Palabras
Nada existe hasta que tiene un nombre, ni los objetos, ni las ideas, ni los sentimientos. Seg¨²n la versi¨®n m¨ªtica del G¨¦nesis, cuando Ad¨¢n deambulaba por el jard¨ªn del Ed¨¦n, sinti¨® la necesidad imperiosa de designar todas las cosas que ve¨ªa con una palabra y de este modo, al nombrarlas, invent¨® el mundo.
Ahora desde la gran torre de Babel que es el ciberespacio se nos invita a elegir la palabra m¨¢s bella del castellano. El resultado se publicar¨¢ el d¨ªa 23 de abril como un homenaje a esos otros G¨¦nesis poblados de letras que son los libros.
Hay vocablos que llenan la boca sin decir nada, pero hay otros, tan transparentes como una bola de cristal y a trav¨¦s de ellos uno puede explicar su vida, como el nombre Rosebud grabado en la madera de un trineo. A mi me gusta la palabra caravana porque el p¨®ker de ases de sus cuatro s¨ªlabas, me lleva a las primeras pel¨ªculas del oeste y a un sonido de polvo y de caballos en aquella serie inmortal de El Virginiano. Me gustan en general todas las palabras viajeras, las que van de aqu¨ª para all¨¢, como la palabra mapa o el top¨®nimo Lisboa que huele a traves¨ªas oce¨¢nicas y a almac¨¦n de salazones en el barrio portuario de Alc¨¢ntara.
Hay otras palabras que evocan el lecho tranquilo de una ma?ana de domingo, como la palabra acurrucar, que no se puede decir deprisa, y suena a invierno como jersey. Al pronunciarla todav¨ªa siento el calor de la lana subi¨¦ndome por la manga mientras le¨ªa Colmillo blanco en una tienda de campa?a a la luz de una linterna. De esa ¨¦poca excursionista tambi¨¦n es la palabra salvaje, que aunque no tiene un significado peyorativo, suena bastante feroz. Diciendo salvaje una puede ir de dura por la vida, lo que en algunos momentos no viene mal. Hay palabras a¨²n m¨¢s rotundas como cafarnaum que tanto le gustaba a Josep Pla y que encierra una iron¨ªa adulta de mucho calado, adem¨¢s parece pensada para describir la actualidad.
Hay otras palabras que nos gustan por sus consonantes. Cuando mi hija era peque?a y empezaba a aprender los rudimentos de la ortograf¨ªa, yo repasaba con ellas las "haches", las "bes" y las "uves" para que las memorizara jugando. Una noche mientras cen¨¢bamos en la cocina, delante de una fuente de huevos fritos le pregunt¨¦
-A ver, Carlota, huevo con qu¨¦...
Entonces ella levant¨® despacio los ojos del plato, me mir¨® con cara de infinita paciencia y desde la sensatez de sus cinco a?os me contest¨®: Con pan, mam¨¢. Con pan.
Y esa es sin duda la palabra m¨¢s hermosa. Pan. Un vocablo redondo o alargado, seg¨²n la forma en la que se hornee, pero siempre con olor a tahona y a tarde de infancia volviendo a casa con una barra para la cena. Un sabor esencial, b¨¢sico, de donde viene la palabra compa?ero que quiere decir: con quien se comparte el pan. Esa es la palabra que elegir¨ªa el poeta C¨¦sar Vallejo que escribi¨® aquellos versos de hambre para despu¨¦s de una guerra. "y cuando nos veremos con los dem¨¢s/ al borde de una ma?ana eterna/ desayunados todos".
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