Decencia y siniestralidad
El Director General de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo (OIT), Juli¨¢n Somavia, record¨® hace poco que aunque en la ¨²ltima d¨¦cada el empleo mundial ha crecido el 25%, la mitad de los trabajadores del mundo son pobres y advirti¨® de que esta situaci¨®n acabar¨¢ afectando a todas las sociedades, porque los trabajadores de los pa¨ªses que carecen de empleo buscan salida en los m¨¢s desarrollados. Los trabajadores del primer mundo sufren una degradaci¨®n de sus condiciones laborales con el aumento de la precariedad. Preguntado por "recetas mundiales" contra esto, apunt¨® que la mayor¨ªa de los estados concentran sus esfuerzos en la estabilidad macroecon¨®mica, olvid¨¢ndose del empleo, pero no cualquiera, sino de la potenciaci¨®n de pol¨ªticas de empleo de calidad, de empleo "decente".
La palabra "decente" me hizo reflexionar: es una palabra que cada vez usamos menos, a la que se acude cada vez menos. Si examinamos su contenido, vemos que en materias como el empleo, debemos rescatarla para su utilizaci¨®n enf¨¢tica. Seg¨²n el Diccionario de la Real Academia Espa?ola, decente tiene una primera acepci¨®n equiparable a honesto, justo o debido, y, en otra, a digno, o que obra dignamente, de buena calidad o en cantidad suficiente.
La decencia en el empleo es un objeto que generar¨¢ muchos beneficios sociales, la disminuci¨®n de la alarmante siniestralidad laboral, que tristemente coloca a nuestro pa¨ªs a la cabeza de Europa, por un evidente incumplimiento de la legislaci¨®n sobre prevenci¨®n de riesgos laborales.
Muchos son los factores que influyen en esta alta siniestralidad. La sociedad, todos, tenemos que poner todas nuestras energ¨ªas, para contradecir la, a veces, triste realidad de que el accidente laboral. Es, como dijo Ignacio Ramonet, en junio de 2.003 en un art¨ªculo de Le Monde Diplomatique titulado Mourir au travail "un impuesto de sangre que paga el trabajador al empresario" y lo dec¨ªa porque en Francia en el 2003 murieron 780 trabajadores, cuando en Espa?a en 2004, murieron 955 y 990 en el 2005, lo cual nos sit¨²a a la cabeza, con Portugal, de los mayores ¨ªndices de siniestralidad de la Uni¨®n Europea (6.728 accidentes de trabajo por cada 100.000 ocupados), cuando en el ¨¢rea Euro est¨¢ en unos 4.000, a¨²n muy lejos de los 1.204 de Irlanda o Suecia.
Inversamente proporcional a un trabajo decente est¨¢ un trabajo precario, que hunde sus ra¨ªces en la proliferaci¨®n de contratos temporales, empresas de trabajo temporal, trabajadores aut¨®nomos que trabajan en realidad para una ¨²nica empresa a la que prestan sus servicios, trabajo a destajo y, sobre todo, las subcontratas. El fen¨®meno de las subcontratas est¨¢ alcanzando en nuestro pa¨ªs y nuestra Comunidad, dimensiones tales que en obras en construcci¨®n, los trabajadores no saben ni para qui¨¦n trabaja su compa?ero de al lado ni de qui¨¦n es la obra. Ante esta realidad, la precariedad, la falta de formaci¨®n e informaci¨®n del trabajador sobre su puesto de trabajo, su temporalidad y la falta de coordinaci¨®n hacen el resto para que el accidente laboral se proyecte como una consecuencia natural del fen¨®meno indicado; la cadena de subcontratas puede llegar a catorce o quince empresas en la construcci¨®n.
Esperemos que los cambios legislativos anunciados sobre una Ley que limite la subcontrataci¨®n a tres niveles y un aumento de las plantillas fijas, sean instrumentos id¨®neos para aumentar la seguridad laboral y se pueda terminar con realidades que calificar¨ªamos de capitalismo salvaje en la construcci¨®n, con empresas con m¨¢s de cien empleados de oficinas, pero sin un solo alba?il en plantilla.
Por todo ello, no es decente, en muchas ocasiones, intentar trasladar la responsabilidad del accidente laboral al trabajador, sin analizar si la "auto-puesta" en peligro del operario es un acto libre y culpable del mismo o es una consecuencia coaccionada por la precariedad de su puesto de trabajo, pues en ocasiones es tanto o m¨¢s lesivo para el trabajador al que se le han facilitado los equipos de protecci¨®n individual o colectivos, que no se le proporcione la informaci¨®n precisa acerca de los riesgos existentes en el conjunto de la empresa y su concreto puesto de trabajo y una formaci¨®n suficiente en relaci¨®n a las medidas que se han adoptado o deban adoptarse a fin de protegerse frente a los mismos.
La posici¨®n del Ministerio Fiscal es clara, desde la creaci¨®n con la Instrucci¨®n 1/2001 de 9 de Mayo de los Servicios de siniestralidad en las Fiscal¨ªas y se ha reforzado con la reciente creaci¨®n y nombramiento de un Fiscal de Sala de Siniestralidad laboral, que coordinar¨¢ a nivel nacional esta materia.
La sociedad espa?ola, como dijo recientemente el Fiscal General del Estado, debe conciliar el progreso con la seguridad en el trabajo. El Ministerio Fiscal est¨¢ dispuesto a dedicar a ello su m¨¢ximo esfuerzo y, a?adir¨¦, decentemente, "con honestidad, modestia y moderaci¨®n".
Jaime Gil es Fiscal Coordinador de Siniestralidad Laboral de la Fiscal¨ªa del TSJ
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