Al Milan le sudan las manos
El equipo italiano se juega la temporada en el duelo con los azulgrana

Al Milan le sudan las manos. Como a Dida, un portero que desde hace un a?o pelea con balones resbaladizos como pastillas de jab¨®n. El equipo italiano m¨¢s internacional, el que privilegia la Champions sobre el scudetto y posee ya en sus vitrinas seis copas orejudas, saltar¨¢ al c¨¦sped de San Siro m¨¢s tenso que el Bar?a. El Milan se juega mucho m¨¢s que la s¨¦ptima en esta semifinal: se juega toda la temporada y se juega adem¨¢s la anterior, concluida con el trauma de Estambul frente al Liverpool.
Carlo Ancelotti ha administrado a sus hombres con la vista puesta en este momento. La ventaja adquirida desde el inicio por el Juventus le ha permitido dejar un poco de lado la competici¨®n nacional para concentrarse en Europa. La semana pasada, en Lecce, sac¨® un equipo de suplentes y no se espant¨® por la derrota: en cierta forma, la buscaba. Quer¨ªa que los suyos se olvidaran definitivamente del scudetto y se reservaran en exclusiva para un choque que en Mil¨¢n, y en muchos otros lugares, es visto como una final anticipada.
Si no se borra pronto, la derrota ante el Liverpool puede pesar como Heysel para el Juventus
La flacidez del Juventus en el tramo final de la Liga ha hecho que el Milan se mantenga a cinco puntos, una distancia asequible, pero Ancelotti insiste: no hay que pensar en eso. S¨®lo en el Barcelona. Y en cancelar de una vez el desastre de aquella noche en Estambul en la que todo estaba ganado en el descanso, 3-0, y en la que todo se perdi¨® en una segunda parte fantasmag¨®rica. La derrota por penaltis ante el Liverpool fue del material con que se fabrican las maldiciones y, si no se borra pronto, puede pesar para siempre. Como Heysel para el Juventus.
El hecho de que el rival sea el Bar?a a?ade al asunto un tinte freudiano. M¨¢s all¨¢ de Frank Rijkaard, formado en el selecto laboratorio milanista de los 80, el Milan se reconoce en el Bar?a, y a la inversa. Ambas sociedades han explotado a fondo la conexi¨®n holandesa, ambas privilegian el juego frente a la lucha, ambas prefieren la batalla en campo abierto a la emboscada y el contragolpe. Los rojinegros, con seis trofeos continentales, pueden justificar un cierto sentimiento paternal hacia los azulgrana, con uno solo, pero contrapesan la sensaci¨®n de superioridad hist¨®rica con la convicci¨®n de que el Bar?a es hoy lo que el Milan fue en otro tiempo: el equipo m¨¢s guapo de Europa. Todos, desde los directivos hasta los jugadores, otorgan a Ronaldinho y dem¨¢s la condici¨®n de favoritos, la misma de que disfrutaba el dream team cuando sucumbi¨® en Atenas: 4-0.
Para el Milan, esta Champions tiene el sabor de la despedida. Quiz¨¢ se ir¨¢ Ancelotti, al Madrid o a otra parte. Los veteran¨ªsimos Maldini, Costacurta y Caf¨² dif¨ªcilmente gozar¨¢n de una nueva oportunidad para alzar la orejuda. Dida, que el curso pasado era un gigante y ahora es un se?or alto con las manos muy blandas, ha dejado de gustar a Silvio Berlusconi y ser¨¢ traspasado en cuanto se encuentre un recambio. Eso contribuye a alimentar la tensi¨®n previa a las ocasiones ¨²nicas: para gran parte del Milan, ser¨¢ esta vez o nunca.
El Diablo de Mil¨¢n aguarda el momento decisivo con muchos nervios, pero nota fuertes las piernas. Kak¨¢ se encuentra bien y Shevchenko se encuentra muy bien: con esos dos suele bastar. Pirlo no es el mejor Pirlo, pero Seedorf s¨ª es la mejor versi¨®n de s¨ª mismo. Las cosas fallan un poco por atr¨¢s: acaso porque Dida no inspira confianza, en las jugadas a bal¨®n parado siempre se escapa alg¨²n rival. El Bar?a tiene el t¨ªtulo de Liga en el bolsillo. El Milan ha pensado m¨¢s en Europa y ahora lo apuesta todo a una carta: si llega la s¨¦ptima, tocar¨¢ el cielo; si no, las cuentas finales reflejar¨¢n la miseria absoluta del segund¨®n.
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