Signos y tiempos
De organd¨ª, que es una tela de algod¨®n fina y transparente, suele ser el vestido, que suele superar con mucho los 1.000 euros, y todav¨ªa m¨¢s si lleva cuidadosos bordados a mano. Luego est¨¢ el precio del moderno canc¨¢n con mucho vuelo, sustituto de las ancestrales enaguas almidonadas que ahuecaban la falda del vestido. Tambi¨¦n hay que sumar el recibo de los pendientes, pulsera, bolso, zapatos, guantes, reloj y diversos objetos piadosos. Y, naturalmente, no hay que olvidar la factura del restaurante donde tiene lugar la manduca especial, propia de toda celebraci¨®n social que sea considerada como tal. De ese modo, y seg¨²n el pertinente estudio de la Uni¨®n de Consumidores de la capital de La Plana, el coste medio de una primera comuni¨®n gira en torno a los 4.000 euros, aunque puede alcanzar unos miles m¨¢s, o algunos menos si el epicentro de la celebraci¨®n es ni?a o ni?o con uniforme de marinero o almirante. Porque cada d¨ªa, seg¨²n el informe de la Uni¨®n de Consumidores, se hace m¨¢s dif¨ªcil distinguir entre una boda y una comuni¨®n con cuentas bancarias abiertas, que se olvidan de los antiguos regalos infantiles. Sin lugar a dudas es el signo de los tiempos.
No deja de ser tambi¨¦n signo de estos tiempos, de veh¨ªculos y desplazamientos, la revitalizaci¨®n de antiguas tradiciones que estuvieron siempre entre lo l¨²dico y lo religioso. Tales como las romer¨ªas primaverales a las ermitas, anta?o rodeadas de rogativas pidiendo el agua del cielo que no el trasvase del Ebro, y hoy agrupando en torno a ellas al vecindario que tuvo que dejar un d¨ªa, por motivos laborales, su pueblo o lugar. La de els pelegrins de Les Useres con su silencio ha tenido y tiene eco medi¨¢tico, pero pelegrinos y romeros cubren la geograf¨ªa de las comarcas norte?as del Pa¨ªs Valenciano: acuden a Sant Marc en Olocau, a Sant Pere de Castellfort desde Cat¨ª, a Sant Crist¨°fol en la Tododella, a Sant Pau, a Sant Joan de Penyagolosa, a la Mare de D¨¦u de la Font... como acudir¨¢ el Papa Ratzinger a Valencia, porque las peregrinaciones o viajes pontificios de las ¨²ltimas d¨¦cadas no dejan de pertenecer al signo de los tiempos.
En puridad, el concepto ese de signo de los tiempos se empez¨® a utilizar hace aproximadamente cien a?os en la curia vaticana. Fue el Papa Le¨®n XIII, defensor de la familia cristiana frente a la ola de divorcios a finales del XIX, enemigo del socialismo y de la masoner¨ªa, quien vino a darse cuenta de que hab¨ªa situaciones nuevas y nuevos problemas en su ¨¦poca como el movimiento obrero y la injusticia social. En su enc¨ªclica sobre esas cuestiones nuevas, Rerum Novarum, habl¨® de la condici¨®n obrera e intent¨® buscar un nuevo orden social cristiano, que frenara la creciente secularizaci¨®n y el laicismo. El tema no fue mucho m¨¢s all¨¢ de convertir el "d¨ªa de los trabajadores" en la fiesta de San Jos¨¦ Obrero y en la creaci¨®n de algunas cooperativas obreras. Su talante era demasiado conservador, aunque se dio cuenta de las realidades sociales de su tiempo.
En el nuestro de ahora mismo, el signo, santo y se?a sigue siendo en exceso conservador como lo han puesto de relieve esas decenas escasas de curas valencianos, el Grup de Rectors del Dissabte, en su toma de postura ante la pr¨®xima visita de Benedicto XVI a Valencia y cuanto la rodea: utilizaci¨®n de la misma por parte del gobierno auton¨®mico conservador con solapadas campa?as televisivas sobre los d¨ªas que faltan o dejan de faltar para que llegue el Santo Padre, con dimes y diretes respecto al papel protocolario y de cortes¨ªa pol¨ªtica que ha de tener el gobierno socialdem¨®crata de Madrid con la figura del Pont¨ªfice, con el mercantilismo que, como en las comuniones, parece rodear la visita. La sencillez evang¨¦lica, la fe y el esp¨ªritu abierto a las nuevas realidades sociales, brillan por su ausencia entre tanto canc¨¢n que ahueca las faldas de organd¨ª de nuestros conservadores, han venido a decir los curitas del s¨¢bado. Y es que el signo de estos tiempos por aqu¨ª es un signo excesivamente conservador, y Dios sabe hasta cu¨¢ndo.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.