Enterrar antes de morir
EL TRIPARTITO catal¨¢n se ha hecho tan famoso por sus disparates que a menudo pasan inadvertidas las corrientes pol¨ªticas de fondo que lo acompa?an. En Madrid, especialmente en el entorno gubernamental, hay cierta tendencia a dar a Maragall por amortizado y a creer que el tripartito tiene una fecha de caducidad muy pr¨®xima. Y en esta misma l¨ªnea, en sectores de Converg¨¨ncia i Uni¨® crece la confianza -a partir de una hipot¨¦tica palabra dada por Zapatero- en un posible futuro gobierno de gran coalici¨®n en Catalu?a. Ninguna de estas cosas puede darse como segura. Es m¨¢s, en ninguna parte est¨¢ escrito que el tripartito no repita, si salen los n¨²meros parlamentarios, aun en el caso de que CiU volviera a conseguir mayor n¨²mero de esca?os que el PSC.
Los que creen en las patrias y otros fatalismos dicen que la presidencia de la Generalitat imprime car¨¢cter y convierte en nacionalista catal¨¢n a todo el que la ocupa. Sin creer en el destino de los pueblos ni de las personas, s¨ª que se puede constatar objetivamente que Maragall se ha incorporado -y con ¨¦l, por inercia, buena parte del PSC- al espacio nacionalista. Lo cual genera una manifiesta confusi¨®n de papeles y roles. CiU, acostumbrada a considerar al PSC como un partido sucursalista dependiente de la direcci¨®n del PSOE, no puede entender que Maragall pueda desafiar la voluntad de Zapatero sin castigo. Y est¨¢ convencida de que tarde o temprano las razones del PSC se acoplar¨¢n debidamente a las del PSOE. Naturalmente, todos miran a Montilla. Sim¨¦tricamente, a los del PSOE, acostumbrados a que el PSC nunca falla, tambi¨¦n les cuesta entender las manifestaciones de disidencia del presidente Maragall. Convencidos en que a estas alturas no hay nada que frene la voluntad de Zapatero, tambi¨¦n piensan que tarde o temprano se impondr¨¢ la armon¨ªa natural de las cosas. Y todo volver¨¢ al orden. Naturalmente, tambi¨¦n ellos miran a Montilla, como seguro ejecutor de la voluntad del jefe.
Pero de momento, que se sepa, Montilla no ha dado el paso. ?Por qu¨¦? Por una raz¨®n muy sencilla: porque hay un conflicto de intereses objetivo entre el PSOE y el PSC. Y puesto que la pol¨ªtica es, finalmente, un juego de administraci¨®n de intereses, es razonable pensar que Montilla s¨®lo dar¨¢ el paso que desde varios frentes se espera si en el balance final los resultados son aceptables para el PSC.
El conflicto PSOE-PSC deriva fundamentalmente de la diferente estructura del sistema de partidos en Espa?a y en Catalu?a. En Espa?a hay tres partidos (dos de alternancia y uno de complemento) m¨¢s los perif¨¦ricos; en Catalu?a hay cinco partidos, cuatro con opciones de gobierno y uno que va camino de suicidarse (el PP). La democracia en Espa?a pasa por el eje PP-PSOE y se funda en la alternancia de estos dos partidos en las tareas de gobierno, es la tradicional oposici¨®n derecha-izquierda, que sigue siendo el principal criterio de adscripci¨®n pol¨ªtica de los ciudadanos, incluso en las naciones perif¨¦ricas. De modo que, en Catalu?a, el eje que marca la alternancia es CiU-PSC. El nacionalismo moderado es el principal adversario electoral de los socialistas catalanes, del mismo modo que el PP lo es del PSOE. El gobierno de coalici¨®n CiU-PSC ser¨ªa en este sentido letal para los socialistas catalanes, que correr¨ªan el riesgo de convertirse en una fuerza secundaria y de volver a perder por muchos a?os la condici¨®n de alternativa real.
En este punto se sit¨²a el conflicto. En la medida en que el PSC en el Gobierno se sube a la l¨®gica del nacionalismo y tiene aliados inc¨®modos como Esquerra, Zapatero, como en su d¨ªa Felipe Gonz¨¢lez, prefiere un aliado fiel como CiU controlando la pol¨ªtica catalana y un partido socialista como contrapunto al nacionalismo, encargado de alimentar la gran masa de votantes que fielmente vota al PSOE en las elecciones generales. Pero CiU es el adversario del PSC. Y ¨¦ste sabe que sus opciones de gobierno pasan por la confrontaci¨®n con CiU. Por eso hay muchos socialistas en el resto de Espa?a y bastantes convergentes que suspiran por una gran coalici¨®n que adem¨¢s de volver a CiU al poder neutralizar¨ªa al PSC. Pero hay muy pocos socialistas catalanes que quieran entrar en lo que podr¨ªa ser la tumba del partido que resisti¨® dos d¨¦cadas de hegemon¨ªa nacionalista ganando siempre las legislativas y las municipales. Por eso, que nadie d¨¦ por enterrado al tripartito. Por lo menos, mientras Montilla no d¨¦ el paso.
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