Debemos salvar Can Ricart al completo
El pasado 6 de abril, EL PA?S publicaba un art¨ªculo muy interesante de Joan Subirats sobre el hist¨®rico recinto industrial de Can Ricart, en Poblenou, y el proyecto para su preservaci¨®n. Un art¨ªculo con el que coincido en el 99% de su contenido, aunque no comparto la visi¨®n un tanto optimista de su autor, que considera la propuesta actual del gobierno municipal como claramente mejor que la inicial.
No les enga?ar¨¦, descubr¨ª el recinto fabril de Can Ricart a principios del a?o 2005. Fue durante una de las muchas visitas que hago con ciudadanos de Barcelona a su barrio de residencia o a su lugar de trabajo, y que han querido trasladarme sus inquietudes o sus propuestas. El paseo por Can Ricart me permite descubrir una destacada actividad industrial en un entorno con un marcado car¨¢cter, con encanto; un rac¨® de ciutat de los que hacen que Barcelona sea Barcelona, con un sabor y un aroma inconfundibles. Esa no fue mi ¨²ltima visita al recinto, ya que he seguido con las empresas afectadas el proceso que ha culminado con la expulsi¨®n del recinto.
"Can Ricart se salvar¨¢ con un proyecto ambicioso, y lo impulsaremos con fuerza hacia la modernidad como lo hicieron los industriales que construyeron el recinto en el siglo XIX"
Antes de que su marcha fuera irremediable, en el grupo municipal de CiU demostramos que se pod¨ªa modificar el planeamiento urban¨ªstico previsto para salvar todo el recinto industrial sin perjudicar los leg¨ªtimos intereses de la propiedad. Nos tacharon entonces de indocumentados y demagogos, pero la ¨²ltima propuesta del tripartito municipal, que como Subirats me gustar¨ªa pensar que es provisional, confirma ahora que nuestro proyecto era razonable.
Pero en este a?o que hemos perdido por un gobierno municipal lento de reflejos, las empresas han abandonado Can Ricart, que ha sufrido una r¨¢pida degradaci¨®n que culmin¨® con el incendio del pasado 4 de abril. Un incendio tan poco deseado como lamentablemente previsible. Los vecinos y las empresas que a¨²n resisten en el recinto hab¨ªan advertido diversas veces del riesgo de incendio o de cualquier otro percance en el interior de un Can Ricart cada vez m¨¢s desolado y vac¨ªo. Esa lentitud municipal, llevada a la exasperaci¨®n, es la que permiti¨® el incendio de una nave que todo apunta que ya era entonces de propiedad municipal.
La vacilaci¨®n municipal ya ha hecho que no nos podamos plantear mantener las actividades industriales, pero s¨ª podemos discrepar en el uso que ha de tener el recinto. Transformar Can Ricart en un escenario de cart¨®n piedra es no entender la oportunidad que nos brinda este espacio. Este recinto fabril que lleva albergando desde su creaci¨®n centenaria actividades industriales deber¨ªa mantener su orientaci¨®n productiva, ofreciendo espacios para unas actividades que el 22@, lejos de repudiar, tendr¨ªa que considerar como estrat¨¦gicas.
En el gobierno municipal siempre se define el 22@ como la transformaci¨®n de un espacio industrial obsoleto en uno que d¨¦ cabida a nuevas actividades econ¨®micas basadas en el uso intensivo del conocimiento. ?Por qu¨¦ no puede encajar en esta definici¨®n una empresa que fabrica velas siguiendo procedimientos artesanales -sus modelos son copiados, con muy poca fortuna, hasta por productores chinos- y que ha tenido que abandonar Can Ricart? ?Ser¨¢ porque el conocimiento transmitido entre padres e hijos en esta ciudad, que pretende ser multicultural y moderna, ya no viste tan s¨®lo porque nos recuerda al pasado, aunque ¨¦ste se pueda proyectar con fuerza al futuro?
La respuesta es que el 22@ menosprecia este tipo de actividades ya que las considera incompatibles con un espacio destinado a albergar la modernidad de cortas miras que impulsa el gobierno municipal. Podemos discutir si Can Ricart merece la pena o no, aunque ante la abrumadora documentaci¨®n que de manera m¨¢s que meritoria nos ha puesto encima de la mesa el F¨®rum Ribera del Bes¨°s se me hace dif¨ªcil encontrar argumentos para justificar el derribo. Una vez llegados a la conclusi¨®n de que hay que salvar el recinto, debemos hacerlo de manera ¨ªntegra. Como argumentan los vecinos, en caso contrario es como si ahora decidi¨¦ramos conservar un coche, pero tirando el motor y cortando por el maletero. Podr¨¢ servir como mueble, pero no habremos conservado un coche.
Debemos salvar todo el recinto de Can Ricart, y tenemos que salvarlo como un recinto vivo, como un recinto productivo. La semana pasada tuve oportunidad de visitar el recinto vecino de la antigua f¨¢brica de La Escocesa, otro espacio digno de atenci¨®n que actualmente alberga a un nutrido grupo de personas que se dedican a la creaci¨®n art¨ªstica en algunos peque?os talleres. Compartir una ma?ana con los moradores actuales de La Escocesa me permiti¨® conocer a una interesante compa?¨ªa teatral que hace de las sombras todo un espect¨¢culo, unos montajes que tardan hasta dos a?os en elaborar tras recopilar conocimientos y experiencias sobre la luz y las sobras que proyectan diversos materiales. En otro taller, un creador contaba que despu¨¦s de tres a?os de experimentar con hojas de ¨¢rboles y plantas ya cre¨ªa que su obra pod¨ªa ser expuesta. ?Quieren dos ejemplos m¨¢s claros de actividad que utiliza intensamente el conocimiento?
Can Ricart podr¨ªa ser el gran taller de la ciudad. Un espacio dedicado a la creaci¨®n multidisciplinar, ya que hay espacio suficiente como para dar cabida a equipamientos que den respuesta a las necesidades sociales del entorno m¨¢s inmediato, y tambi¨¦n para que la gente de Hangar pueda continuar con su actividad, tirar adelante el proyecto de Nau 21 y alojar a los que deber¨¢n dejar La Escocesa. Un taller que ha de permitir al Ayuntamiento apostar por nuevos creadores y a las empresas que se instalen en la zona aprovechar la sinergia que tanto talento concentrado en un espacio ¨²nico puede generar.
Es con un proyecto ambicioso que salvaremos Can Ricart, y lo impulsaremos con fuerza hacia la modernidad como lo hicieron los industriales que empezaron la construcci¨®n del recinto en el siglo XIX. Porque cuando hablamos de Can Ricart hablamos de la ¨²ltima oportunidad que tiene el 22@ de demostrar que es algo m¨¢s que una gran operaci¨®n inmobiliaria que puede llevarse al traste un barrio con tanto car¨¢cter como Poblenou.
Xavier Trias es presidente del grupo municipal de CiU en el Ayuntamiento de Barcelona.
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