los bancos de la oposici¨®n. El hombre m¨¢s rico de Italia dejaba de ser presidente del Gobierno, pero manten¨ªa en su poder tres de las cuatro televisiones privadas (Canale 5, Italia 1 y Rete 4), uno de los grandes diarios nacionales (Il Giornale) y la empresa hegem¨®nica en el sector publicitario (Publitalia).
Las elucubraciones sobre un hipot¨¦tico relevo en el liderazgo del centro-derecha quedaron temporalmente suspendidas. Berlusconi segu¨ªa siendo el jefe. Ni Gianfranco Fini, l¨ªder de Alianza Nacional (12%), ni Pierferdinando Casini, l¨ªder de la Uni¨®n Democristiana de Centro (7%) dispon¨ªan de opciones para desbancar al presidente de Forza Italia, que recogi¨® m¨¢s votos que la suma de sus dos principales aliados.
"Si pierdo, me voy a Tahit¨ª con uno de mis yates", anunci¨® Berlusconi el a?o pasado. Hubo quien le crey¨®. Los antecedentes hist¨®ricos, sin embargo, suger¨ªan lo contrario. En 1996, Silvio Berlusconi sufri¨® su primera derrota frente a Romano Prodi. Hab¨ªa gobernado durante dos a?os, en una legislatura truncada por la deserci¨®n de la Liga Norte de las filas del centroderecha. Su irrupci¨®n en la pol¨ªtica italiana era definida como un fen¨®meno fugaz y ya concluido. Berlusconi sufr¨ªa, adem¨¢s, un c¨¢ncer de pr¨®stata avanzado. El Gobierno del centroizquierda estaba tan seguro de que Il Cavaliere se quedar¨ªa en casa, disfrutando de su colecci¨®n de cactus, de sus tres yates y de su familia, que no se molest¨® en hacer una ley que impidiera el conflicto de intereses personificado por el empresario milan¨¦s.
Dominio del mercado
Cinco a?os despu¨¦s, en 2001, Berlusconi recuper¨® la presidencia del Gobierno con la mayor¨ªa parlamentaria m¨¢s amplia desde la implantaci¨®n del sufragio universal en Italia. Y fue ¨¦l quien aprob¨® una ley sobre la concentraci¨®n de medios de comunicaci¨®n y el conflicto de intereses, tan a su medida que a¨²n le dio margen para ampliar su dominio en el mercado italiano.
El presidente de la Rep¨²blica, Carlo Azeglio Ciampi, se neg¨® a promulgar la ley. Tras unos leves retoques del texto aprobado en el Parlamento, Ciampi se vio obligado a firmar: lo ¨²ltimo que le conven¨ªa a un pa¨ªs pol¨ªticamente dividido era un conflicto entre las dos m¨¢ximas figuras institucionales.
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