Los demonios racionales
Ahora que afortunadamente los ciudadanos italianos parecen haberse librado -?aunque no sin dificultades!- del ubicuo y omnimanipulador Berlusconi, puede ser buen momento para examinar un documento que aglutin¨® cierto apoyo intelectual a su candidatura: el Manifiesto por Occidente promovido por el presidente del Senado, Marcello Pera, y que aun¨® firmas tan conocidas como las de Rocco Butiglione y el cineasta Franco Zeffirelli, numerosos parlamentarios de la Alianza Nacional y dirigentes de Comuni¨®n y Liberaci¨®n, junto al menos tres diputados democratacristianos de UDC, entre bastantes otros. Aunque por razones obvias no firm¨® expresamente el documento, podr¨ªamos quiz¨¢ mencionar como uno de sus apoyos al propio papa Benedicto XVI, citado en ¨¦l como mentor y que nueve d¨ªas despu¨¦s de hacerse p¨²blico el manifiesto recibi¨® oficialmente a Marcello Pera en una audiencia particular.
El texto en cuesti¨®n no es menos tortuoso y ambiguo que la trayectoria pol¨ªtica de su promotor. Desde una posici¨®n libertaria (en el sentido anglosaj¨®n del t¨¦rmino) inspirada por el pensamiento de Popper y pr¨®xima al Partido Radical -incluida su defensa de la laicidad-, Marcello Pera ha pasado a ser senador de Forza Italia y convertirse en cabeza visible del movimiento teo-conservador, exaltador de los valores cristianos, de las prohibiciones en materia de bio¨¦tica de la Iglesia Cat¨®lica y de la batalla contra el mestizaje cultural, criticando el mito de la posible integraci¨®n republicana de todos los inmigrantes. El Manifiesto por Occidente denuncia la crisis moral europea que desemboca en una especie de verg¨¹enza por nuestra prosperidad y nuestras tradiciones. Se cuestionan as¨ª los valores consagrados de la vida desde su origen y hasta su fin natural, de la persona, de la familia, del matrimonio (?bodas homosexuales!), entre otros rasgos pol¨ªticos indelebles de nuestra identidad. No es raro que la natalidad est¨¦ en ca¨ªda libre... En una palabra, y dicha nada menos que por Benedicto XVI, "Occidente hoy no se ama a s¨ª mismo". Es algo as¨ª como el "auto-odio" que achacaba un pr¨®cer de ERC a sus convecinos menos nacionalistas, pero a escala continental...Y es que sin duda no le faltar¨¢n en nuestro pa¨ªs al manifiesto de Pera defensores locales que suspiran por una versi¨®n hisp¨¢nica del mismo, que ser¨ªa cierta y literalmente la "Repera".
Lo levemente chocante de este pasticcio de dogmas recobrados y reproches semi-veros¨ªmiles es que, como en tantos otros casos, m¨¢s que defender la tradici¨®n europea, la poda y recrea a su conveniencia. Asegura, por ejemplo, que "el laicismo y el progresismo reniegan de las costumbres milenarias de nuestra historia". Bueno, ning¨²n tradicionalista podr¨ªa realmente quejarse de ello. Precisamente cuestionar incluso revolucionariamente las costumbres milenarias, las creencias m¨¢s veneradas, las jerarqu¨ªas institucionales de derecho divino, las limpiezas de sangre y las genealog¨ªas mejor asentadas, los privilegios inamovibles, las doctrinas cosmol¨®gicas y t¨¦cnicas reputadas intocables, etc¨¦tera... es el rasgo m¨¢s caracter¨ªstico en la evoluci¨®n intelectual y pol¨ªtica de la Europa que hist¨®ricamente conocemos. Octavio Paz caracteriz¨® la modernidad como "la tradici¨®n de lo nuevo", pero en nuestros pa¨ªses este desasosiego inventor viene de mucho m¨¢s atr¨¢s. Una comunidad aquietada en rutinas piadosas, dedicada a venerarse a s¨ª misma, incapaz de poner en cuesti¨®n sus fundamentos m¨¢s sagrados y de transgredir todos los l¨ªmites, empezando por los h¨¢bitos de la representaci¨®n est¨¦tica, ser¨¢ preferible o rechazable seg¨²n los par¨¢metros que aplique cada cual, pero desde luego lo que nunca ser¨¢ es propiamente "europea". Estos conservadores con nostalgias teocr¨¢ticas de un Sacro Imperio que hoy suena m¨¢s bien risible no defienden nuestros valores, sino que los marchitan: empezando por el propio cristianismo -d¨ªscolo desde sus or¨ªgenes- al que pretenden sumiso y fan¨¢tico, es decir, "isl¨¢mico", en el peor sentido del t¨¦rmino...
Claro que para recibir lecciones de una religi¨®n desconcertantemente desligada de la modernidad en ebullici¨®n que ha decidido condenar sin entender no hace falta remitirse a la compota te¨®rica de Pera. El pasado Jueves Santo, monse?or Carlos Amigo, cardenal arzobispo de Sevilla, publicaba un art¨ªculo titulado El coro de las tinieblas (ABC, 13 de abril de 2006), un nombre que parece el de la pr¨®xima novela de Dan Brown. Inclu¨ªa serias admoniciones: "De vez en cuando aparecen unos demonios racionales que son como apagaluces de pensamiento de amplios horizontes. Avalistas de todos esos submundos pseudointelectuales de la autosuficiencia, el egocentrismo y la cerraz¨®n. Suelen vencerse con el estudio, la investigaci¨®n, el di¨¢logo, la honestidad intelectual y la esperanza". Dejando aparte la esperanza, a la que conocemos de anta?o como lo ¨²ltimo que suele perderse, no deja de sobresaltarme aprender que la honestidad intelectual es la virtud que defienden aquellos cuyas doctrinas carecen de ninguna posibilidad objetiva de verificaci¨®n frente a los "demonios racionales" empe?ados en apagar las luces de los pensamientos de amplios horizontes. Dados los progresos del pensamiento occidental debidos en los ¨²ltimos cuatrocientos a?os a la firma espiritual que representa el cardenal Amigo, me encantar¨ªa que me detallase los temas de estudio e investigaci¨®n a los que debemos dedicarnos ahora para no quedar indebidamente mutilados. Respecto al di¨¢logo, no necesito preguntarle nada, porque nos lo est¨¢ explicando a los espa?oles con empe?o y detalle el padre Alec Reid. Estamos de suerte: despu¨¦s de disfrutar tanto tiempo de los incomparables curas vascos, ahora importamos uno de Irlanda para degustar otra variedad a¨²n m¨¢s exquisita del mismo molusco.
La parte m¨¢s racionalmente pol¨¦mica (perd¨®n por la alusi¨®n sat¨¢nica) del manifiesto supuestamente occidentalista de Marcello Pera es la que se refiere a la integraci¨®n en nuestras comunidades de los inmigrantes deotras culturas. Ni el modelo multicultural a la inglesa o a la holandesa ni el republicano franc¨¦s cuentan evidentemente con su benepl¨¢cito. El documento se alza contra la pr¨¦dica del valor igual de todas las culturas, planteamiento que no carece de sensatez. El problema es que tan preciada caracter¨ªstica no le vendr¨¢, desde luego, de la facundia biliosa de Oriana Fallaci o de historiadores como Giorgio Rumi y Ernesto Galli della Loggia, fiscales de los vicios seg¨²n ellos inerradicables del oportunismo for¨¢neo que nos invade. Es decir, lo malo es que tras haber denunciado que efectivamente no todas las culturas son iguales, el manifiesto parece incapaz de se?alar con un m¨ªnimo de precisi¨®n qu¨¦ es lo que hace a una de ellas -la democr¨¢tica socioliberal- preferible a sus competidoras teocr¨¢ticas o comunitaristas. Y tal habr¨ªa sido precisamente el punto m¨¢s digno de ser subrayado.
En efecto, lo que debe ser defendido y reforzado en nuestros pa¨ªses europeos no es el "derecho de las comunidades", sino el de cada uno de los individuos en cuanto ciudadanos. Y la diferencia entre uno y otro estriba en que el primero consiste en un ser (basado en la etnia, en la religi¨®n, en la identidad sustentada por cualquier idea esencialista de la comunidad nacional) mientras que el segundo configura un estar bajo instituciones y leyes que a¨²nan lo diverso. El "ser" atiende a sustancias inconmovibles y se define por el origen mientras que el "estar" organiza la convivencia a partir de convenciones aceptadas y se orienta hacia el futuro. La identidad de lo que cada cual prefiere ¨ªntimamente ser queda a cargo de la administraci¨®n subjetiva, pero la forma de estar juntos -en la que todas las subjetividades, salvo las totalitarias y excluyentes, pueden encontrar acomodo- es el logro constitucional de una f¨®rmula laica y por tanto radicalmente democr¨¢tica compartida. De aqu¨ª que ning¨²n "ser" hipostasiado pueda resultar factor actual de progreso (muy atinado el chiste de Ca¨ªn en La Raz¨®n: "En cuanto hablan de derechos hist¨®ricos aparecen los deberes prehist¨®ricos"), o sea, que considerar a estas alturas que hay clericalismos o nacionalismos "progresistas" resulta un ox¨ªmoron, como hablar de "marcha de los parados" o "nieve frita". Y, por supuesto, el futuro del Pa¨ªs Vasco sin violencia se habr¨¢ de parecer m¨¢s a la Constituci¨®n que all¨ª han defendido Rosa D¨ªez o Pilar El¨ªas que al miserable retroceso nacional-oportunista ama?ado por Gema Zabaleta y otras se?oras.
Claro que si ustedes han decidido emprender junto a Marcello Pera o monse?or Amigo su propia cruzada contra los "demonios racionales", entonces no me queda m¨¢s remedio que retirar todo lo dicho...
Fernando Savater es catedr¨¢tico de Filosof¨ªa de la Universidad Complutense de Madrid.
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