Atracador con formaci¨®n
En una magn¨ªfica vi?eta de El Roto publicada en este peri¨®dico hace unos d¨ªas, un empresario con pinta de constructor clamaba: "Ya no se puede ir por ah¨ª con un trabuco, los atracadores han de ser gente con formaci¨®n". El franc¨¦s Jacques Audiard, que como El Roto demuestra ser un agudo observador de la realidad, ha construido en De latir, mi coraz¨®n se ha parado (t¨ªtulo tan extra?o como inquietante) la figura de una de estas nuevas personalidades de la moderna sociedad del ultracapitalismo, la extorsi¨®n y las comisiones ilegales: un tipo a sueldo de una inmobiliaria, con cierta formaci¨®n intelectual e impecable fachada de honrado ciudadano, que dedica sus d¨ªas a limpiar los edificios de okupas a base de ratas, amenazas e incluso trabucos. Un apasionante personaje que se debate entre los genes paternos, violentos y malsanos y los maternos, sensibles y art¨ªsticos.
'DE LATIR, MI CORAZ?N SE HA PARADO'
Direcci¨®n: Jacques Audiard. Int¨¦rpretes: Romain Duris, Niels Arestrup, Aure Atika, Emmanuelle Devos. G¨¦nero: drama. Francia, 2005. Duraci¨®n: 108 minutos.
Como Frank Sinatra en El hombre del brazo de oro (Otto Preminger, 1955), el protagonista es un don nadie maltratado por una vida rodeada de alcohol y drogas que, sin embargo, pretende darle un giro est¨¦tico y moral a trav¨¦s de una prueba musical que lo saque del atolladero. Ambos son m¨²sicos (Sinatra, bater¨ªa; Romain Duris, pianista) y ambos se mantienen atados por un trabajo ilegal que les consume (uno, como tah¨²r de las cartas; el otro, como violento extorsionador). As¨ª que su esperanza reside en ese test que puede permitirles salir del atolladero. Audiard compone de este modo una pel¨ªcula que deambula entre el nerviosismo y la quietud, entre el furor y la delicadeza.
El director, autor de la notable Un h¨¦roe muy discreto (1996), se apoya en el, como siempre, excelente trabajo del compositor Alexandre Desplat (La joven de la perla, Reencarnaci¨®n, Syriana), que otorga un m¨¢gico sosiego a ciertas secuencias que deben introducir al espectador en la gloria que el protagonista pretende alcanzar. Como contrapartida, Audiard maneja su c¨¢mara con vehemencia, utilizando un montaje de lo m¨¢s abrupto en el que la transici¨®n entre secuencias, cortante como navaja barbera, nunca es f¨¢cil de asimilar.
Avalada por multitud de premios, entre ellos el C¨¦sar a la mejor pel¨ªcula de 2005, De latir, mi coraz¨®n se ha parado es una historia de dif¨ªcil digesti¨®n pero de amplio recorrido (este cr¨ªtico la ha saboreado en toda su extensi¨®n en una segunda visi¨®n tras un primer pase en el festival de Berl¨ªn nada complaciente), poseedora de una atm¨®sfera turbadora, atroz, terror¨ªfica.
Como la vi?eta de El Roto.
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