El 14 de abril
EL 75? ANIVERSARIO -anteayer- de la proclamaci¨®n de la II Rep¨²blica comenz¨® con la contestaci¨®n del presidente Zapatero a una pregunta del senador Bonet i Rev¨¦s -en la sesi¨®n de control del 5 de abril de la C¨¢mara alta- sobre el demorado env¨ªo a las Cortes del proyecto de ley sobre la memoria hist¨®rica; el parlamentario de Entesa Catalana aprovech¨® la ocasi¨®n para afirmar que la experiencia republicana "fue el primer r¨¦gimen pol¨ªtico aut¨¦nticamente democr¨¢tico en Espa?a", y que sus pol¨ªticas de igualdad de la mujer, escolarizaci¨®n, derechos sociales y autonom¨ªas territoriales constituyen un embri¨®n del actual sistema pol¨ªtico. El presidente del Gobierno dio la raz¨®n al interpelante, anunci¨® un dilatado calendario conmemorativo, y se?al¨® que buena parte de los anhelos y los objetivos del 14 de abril son "pilares fundamentales" de la Constituci¨®n de 1978, con independencia de que el marco institucional de sus contenidos sea hoy una Monarqu¨ªa parlamentaria.
Nadie mejor que Jorge Sempr¨²n ha puesto de relieve la l¨ªnea de continuidad existente entre el pasado republicano y la Espa?a contempor¨¢nea
Ese g¨¦nero de reflexiones pol¨ªticas no pretende -ni podr¨ªa conseguirlo aunque lo intentara- sustituir el debate historiogr¨¢fico sobre el esperanzado nacimiento, el dram¨¢tico desarrollo y la tr¨¢gica derrota de la II Rep¨²blica, sino subrayar las l¨ªneas de continuidad entre la democracia espa?ola contempor¨¢nea y un pasado guardado todav¨ªa por los recuerdos personales de los supervivientes. La existencia de esos nexos apenas fue discutida durante la transici¨®n: la visita del Rey a la viuda de Aza?a en M¨¦xico (como ahora su viaje a Toulouse, capital del exilio republicano en Francia) simboliz¨® la voluntad de reconciliar definitivamente esas dos Espa?as que los publicistas aliados con el ala dura del PP tratan de resucitar. ?C¨®mo explicar entonces que la relaci¨®n de parentesco democr¨¢tico entre la II Rep¨²blica y la actual Monarqu¨ªa parlamentaria sea hoy negada con tanta furia, ignorancia y agresividad? Aunque los mayores ataques contra el Rey procedan -desde el 23-F hasta los delirios actuales de la caverna medi¨¢tica- de la ultraderecha sedicentemente mon¨¢rquica, el reconocimiento por el presidente del Gobierno de la obvia deuda de la Espa?a contempor¨¢nea con sus precursores republicanos es presentado como un avieso programa de desestabilizaci¨®n institucional.
Es un lugar com¨²n afirmar que la historia del pasado refleja de manera deformada los conflictos del presente; llevando hasta los ¨²ltimos extremos los prejuicios ideol¨®gicos y la manipulaci¨®n de los hechos, los constructores de esos espejos c¨®ncavos asignan hoy a la sublevaci¨®n militar del 18 de julio de 1936 el anticipado papel de coartada justificadora de un futuro apocal¨ªptico. El segundo mandato del PP y los a?os siguientes a su derrota electoral han fomentado una grotesca lectura del periodo de entreguerras y la d¨¦cada de los treinta cada vez m¨¢s pr¨®ximo a las versiones panfletarias del primer franquismo, fuentes donde abreva la nueva escuela historiogr¨¢fica policial de la extrema derecha. Pero la defensa de los proyectos y de los valores republicanos aplastados por los vencedores del conflicto fratricida es congruente, sin embargo, con la lealtad constitucional a la Monarqu¨ªa parlamentaria.
Nadie mejor que Jorge Sempr¨²n ha puesto de relieve, en una conmovedora y hermosa reconstrucci¨®n literaria de su memoria personal (Adios, luz de veranos... Tusquets, 1998), esa l¨ªnea de continuidad entre el pasado republicano y la Espa?a contempor¨¢nea. Tras elegir como ¨²ltima morada el peque?o cementerio de Biriatou (motivo en su d¨ªa de un impresionante poema de Unamuno), un pueblo franc¨¦s situado sobre la frontera del Bidasoa, el escritor -exiliado republicano, recluso del campo nazi de Buchenwald, dirigente del Partido Comunista hasta 1964 y ministro con un Gobierno de Felipe Gonz¨¢lez- expresa el deseo de que su cuerpo sea envuelto cuando llegue el momento "en la bandera tricolor -rojo, gualda, morada- de la Rep¨²blica". Aunque Jorge Sempr¨²n cree que la Monarqu¨ªa parlamentaria es hoy "el mejor sistema posible para garantizar la democracia" y mantener la cohesi¨®n espa?ola, la bandera tricolor no contradice esa convicci¨®n: simboliza simplemente la fidelidad al exilio y al dolor de los suyos.
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