Nelson sobre tacones blancos

Con una est¨¦tica que le acerca a Jan Fabre, tres mujeres y un hombre (todos en sost¨¦n y bragas: ellas en negro, ¨¦l en blanco) exponen unos materiales fragmentarios, pretendidamente er¨®ticos a ratos, que en la t¨®nica no rebasan el caos, la bulla y una exposici¨®n de catarsis bastante in¨²til. Fren¨¤k acude a una calistenia que no se justifica m¨¢s all¨¢ de su exhibici¨®n. Las acciones se sostienen epid¨¦rmicamente por mor de la energ¨ªa de los cuatro protagonistas, todos ellos de f¨ªsico contundente; especialmente meritoria, y destaca claramente, la actuaci¨®n del cubano Nelson Reguera, que figura como ese cuarto ser feminoide pero no andr¨®gino, sensual pero no pornogr¨¢fico, en su conciencia de elemento perturbador tanto cuando se desnuda como cuando se pasea sobre enormes y peligrosos tacones de aguja blanca, acaso un s¨ªmbolo de poder y un arma en lo metaf¨®rico.

En la banda sonora de pulsaciones electr¨®nicas se oye de todo, hasta fragmentos de El lago de los cisnes en versi¨®n tecno-dance: un barrunto de asociaciones burlescas sin verdadero ritmo interior o una l¨®gica teatral que emane de las sugerencias freudianas unas y sadomasoquistas otras, hasta llegar a lo absurdo, que no al absurdo teatral. El core¨®grafo resume que ha trabajado por largo tiempo con autistas y discapacitados, y eso, en alg¨²n sentido, puede justificar el tono y algunos detalles de la propuesta donde violencia e incomunicaci¨®n tratan de volverse puente y lenguaje.

Esta edici¨®n del Festival Madrid en Danza se acerca a su final con una valoraci¨®n en la que prima una irregularidad que llega al espectador a trav¨¦s de una programaci¨®n pr¨¢cticamente inabarcable donde el calendario resulta tan disperso como los programas en s¨ª mismos; no obstante, es de m¨¦rito que el evento atienda a la progresi¨®n generacional y a la evoluci¨®n del g¨¦nero espa?ol.