No imponer, no impedir
Con t¨ªtulo muy apropiado para un Viernes Santo, Ram¨®n J¨¢uregui avisa en su art¨ªculo de ese d¨ªa (Tentaciones peligrosas. EL PA?S, 14-04-2006) de posibles tentaciones en el proceso de paz, cayendo ¨¦l mismo en uno de los pecados contra los que alerta, ya que al peligro de que sea utilizado por los nacionalistas para imponer un determinado estatus jur¨ªdico pol¨ªtico a los no nacionalistas contrapone como bien el excluir radicalmente que pueda llevarse adelante una articulaci¨®n institucional "en el marco de la viejas reivindicaciones nacionalistas".
Ya es significativo que entre los factores que han conducido a lo que denomina "triunfo de la sociedad vasca y de la democracia espa?ola" cite el llamado pacto por las libertades y contra el terrorismo, cuyo pre¨¢mbulo exige de las formaciones nacionalistas la renuncia a postulados ideol¨®gicos y proyectos leg¨ªtimos como "condici¨®n evidente y necesaria para la reincorporaci¨®n de estas fuerzas pol¨ªticas -se cita PNV y EA- al marco de unidad de los partidos democr¨¢ticos".
Desde su imagen de rostro amable del socialismo, con enorme dogmatismo, da instrucciones a dos bandas. Dice a todo el mundo lo que hay que hacer: al entorno del Partido Popular que puede "esconder una actitud interesada en que el proceso no avance" o "una discutible voluntad de colaboraci¨®n en el proceso de paz", le llama, en tono amable eso s¨ª, a la lealtad. Pero, curiosamente, es hacia otro lado donde acredita mayor dureza y descalificaci¨®n, las reivindicaciones de los partidos nacionalistas (no todas iguales, por cierto) presentes en el paisaje pol¨ªtico vasco.
Queda claro que, frente a la importancia del m¨¦todo democr¨¢tico, el hablar todos con todos, con respecto al pluralismo pol¨ªtico y que decida la mayor¨ªa cuanto m¨¢s amplia mejor, desde su posici¨®n privilegiada en el partido mayoritario en el Estado, que no en Euskadi, opta por advertir de que hay topes y l¨ªmites: no van a admitir que se impongan concepciones nacionalistas cualquiera que sea la adhesi¨®n en votos que obtengan, la convivencia plural a la que alude deber¨¢ ser sin predominio nacionalista. "La amplia mayor¨ªa de vascos en torno a un proceso com¨²n" deber¨¢ consistir entonces en que los nacionalistas nos acerquemos a sus posiciones ?renunciando a las nuestras? aunque puedan tener mayor implantaci¨®n.
La acusaci¨®n es intentar aprovechar fraudulentamente una ocasi¨®n hist¨®rica. Si ello se debe a que es frecuente aludir en expresi¨®n conjunta, a un proceso de pacificaci¨®n y normalizaci¨®n, esto no ha supuesto nunca mezcla entre ambos aspectos o momentos aunque sea evidente la relaci¨®n de las dos cuestiones. Se cita ahora como mod¨¦lico el Pacto de Ajuria Enea, que lo fue para la pacificaci¨®n y normalizaci¨®n, y el propio Ram¨®n J¨¢uregui particip¨® en el proceso que cristaliz¨® en la declaraci¨®n de S'Agar¨®, de 21 de abril de 2002 "por la paz, la normalizaci¨®n y la concordia civil en Euskadi", promovido por el Institut de Drets Humans de Catalunya y el F¨°rum Civic pel Di¨¤leg en el que se reunieron pol¨ªticos e intelectuales vascos y catalanes para crear espacios de intercambio, reflexi¨®n y di¨¢logo.
Como pol¨ªtico informado que es, sin duda conoce el documento estrat¨¦gico "Elkarbizitzarako bake-bideak" (10-10-2005), iniciativa de EAJ-PNV ante el final dialogado de la violencia y la normalizaci¨®n pol¨ªtica, previo al anuncio del alto el fuego permanente. En ¨¦l est¨¢n claramente diferenciadas dos partes: "I. La sociedad vasca busca caminos de paz"; y "II. Una oportunidad para la normalizaci¨®n pol¨ªtica". El significativo tratamiento separado de ambas cuestiones no desanima a quienes desean la descalificaci¨®n, o tambi¨¦n el cierto adoctrinamiento, el ir haciendo opini¨®n en el Estado.
No es tampoco obst¨¢culo para acusar el tenor del comunicado de la ejecutiva nacional de EAJ-PNV o la declaraci¨®n institucional del Consejo del Gobierno Vasco, de absoluta lealtad al Gobierno que preside Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero y de colaboraci¨®n para la consecuci¨®n de la paz definitiva, separando lo que deber¨¢ hablarse con ETA, de la aspiraci¨®n leg¨ªtima de que, una vez en paz y en libertad, la sociedad vasca tenga la posibilidad de decidir su propio futuro. El tratamiento de ambas cuestiones aparece en todo momento en planos separados, y as¨ª se recoge en declaraciones de representantes pol¨ªticos institucionales. Por todas, la reiteraci¨®n del mensaje del presidente Josu Jon Imaz: "Separar por higiene democr¨¢tica el di¨¢logo con ETA de la mesa de partidos" y, en el mismo d¨ªa de publicaci¨®n del art¨ªculo al que aludo, el titular de la entrevista al propio Imaz en otro diario: "Un acuerdo pol¨ªtico entre partidos no puede ser consecuencia del di¨¢logo con una organizaci¨®n como ETA".
Una ¨²ltima cuesti¨®n. He encontrado realmente antiguo el mensaje que Ram¨®n J¨¢uregui transmite frente al nacionalismo y sus reivindicaciones; es otra vez la doctrina de tantos y tantos pol¨ªticos y analistas vertida en el momento de presentaci¨®n y tramitaci¨®n del plan del lehendakari, de la Propuesta de Estatuto Pol¨ªtico de la Comunidad de Euskadi. Suena a a?os atr¨¢s, cuando en determinados ¨¢mbitos cal¨® el mensaje de que las aspiraciones de los nacionalistas vascos encierran siempre alguna ilegitimidad democr¨¢tica, sobre la que ¨¦l se atribuye ya el juicio objetivo. No falta ni la alusi¨®n al ¨¢rbol y las nueces, propia de opinadores del entorno de la Cope.
Pero el tiempo hist¨®rico se ha acelerado, mucho ha cambiado en los ¨²ltimos a?os, todos nos hemos movido. S¨®lo permanece inalterable el mensaje machaconamente descalificador del nacionalismo vasco.
Afianzada la paz, desde EAJ-PNV buscamos, en efecto, un marco de convivencia distinto que el actual, queremos que la sociedad vasca -toda- pueda decidir libre y democr¨¢ticamente su futuro mediante el acuerdo y el pacto que a¨²ne las diferentes sensibilidades pol¨ªticas de este pa¨ªs. Pedimos a los dem¨¢s y asumimos un doble compromiso: no imponer un acuerdo de menor aceptaci¨®n que los actualmente vigentes, pero tambi¨¦n que no se impida un acuerdo de mayor aceptaci¨®n que ¨¦stos. El componente de "viejas -o nuevas- reivindicaciones nacionalistas" que conformen el resultado final, s¨®lo debe depender de la decisi¨®n democr¨¢tica del pueblo vasco y del peso electoral en ¨¦l de cada opci¨®n pol¨ªtica. No de un veto de salida que busca obtener, este caso s¨ª, clara ventaja pol¨ªtica.
Margarita Uria es diputada del Grupo Vasco (EAJ-PNV).
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