"Todav¨ªa no s¨¦ lo que acabar¨¦ siendo cuando sea mayor"
Nacido en Oviedo en 1934, Gonzalo Su¨¢rez ha vivido en muchas ciudades y ha transitado por facetas muy variadas. Periodista, novelista, guionista y director de cine, este veterano intelectual es uno de los personajes m¨¢s singulares y atractivos del panorama cultural espa?ol. En su caso, siempre hay que reconocer que tiene una voz y un estilo propios, haga lo que haga. Ahora recupera las cr¨®nicas publicadas con el seud¨®nimo de Mart¨ªn Girard.
PREGUNTA. ?Por qu¨¦ cree que estas cr¨®nicas de los sesenta mantienen vigencia hoy?
RESPUESTA. Puede que se deba a que, para m¨ª, el estilo es acontecer. Eso hace que se lean como si estuvieran sucediendo hoy. ?A qui¨¦n no le apetece viajar, sin par¨¢metros temporales, y ser testigo indiscreto de una noche con Luis Bu?uel, investigar la muerte de una jirafa en el zoo, visitar clandestinamente a un rey apodado Pel¨¦ confinado en un hotel de Mil¨¢n, charlar de circo y putas con un trapecista frustrado llamado Miguel Mihura o de amor y muerte con el cantante Charles Aznavour, adem¨¢s de recuperar el testimonio de una ¨¦poca a trav¨¦s de una ciudad, Barcelona?
P. Su madre convivi¨® con Helenio Herrera. ?A partir de ah¨ª naci¨® su afici¨®n por el f¨²tbol? ?Qu¨¦ trabajo hac¨ªa?
R. Mi relaci¨®n con el f¨²tbol fue casual. O causal. Mi madre y Helenio Herrera, famoso entrenador, convivieron durante m¨¢s de 20 a?os y tuvieron dos hijos, mis hermanos Helenio y Roc¨ªo. A partir de 1950, esa circunstancia me descubri¨® el f¨²tbol. Pero tambi¨¦n, y sobre todo, me hizo sentir la fugacidad de la fama. Desde muy pronto, me di cuenta de que los dioses del d¨ªa apenas duraban lo que las mariposillas que vuelan atra¨ªdas por una bombilla y acaban chamuscadas. Eso me convirti¨® en alguien muy suspicaz con respecto al ¨¦xito medi¨¢tico. En mis c¨¢lculos de posteridad, llegu¨¦ a la conclusi¨®n de que era preferible emular a Victor Hugo que llegar a ser Di St¨¦fano. Al menos, duraba m¨¢s. En lo que respecta a mi colaboraci¨®n con Herrera, comenz¨® en su etapa del Inter de Mil¨¢n. Yo me limitaba a proporcionarle los informes t¨¢cticos que ¨¦l me ped¨ªa para contrarrestar el catenaccio, la t¨¢ctica del cerrojo defensivo. Se trataba de dise?ar estrategias para crear espacios. ?sa fue mi peque?a contribuci¨®n al advenimiento del llamado f¨²tbol moderno.
P. El f¨²tbol es hoy m¨¢s un negocio que un deporte. ?En qu¨¦ ha cambiado?
R. En uno de los reportajes de La suela de mis zapatos calcul¨¦ a cu¨¢nto estaba entonces el kilo de jugador. Se trataba, simplemente, de saber lo que pesaba cada uno y cotejarlo con su cotizaci¨®n. Por ejemplo, Luis Su¨¢rez, 27 a?os, 72 kilos, adquirido por 25 millones de pesetas y cotizado en 40, saldr¨ªa a 555.555 el kilo. Capic¨²a. Ahora es m¨¢s caro el kilo. ?sa es la diferencia.
P. ?Qu¨¦ personaje le caus¨® mejor impresi¨®n en aquella ¨¦poca? ?Por qu¨¦?
R. Recuerdo al escritor Bruce Marshall con especial simpat¨ªa. Parec¨ªa un personaje de Stevenson. Por cierto, odiaba a los periodistas. Dec¨ªa que los periodistas hab¨ªamos acabado con las palabras. Y determinados pol¨ªticos tambi¨¦n, a?adir¨ªa yo. Las palabras se gastan cuando se usan sin que el pensamiento las preceda. Odio las retah¨ªlas program¨¢ticas que suelen aderezar eso que se ha dado en llamar pensamiento ¨²nico. ?C¨®mo puede existir un pensamiento ¨²nico? Es contradictorio con la idea de pensamiento que fluye de forma ininterrumpida y cambiante, y con una realidad manifiestamente plural. Por cierto, a Bu?uel tambi¨¦n le desagradaban los periodistas porque, seg¨²n ¨¦l, s¨®lo captaban los aspectos m¨¢s superficiales.
P. Cine, literatura y deporte eran sus pasiones principales. ?Lo siguen siendo hoy?
R. La literatura ha sido una constante en mi vida. El deporte vino despu¨¦s. El periodismo fue una consecuencia del escritor y del pretendido hombre de acci¨®n. El cine sobrevino m¨¢s tarde y de repente. Todav¨ªa no s¨¦ lo que acabar¨¦ siendo cuando sea mayor.
P. ?El periodismo es una buena escuela para la literatura y los guiones de cine?
R. Depende. Para los periodistas que cuidan las palabras, s¨ª. La literatura y el periodismo se enriquecen mutuamente y, a menudo, se llevan muy bien en la pantalla. V¨¦ase Buenas noches, buena suerte. En mi opini¨®n, es un ejemplo magistral.
P. Usted emple¨® en sus entrevistas un estilo muy directo, con humor del absurdo y describiendo el escenario.
R. Se dice que me anticip¨¦ al llamado nuevo periodismo. En realidad, nunca he sido consciente de anticiparme a nada por la sencilla raz¨®n de que no tengo una percepci¨®n cronol¨®gica del tiempo. Por eso las cr¨®nicas de La suela de mis zapatos se conservan intactas. Me siento como chico con zapatos nuevos. El libro es una cr¨®nica viva y actual de las cr¨®nicas y entrevistas de anta?o y est¨¢ siendo acogido con la misma sorpresa e inter¨¦s de aquel entonces. Puede que se deba a que mi mirada es la misma y el estilo tambi¨¦n. Creo que estoy en deuda con Raymond Chandler, Dashiell Hammett, Jardiel Poncela, Pirandello, Ionesco y una larga lista de acreedores a los que nunca tendr¨¦ ya la oportunidad de pagar. Tambi¨¦n hay algo del C¨¢ndido de Voltaire y de los hermanos Marx. Y efluvios quijotescos.
P. La entrevista es un ejercicio de seducci¨®n. ?C¨®mo seduc¨ªa a sus entrevistados?
R. No trataba de seducir, sino de desaparecer como los buenos ¨¢rbitros que interfieren lo menos posible en la jugada. Era como esos boxeadores estilistas que yo admiraba y que practicaban el paso atr¨¢s para ver venir al contrincante sin prestarse al intercambio de golpes, como algunos suelen hacer. Hay que dejar que las cosas pasen por s¨ª mismas y mantenerse muy despierto para poder contarlas con precisi¨®n y fidelidad.
P. Usted mantiene que se ha perdido el factor humano en el periodismo. ?A qu¨¦ se refiere?
R. Me temo que el factor humano se ha perdido en muchos aspectos de la vida moderna y no s¨®lo en un periodismo que frecuentemente queda reducido a una actividad de oficinista ante un ordenador. Por supuesto, existen y siempre existir¨¢n periodistas que no se dejen atrapar en rediles ni asuman opiniones dictadas por criterios generales impuestos por sus jefes supremos. Es importante preservar a la persona del pensamiento gregario. Me horroriza esa b¨²squeda manipuladora de las grandes audiencias, me gusta escribir, hacer cine o hablar persona a persona. Tratar a las personas como p¨²blico es despreciar el factor humano. A eso me refiero.
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