Morir sola en la gran urbe
Una mujer yaci¨® muerta en su piso de Londres durante m¨¢s de dos a?os
En Londres es normal no conocer al vecino ni estar al tanto de sus movimientos. Pero la desidia habitual en la gran urbe ha alcanzado cotas insospechadas. Una londinense yaci¨® muerta en su apartamento durante m¨¢s de dos a?os sin que nadie la echara en falta. El cad¨¢ver s¨®lo fue descubierto cuando el propietario del piso forz¨® la cerradura en vista de los retrasos en el pago del alquiler de la vivienda. En el interior se descubrieron los restos de Joyce Vincent, de 40 a?os, junto a una bolsa de la compra y regalos navide?os. La televisi¨®n estaba encendida, los platos sin fregar en la cocina y una pila de correo se acumulaba frente a la puerta. Los matasellos de algunas cartas databan de noviembre de 2003. El cuerpo sin vida de Vincent fue descubierto el pasado enero, pero el caso salt¨® a la luz p¨²blica hace cinco d¨ªas, cuando se celebr¨® el juicio forense.
Joyce Vincent estaba tumbada en el suelo, con la ropa puesta y la calefacci¨®n y la televisi¨®n encendidas
"Hoy en d¨ªa esto no deber¨ªa suceder. En Londres hay muchas personas que viven solas y que hacen su propia vida. Nos recuerda a todos que deber¨ªamos prestar m¨¢s atenci¨®n a nuestros vecinos", se?al¨® Lynne Featherstone, diputada del distrito donde resid¨ªa la difunta, en el barrio de Hornsey, al norte de Londres. El obispo anglicano de la zona, Peter Broadbent, lament¨® la ruptura de los lazos comunitarios y defendi¨® la construcci¨®n de una sociedad comprometida con el pr¨®jimo. "Deber¨ªamos conocer al vecino tan bien como a la persona con la que trabajamos o con la que socializamos", dijo el obispo.
Los vecinos fallaron a Joyce Vincent. Tambi¨¦n sus hermanas. Y una asociaci¨®n de mujeres a la que acudi¨® buscando refugio como v¨ªctima de violencia dom¨¦stica. Le procuraron un peque?o apartamento de protecci¨®n oficial, dentro de un gran bloque de unas 200 residencias, regentado por una cooperativa de viviendas, la Metropolitan Housing Trust. Pero ni unos ni otros se interesaron por comprobar qu¨¦ tal se acomodaba a su nueva situaci¨®n, c¨®mo prosperaba con sus problemas.
En la vista forense, la polic¨ªa desvel¨® que el cad¨¢ver estaba en un avanzado estado de descomposici¨®n y que la identificaci¨®n se hab¨ªa efectuado comparando sus dientes con pruebas dentales y con una fotograf¨ªa familiar. La fallecida estaba tumbada en el suelo, con la ropa puesta, la televisi¨®n y la calefacci¨®n encendidas. Las medicinas y los alimentos que encontraron en el piso indicaban plazos de caducidad en torno a noviembre de 2003.
Vincent probablemente acababa de hacer la compra, pero las bolsas de pl¨¢stico proven¨ªan de una cadena de supermercados que ya no existe. El pat¨®logo no pudo determinar las causas de la muerte debido a que los restos encontrados eran pr¨¢cticamente un esqueleto. Y la polic¨ªa descart¨® circunstancias sospechosas en el fallecimiento. El juez forense Andrew Walker decret¨® un veredicto abierto, es decir, sin justificaci¨®n certera sobre la raz¨®n de la muerte de Vincent. Sus vecinos creyeron que el apartamento estaba desocupado. Michael Dobbs explic¨® al diario The Guardian que hab¨ªa llamado a la puerta en varias ocasiones, sin obtener respuesta alguna. A este inquilino no le extra?¨® el mal olor, ni el ruido constante de la televisi¨®n porque, seg¨²n dijo, el inmueble no brilla por su limpieza ni por el silencio. "Es asombroso pensar que ten¨ªa familia, pero nadie vino", coment¨® al rotativo.
El Ayuntamiento pagaba parte del alquiler del apartamento. El resto correspond¨ªa a la inquilina y, obviamente, los retrasos iban acumul¨¢ndose. Fue entonces, a?os despu¨¦s, cuando la Metropolitan Housing Trust quiso desahuciar a la morosa y, tras forzar la cerradura, se encontraron con un espect¨¢culo pat¨¦tico. Una familia ocupa hoy el piso donde Joyce Vincent muri¨® olvidada por todos.
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