Dios y las palabras

Hay una idea de formidable potencia en la base de esta extra?a, a ratos ex¨®tica, pero casi siempre inclasificable peripecia que aqu¨ª llaman La huella del silencio: que a medida que una ni?a superdotada (Cross) va progresando en diversas competiciones de deletreo de palabras (toda una instituci¨®n del ocio, digamos, culto americano), su familia, compuesta por madre cient¨ªfica, padre profesor de teolog¨ªa y hermano mayor con conflictos tanto con la autoridad paterna como con la b¨²squeda de la espiritualidad, su familia va haciendo aguas, hasta hundirse definitivamente.

Pero esa idea, que por lo dem¨¢s se hace pronto evidente hasta para el espectador menos avisado, no es suficiente como para mantener en pie todo lo que los autores pretenden: nada menos que una muy metaf¨ªsica b¨²squeda de la inspiraci¨®n, del di¨¢logo con Dios, del que est¨¢ privado el te¨®logo (Richard Gere) y en cambio s¨ª tiene la ni?a, por aquello de que la gracia tal vez ha de merecerse. La huella del silencio es un filme construido como un veh¨ªculo de progresi¨®n constante, a partir del eje que le suministra el transcurrir de los concursos, pero se pierde, no obstante, por extra?os, err¨¢ticos vericuetos y se lanza al empleo de recursos punto menos que extravagantes (?esos efectos especiales con que la ni?a visualiza las palabras!).

Y por el camino, se olvida de concretar un poco m¨¢s de qu¨¦ clase de conflicto se habla, por qu¨¦ la ficci¨®n es tan dura con el progenitor, qu¨¦ tipo de enfermedad parece padecer la madre... ingredientes todos ellos que terminan lastrando a un producto tan curioso como fallido, tan suicidamente orientado hacia la espiritualidad como, en el fondo, carente de un mayor rigor de construcci¨®n, de elaboraci¨®n de personajes, de dilucidaci¨®n de las motivaciones de ¨¦stos.