Cultivar las semillas de la democracia
Desde el 11-S, Estados Unidos ha seguido lo que la Casa Blanca denomina una "estrategia avanzada de libertad", predicada con la creencia de que la falta de democracia en los pa¨ªses musulmanes ha provocado la difusi¨®n de una variedad mortal de extremismo isl¨¢mico. Envalentonado por una victoria ideol¨®gica obtenida con esfuerzo sobre los reg¨ªmenes de Europa del Este durante la guerra fr¨ªa, EE UU pretende fomentar de nuevo la democracia en el extranjero para garantizar la seguridad en casa. Sin embargo, a medida que llegan los primeros resultados de esa campa?a de democratizaci¨®n en el mundo musulm¨¢n, en EE UU reina una ansiedad cada vez mayor por el car¨¢cter de esos gobiernos nacientes elegidos libremente. Algunos incluso han empezado a dudar si esos pa¨ªses tienen una capacidad innata para mantener la democracia.
Aunque no se puede negar que las iniciativas estadounidenses de reforma han contribuido significativamente a los acontecimientos en Oriente Pr¨®ximo, aumentan los temores de que los radicales puedan secuestrar la democracia. Los recientes ¨¦xitos electorales islamistas en Ir¨¢n, Egipto y los territorios palestinos han planteado dudas sobre la capacidad de las fuerzas liberales para triunfar sobre el fundamentalismo. Para Estados Unidos, el temor es real, aunque quiz¨¢ est¨¦ te?ido de cierta islamofobia: qu¨¦ terrible iron¨ªa ser¨ªa que ese gran esfuerzo por propagar la libertad en el extranjero permitiera que los Estados isl¨¢micos antiestadounidenses impusieran la sharia, o ley isl¨¢mica, a su pueblo. El ejemplo del ascenso de Ham¨¢s en Gaza y Cisjordania plantea dificultades obvias. Pero ser¨ªa una falacia suponer que fue la democracia la que opt¨® por el extremismo isl¨¢mico. Ser¨ªa m¨¢s apropiado decir que fueron los a?os de corrupci¨®n y abuso de autoridad de la Administraci¨®n encabezada por Al Fatah los que llevaron a Ham¨¢s al poder. Si el ejercicio de la democracia consiste en que el pueblo descargue su ira e insatisfacci¨®n contra los poderes establecidos, el resultado era una conclusi¨®n que se sab¨ªa de antemano.
Sea como sea, hay quienes afirman que es la "estabilidad", y no la libertad, lo que EE UU deber¨ªa estar fomentando en todo el mundo isl¨¢mico. Su punto de vista es que defender la democracia electoral no sirve inmediatamente a los intereses estadounidenses en el extranjero, sobre todo en la guerra contra el terrorismo, y que el coraz¨®n y la mente de los terroristas y los suicidas no se ven transformados por las virtudes de la democracia. Afirman que la guerra contra el terrorismo debe librarse con mano de hierro, y no con guantes de seda tejidos con la materia de las libertades constitucionales. Esas visiones de la democracia y la estabilidad en el mundo musulm¨¢n no s¨®lo son err¨®neas, sino que acarrean graves consecuencias.
En cierto modo, la estrategia de Washington puede verse como una expiaci¨®n de los pecados del pasado, cuando EE UU era un escollo para la democracia en Oriente Pr¨®ximo. Ir¨¢n era una democracia en 1953, cuando la CIA urdi¨® el golpe de Estado que lo transform¨® en una monarqu¨ªa absoluta. EE UU tambi¨¦n ha apoyado a otros tiranos de la regi¨®n, incluido, por supuesto, Sadam Husein, todo ello en nombre de la estabilidad y la seguridad en el enfrentamiento con el bloque comunista, que dur¨® varias d¨¦cadas. ?Est¨¢ Washington realmente atrapado entre la Escila de apoyar a dictadores y el Caribdis de fomentar unas democracias que podr¨ªan llevar al poder a radicales islamistas? Las mejores respuestas a la pregunta de si Estados Unidos deber¨ªa revaluar su estrategia se encuentran en Indonesia y Turqu¨ªa, unos ejemplos alentadores de autoafirmaci¨®n democr¨¢tica musulmana.
Hace siete a?os, Indonesia se lanz¨® de cabeza a la democracia despu¨¦s de m¨¢s de tres d¨¦cadas de dictadura autocr¨¢tica. Como el mayor pa¨ªs musulm¨¢n del mundo, destaca por el que tal vez sea el fen¨®meno pol¨ªtico m¨¢s importante de la historia reciente de la democracia. Desde entonces, los indonesios han acudido a las urnas en dos ocasiones y rechazado abrumadoramente a los radicales islamistas, que luego intentaron avanzar su programa por otras v¨ªas. De nuevo, ello fue recibido con un clamoroso no del pueblo indonesio, incluidas algunas organizaciones musulmanas importantes. En Indonesia, la prensa es libre y las elecciones justas. Las libertades b¨¢sicas est¨¢n contempladas en la Constituci¨®n y son plenamente reconocidas y respetadas por los poderes establecidos. Por ejemplo, a diferencia de sus vecinos los malaisios, los indonesios pueden congregarse para protestar por las decisiones y pol¨ªticas gubernamentales sin temor a represalias. Los arrestos arbitrarios y las detenciones pol¨ªticas son inauditos. Como democracias en ciernes, Indonesia y Turqu¨ªa todav¨ªa tienen un largo camino por recorrer. En Indonesia, se trata de cumplir unos objetivos socioecon¨®micos de la democracia que s¨®lo pueden conseguirse con el tiempo. En Turqu¨ªa, la contenci¨®n de un estamento militar sin restricciones ha contribuido a la ascensi¨®n de ese pa¨ªs a la Uni¨®n Europea. No obstante, ahora es un modelo, tanto para los pa¨ªses musulmanes como para quienes pretenden ayudarlos.
Para que EE UU triunfe en sus campa?as para propagar la libertad, debe recordar que la democracia constitucional no puede arraigar en una sociedad, ya sea laica o isl¨¢mica, sin el compromiso firme de quienes est¨¢n pol¨ªticamente habilitados para proteger los derechos fundamentales de libertad e igualdad para todos. El verdadero cultivo de la democracia exige m¨¢s que una mera implantaci¨®n de las elecciones. Tambi¨¦n pasa por la instauraci¨®n de procesos democr¨¢ticos y una nivelaci¨®n del terreno de juego pol¨ªtico. Necesita la garant¨ªa de una separaci¨®n de poderes y la liberaci¨®n del sistema judicial del dominio de aut¨®cratas y tiranos. Por encima de todo, exige la protecci¨®n de las libertades fundamentales y una prensa libre. Es en estos prerrequisitos de la democracia en lo que EE UU y el mundo musulm¨¢n deben invertir con un empe?o mucho mayor para que las causas de la libertad imperen de verdad.
Anwar Ibrahim, ex ministro de Finanzas y ex viceprimer ministro de Malaisia, es catedr¨¢tico invitado en la Escuela Diplom¨¢tica de la Universidad de Georgetown, en Washington. Traducci¨®n de News Clips. (c) 2006, Global Viewpont. Distribuido por Tribune Media Services.
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