'Alba' de Am¨¦rica
A los 100 d¨ªas de gobernaci¨®n el presidente boliviano, Evo Morales, ha rellenado la ficha de su filiaci¨®n pol¨ªtica internacional, e iniciado el camino que no dejaba de avisar que emprender¨ªa. La ficha consiste en integrarse en el eje formado por los presidentes Hugo Ch¨¢vez de Venezuela y Fidel Castro de Cuba, a trav¨¦s de una doble pertenencia: al Alba (Alternativa Bolivariana para las Am¨¦ricas), una invocaci¨®n, o mejor un encantamiento de una izquierda anticapitalista, pero no necesariamente antidemocr¨¢tica; y al Tratado de Comercio con los Pueblos que no propugna el libre comercio sino el comercio libre, o a cada uno seg¨²n sus necesidades y de cada uno seg¨²n sus posibilidades. Y la ruta que pone letra a la m¨²sica de esa integraci¨®n ha sido la nacionalizaci¨®n de los hidrocarburos, que no por casualidad se ha producido al regreso de Morales a La Paz, al t¨¦rmino de la cumbre del Alba en La Habana.
Dan la medida del tiempo transcurrido desde que, por ejemplo, se lanz¨® EL PA?S, ma?ana har¨¢ 30 a?os, los diferentes respingos que hoy y entonces producen medidas como la nacionalizaci¨®n de los recursos naturales por un pa¨ªs del Tercer Mundo. En los setenta, la izquierda, incluso en el poder, ten¨ªa que ser comprensiva con los esfuerzos de Estados emergentes por tomar en propia mano el combate por el desarrollo, mientras que la derecha se encomendaba a la santa inviolabilidad de la propiedad privada; hoy, los Gobiernos de izquierdas lo m¨¢s que hacen es maquillar una preocupaci¨®n que, cuando afecta a intereses particulares pero nacionales del pa¨ªs, es sustancialmente id¨¦ntica a la de la derecha. Sagrado ego¨ªsmo.
Las nacionalizaciones, indiscutible prerrogativa de toda soberan¨ªa de Estado, son, como el rev¨®lver de Alan Ladd en Shane, ni buenas ni malas, sino s¨®lo un trasunto de la mano que las empu?a. Evo Morales no est¨¢ estafando a nadie, sino cambiando las reglas del juego, que es para lo que lo han elegido. Y parece que deber¨ªa hallarse en el inter¨¦s de ambas partes, La Paz y las compa?¨ªas internacionales, acordar un new deal que compense al productor y siga siendo provechoso para las empresas. As¨ª fue en el Tercer Mundo de Oriente Medio -cierto que no sin fragores- de los a?os cincuenta a los setenta.
El pa¨ªs andino tiene mucho que ganar con su asociaci¨®n al pr¨®digo crudo venezolano y a la tecnolog¨ªa cubana de la alfabetizaci¨®n y la salud, y cree asumible el disgusto norteamericano -y espa?ol por Repsol- a causa de la expropiaci¨®n. Pero lo que s¨ª parece claro es que la descubierta cubano-venezolana hacia Mercosur, y los mimos de Ch¨¢vez con los presidentes Kirchner en Argentina y Lula en Brasil, tienen poco porvenir; y con ello, Evo Morales, escaso margen de maniobra para cortarle un traje a la medida a su pol¨ªtica exterior para cada uno de sus vecinos. Las fronteras se ahondan a diario.
Las incoherencias no dejan, sin embargo, de persistir. El hombre de La Paz ha sido elegido democr¨¢ticamente, preside un pa¨ªs democr¨¢tico, y no hay proceso de intenciones que pueda empa?ar esa realidad; la presidencia de Ch¨¢vez tiene el mismo origen irreprochable, y afirmar que Venezuela se encamina a la dictadura es tomar deseos por realidades, pero la capacidad pendenciera del ex militar, como su reciente interferencia en las presidenciales peruanas, lo hacen demasiado visible para quien como Morales, quiz¨¢, deber¨ªa preferir compa?¨ªa m¨¢s discreta; y, por ¨²ltimo, la intimidad con la dictadura castrista, a la que ha tenido el valor de calificar de democracia en una entrevista a la televisi¨®n mexicana, resulta estupefaciente.
La gran prueba del Alba ser¨¢ su capacidad de atracci¨®n. Si ganan el protoind¨ªgena Ollanta Humala en las elecciones peruanas del pr¨®ximo d¨ªa 28, y el postsandinista Daniel Ortega en Nicaragua, ya tenemos dos catec¨²menos. Y, de nuevo, como balance de estos ¨²ltimos 30 a?os en los que Estados Unidos ha pasado a ser del primer al ¨²nico superpoder, la revuelta del Alba, el fiasco de Irak, el embrollo nuclear de Teher¨¢n, el absceso de Afganist¨¢n, y el insondable conflicto palestino, estrangulan el dominio mundial de Washington: predominio, s¨ª, supremac¨ªa absoluta, en modo alguno.
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