Al PP valenciano le pintan oros
A los gobernantes, por lo general, les cuesta Dios y ayuda admitir errores o problemas que les salpiquen, aunque sean livianos o perfectamente explicables. Su lema es obvio: antes morir que ceder ante la evidencia, si ¨¦sta resulta ingrata. Ellos jam¨¢s se equivocan o raramente lo reconocen. En alg¨²n prontuario para pol¨ªticos en apuros se les debe aleccionar para que abunden en el discurso de la euforia, venga no al caso. Con el tiempo y aguantando el tipo, con la excepci¨®n hecha de los sucesos extraordinarios, saben que la cr¨ªtica cede y se aten¨²a u olvida la gravedad del trance, siquiera sea por mero aburrimiento.
El presidente de la Generalitat y l¨ªder de los populares valencianos, Francisco Camps, aplica como pocos este recurso que consiste en negar de plano, no darse por enterado o salir por peteneras si resulta insoslayable dar una respuesta. Lo hemos comprobado reiteradamente, desde que gobierna. Por ejemplo, en la tan tra¨ªda y llevada -por obvia- disensi¨®n interna del PP, la propalada confrontaci¨®n entre zaplanistas y campistas. Se percibe a poco que pulses el partido y es notorio que a menudo restalla la disensi¨®n, sobre todo asentada en el cant¨®n alicantino.
Pero de eso no se habla ni una palabra e incluso, si es inevitable, se proclama que el partido est¨¢ unido como una pi?a, aunque suene a chacota. La verdad es que su clientela electoral tampoco se lo tomar¨¢ en cuenta si el cisma no llega a convertirse en esc¨¢ndalo. Mientras tanto Camps se llama a andana y, falto de liderazgo, conf¨ªa en que la Providencia vaya cambiando la relaci¨®n de fuerzas, como as¨ª sucede ante el aparente declive, pausa provisoria o desentendimiento definitivo de Eduardo Zaplana. La divisi¨®n, en suma, no ha mellado las expectativas partidarias en las urnas, donde, seg¨²n los sondeos, tiene clara por ahora la mayor¨ªa.
Otra cosa, por imprevisible, es c¨®mo repercutan los numerosos episodios de corrupci¨®n que salpican al PP. En la oposici¨®n alienta la esperanza de que, tanto ha ido el c¨¢ntaro o la prevaricaci¨®n a la fuente, que el vecindario acabe pasando factura. M¨¢s a¨²n si, como podr¨ªa suceder, en los pr¨®ximos meses comienzan a cerrarse sumarios y dictarse sentencias condenatorias por los tr¨¢ficos de influencias y otras chorizadas famosas. Ser¨¢ el momento de saber -v¨ªa demosc¨®pica- si en la ciudadan¨ªa ha calado la conveniencia de pasar p¨¢gina dando una mano de cal viva a la gesti¨®n p¨²blica. Por el momento, y con las noticias a nuestro alcance, no se capta la propensi¨®n al cambio.
Asimismo, en el universo del PP de una u otra obediencia late la certeza de que tienen el futuro despejado. Cuentan para ello con la debilidad de la alternativa pol¨ªtica, decimos del PSPV, b¨¢sicamente, pero tanto o m¨¢s valoran los fastos que se preparan, con menci¨®n singular de la visita del Papa a Valencia y la movilizaci¨®n excepcional que ello conlleva, y de la que ya se han anticipado cifras de afluencia similares al alud fallero, con participaci¨®n nutrida de asociaciones e institutos p¨ªos de opusdeos, kikos y legionarios. Unas jornadas de exaltaci¨®n espiritual que, a no dudar, ser¨¢n capitalizadas principalmente por el Gobierno auton¨®mico que las ampara.
Cumplido este hito hist¨®rico, y en su estela, nos abocaremos ya a la lucha por el voto cara al 2007, trance en el que la propaganda no propiciar¨¢, precisamente, la percepci¨®n ciudadana de problemas graves como el desmesurado d¨¦ficit econ¨®mico-que nos hipoteca el futuro- o el desva¨ªdo balance de la legislatura. Una m¨¢s que se ha consumido casi en balde, y de la que costar¨ªa lo indecible acertar por qu¨¦ proyectos ha apostado, salvo la apremiante tarea de tapar los agujeros financieros heredados. Y cuando un cr¨ªtico o tribuno se?ale el vac¨ªo con el dedo, seguro que el Consell o sus vicarios sacan a colaci¨®n la Copa de Am¨¦rica y se ponen tibios perorando sobre regatas y nuestra fama en el mundo entero.
Pero que nadie se llame a enga?o: a pesar de su discurso plano y propensi¨®n por los grandes eventos, este partido que gobierna se alz¨® con la mayor¨ªa absoluta y lleva trazas de repetir la jugada. Las cosas como son y, para obviar las digresiones, dir¨ªamos que a los valencianos nos va la marcha.
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