'La ciudad muerta' resucita
Erich Wolfgang Korngold comenz¨® su carrera musical en Viena como "ni?o prodigio", la continu¨® como autor de ¨®peras de ¨¦xito que va perdiendo prestigio cultural al mismo tiempo que aplica su talento a componer m¨²sica para el cine, y la acab¨® en Hollywood recuperando para las pel¨ªculas los temas que ¨¦l hab¨ªa imaginado para los teatros m¨¢s prestigiosos. More corn than gold, "m¨¢s trigo que oro", escribir¨¢ un cronista incapaz de sustraerse a un f¨¢cil juego de palabras que quiere definir el valor de la obra del compositor a partir de su apellido. Ahora, con el estreno casi simult¨¢neo en el Liceo barcelon¨¦s y en el Grand Th¨¦?tre de Ginebra de la ¨®pera Die tote Stadt (La ciudad muerta) tenemos una estupenda oportunidad para descubrir qui¨¦n era y qu¨¦ hizo Korngold.
Die tote Stadt se estren¨® el mismo d¨ªa -el 4 de diciembre de 1920- en Colonia y en Hamburgo. Un a?o despu¨¦s entraba en el repertorio de las ¨®peras de Nueva York y Viena. Korngold era un jovenc¨ªsimo compositor -hab¨ªa nacido en Brno (hoy Rep¨²blica Checa) en 1897-, pero gozaba de gran fama: Bruno Walter hab¨ªa dirigido sus dos primeras ¨®peras en 1916, Otto Klemperer la tercera, Mahler hablaba de ¨¦l como de "un genio" desde 1907, cuando le oy¨® interpretar una cantata y Puccini dec¨ªa que "tiene tanto talento que podr¨ªa regalar la mitad del mismo y a¨²n le quedar¨ªa suficiente". Pero Korngold tambi¨¦n ten¨ªa un padre, Julius, cr¨ªtico musical en la Neue Freie Presse, el mejor diario de Viena, que fue su primer profesor de m¨²sica, quien orient¨® su carrera y escribi¨® varios de los libretos de sus ¨®peras, entre ellos, el de Die tote Stadt. Julius Korngold no aceptaba la aventura atonal, que la disonancia pudiese adquirir un car¨¢cter estructural. Y si ¨¦l no aceptaba a Sch?nberg, su reto?o tampoco.
El resultado es que si en 1920 Korngold es el m¨¢s prometedor de los compositores, en 1927 su Das Wunder der Heliane aparece menos moderno que Jonny spielt auf, de Ernst Krenek, que incorpora elementos de jazz mientras Korngold sigue citando operetas de Franz Lehar o valses de Strauss. En 1927, con s¨®lo 30 a?os, Korngold es considerado como un autor decimon¨®nico, un joven viejo.
En 1933 Hitler llega al poder y Korngold pasa a ser prohibido en Alemania. Por jud¨ªo pero tambi¨¦n por cultivar un Entartete Kunst, un arte degenerado. Los nazis no distinguen entre ¨¦l y Sch?nberg. En Par¨ªs y en Estados Unidos Korngold colabora con Max Reinhardt y compone la m¨²sica de Captain Blood y Anthony Adverse, ambas de 1936. Con la segunda obtiene un oscar y un contrato de larga duraci¨®n. Cuando el III Reich anexiona Austria, requisan la casa y los bienes del m¨²sico, que se instala en Estados Unidos, en compa?¨ªa de su esposa, dos hijos y el inevitable padre. Pero ¨¦ste ha perdido su poder y la realidad se impone. La Gebrauchsmusik (m¨²sica utilitaria) le gana la batalla a la Kunstmusik (m¨²sica art¨ªstica e independiente de toda instrumentalizaci¨®n). Un segundo oscar por The adventures of Robin Hood confirman la facilidad de Korngold para lograr que sus composiciones no acompa?en la acci¨®n sino que revelen su sentido profundo.
La Kunstmusik de Korngold ha sido pues v¨ªctima de una doble discriminaci¨®n: por un lado qued¨® marginada de las corrientes influyentes de la llamada "m¨²sica cl¨¢sica", y por otro qued¨® prohibida durante m¨¢s de diez a?os en todos los pa¨ªses bajo control de la Alemania hitleriana. No es extra?o que hoy las representaciones de Die tote Stadt sean un acontecimiento y que se vayan redescubriendo los m¨¦ritos del eclecticismo compositivo de Korngold, que es un buen heredero de Wagner en el sentido de que no concibe su composici¨®n como una mera sucesi¨®n bien enlazada de arias sino como un continuum al tiempo que asocia temas mel¨®dicos a los personajes, objetos o motivos del argumento, pero esa fidelidad a Wagner no le impide citar a Puccini, Berg, Strauss, Lear o, de forma expl¨ªcita, a Meyerbeer.
La ciudad muerta a la que
se refiere el t¨ªtulo es Brujas o, mejor dicho, la Bruges-la-Morte (1892) de Georges Rodenbach. En ella, el protagonista, Hugues Viane, es un viudo inconsolable que ha convertido su casa en un santuario en honor de Marie, la difunta. Un d¨ªa, paseando por las calles casi desiertas de la ciudad, descubre a una mujer -Marietta- que es f¨ªsicamente id¨¦ntica a la muerta. Pero si la desaparecida era un modelo de virtudes, su doble es un ejemplo de lascivia. Korngold introduce peque?as pero sustanciales modificaciones en el argumento. Y el resultado es una ¨®pera que reflexiona sobre s¨ª misma, que puede escucharse y verse como un texto que habla de la necesidad de saber poner punto final al luto por la persona amada para dejar que la vida retome su lugar. Marie puede interpretarse como un ¨¢lter ego de la Callas, la Tebaldi, la Melba o la Patti, como prefieran, que hoy, al ser exacerbado su magisterio, impedir¨ªan la existencia de, por ejemplo, Susan Anthony o Anna-Katharina Behnke, por citar las Marie-Mariettas de Barcelona y Ginebra.
El lector que haya tenido la paciencia de llegar hasta aqu¨ª, que ha comprendido que Marie y Marietta son interpretadas por la misma cantante, ha comprendido que Korngold y Rodenbach tambi¨¦n fueron suplantados, pues la trama de la novela fue retomada por Boileau y Narcejac para escribir D'entre les morts, mientras que Korngold y su ¨®pera se transformaron en una pel¨ªcula de Hitchcock, V¨¦rtigo, que incluye la que debe ser la mejor banda sonora de Bernard Herrmann. Los caminos de la ¨®pera son inescrutables.
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