Romer¨ªa hacia El Madrigal
En un ambiente inusualmente apasionado, Vila-real se volc¨® en pleno con su equipo. March¨® en romer¨ªa hacia el estadio El Madrigal. No era para menos. Una plaza en la final de la Liga de Campeones bien val¨ªa un sobreesfuerzo, un d¨ªa de nervios y de sue?os. El pr¨®ximo 17 de mayo, en Par¨ªs, se decidir¨¢ el campe¨®n de Europa. Y ser¨¢ en el d¨ªa de san Pascual, el patr¨®n de la ciudad, al que devotos y ateos imploraron ayer una ayuda celestial.
La serena afici¨®n del Villarreal, gente de todas las edades, familias enteras, acude al f¨²tbol con tranquilidad y dispuesta a disfrutar del espect¨¢culo, sin renunciar a dar ¨¢nimo al equipo de un pueblo de 48.000 habitantes ubicado gracias a ¨¦l en el panorama internacional.
El comienzo de su himno oficial sintetiza el sentimiento que transmite el Villarreal y define de qu¨¦ se sustenta la econom¨ªa de un n¨²cleo industrial y labrador. Un sentimiento amplificado a las localidades colindantes, que han hecho del Villarreal el equipo de la provincia de Castell¨®n, al igual que miles de aficionados suramericanos, argentinos, uruguayos, bolivianos y chilenos, fervientes admiradores de Riquelme y Sor¨ªn, de Forl¨¢n y Pe?a. Y del t¨¦cnico, Manuel Pellegrini, el que ha llevado al pragmatismo el on¨ªrico pensamiento de Fernando Roig, el creador del milagro.
El himno oficial se escucha en los comienzos de los partidos en El Madrigal. Sin embargo, el oficioso, es el m¨¢s popular y el que est¨¢ arraigado desde los a?os 70, cuando el Villarreal militaba en Tercera Divisi¨®n. El Submarino amarillo, la conocida canci¨®n que en el decenio de los sesenta dieron a luz Los Beatles, el grupo de Liverpool, es el que todo el mundo conoce, tararea y canta durante los encuentros y el emblema del equipo.
La llegada del autob¨²s que conduc¨ªa al conjunto de Pellegrini al estadio, hora y media antes de dar comienzo el choque, fue acompa?ada por multitud de aficionados del Villarreal ataviados con la camiseta amarilla conmemorativa de la semifinal, que agot¨® sus existencias en la tienda oficial del club, y por dos submarinos simulados, uno hinchable y otro de cart¨®n.
Mientras tanto, los 1.200 aficionados brit¨¢nicos, con indumentaria veraniega, retardaban hasta los ¨²ltimos instantes su entrada al recinto deportivo para apurar las existencias de cerveza de los bares colindantes y entremezclados de manera pac¨ªfica con la hinchada local.
Los seguidores del Arsenal quedaron minimizados y enmudecidos por la, por una vez, alborotada, ruidosa y m¨¢s irascible de lo habitual afici¨®n del Villarreal, que, al igual que en el partido de los cuartos de final ante el Inter, llen¨® El Madrigal no en funci¨®n del rival, sino para dar apoyo a la m¨¢xima entidad de Vila-real. En una fiesta llamada f¨²tbol y en una glamourosa competici¨®n. Al equipo que les ha hecho so?ar.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.