Por fortuna, hace 30 a?os
Casi treinta a?os han pasado por encima de los problemas que medita este libro en torno a la mujer y su papel en el Occidente contempor¨¢neo, pero sobre todo la Espa?a franquista y tardofranquista, y han pasado como una devastadora apisonadora de viejos moldes, de viejas ideas, de viejos prejuicios, de viejos y desesperantes malentendidos, de equ¨ªvocos profundamente da?inos, de falsedades sin nombre, de convulsiones privadas que se resolver¨ªan con haber aprendido en la escuela y en casa dosis rasas de racionalidad. Dicho de otra manera, la responsable central de la frustraci¨®n insondable y la desgracia un¨¢nime y perdurable de la mujer en la Espa?a franquista se llama moral cat¨®lica y ha sido una infecci¨®n de cura larga y dificil¨ªsima (con o sin psicoanalista), cuando ha habido cura: tantos son sus par¨¢metros vejatorios de la mujer como sujeto y ciudadano. Nunca nadie va a hacer pasar cuentas suficientes y justas a la Iglesia cat¨®lica por el da?o, la tortura, el dolor que ha infligido con su modelo de mujer infantilizado y subsidiario a centenares de miles de mujeres y de hombres en este pa¨ªs ampar¨¢ndose en hacer el bien. No tienen perd¨®n y no lo merecen, porque no tiene perd¨®n quien impone una verdad absoluta y amputadora.
PREFIERO SER MUJER
Esther Tusquets
RqueR. Barcelona, 2006
135 p¨¢ginas. 14 euros
Los art¨ªculos de este libro los public¨® en 1979, en la revista Destino, una v¨ªctima salvada de ese clima esterilizador, Esther Tusquets, ella misma modelo de racionalidad anal¨ªtica y de perspicacia psicol¨®gica como novelista (en El mismo mar de todos los veranos o en la sobrecogedora Correspondencia privada), y bienhumorada y veraz narradora de episodios autobiogr¨¢ficos en un libro mucho m¨¢s reciente, Confesiones de una editora poco mentirosa (porque tratamos de la fundadora de la editorial Lumen). De aquel tiempo quedan muchas cosas, pero no el eje esencial, no el motor central del vejamen, que fue el dogma oficial de una educaci¨®n dictada por principios antiilustrados, contramodernos y premodernos, anuladores de las herramientas que fabrican personas: racionalidad y verdad, independencia y juicio cr¨ªtico, los viejos valores del humanismo ilustrado y liberal de aplicaci¨®n ilimitada y un¨¢nime.
Por supuesto que falta mucho, y por eso Tusquets ha querido comentar o actualizar algo de esos art¨ªculos. Pero la distancia que falta por conquistar es infinitamente menor que la conquistada en esos ¨²ltimos treinta o cuarenta a?os. Esta misma colecci¨®n, de t¨ªtulo tan feo y tan poco c¨®mplice con quienes creemos lo mismo que postula el libro (?d¨®nde quedamos Nos-otros?) es una muestra transparente de discriminaci¨®n positiva, seguramente todav¨ªa necesaria. Pero la exigencia b¨¢sica de la mujer no puede ser otra que la sumisi¨®n de hombre y mujer, no a una paridad prescrita legalmente, sino al criterio de m¨¦rito, valor y calidad con todas sus consecuencias. Mi hija de 10 a?os se llama Laura, y me saca de quicio cuando imita a alguna subnormal haciendo la subnormal en la televisi¨®n, y me conmueve tambi¨¦n cuando me cuenta, medio minuto despu¨¦s de que recuperemos la cordura (ella y yo), por qu¨¦ se meti¨® en el primer Harry Potter y no sali¨® hasta el sexto, por qu¨¦ Narnia es ya parte de la familia y por qu¨¦ ha hecho a Fernando Savater y su El gran laberinto parte tambi¨¦n de su familia cuando ya lo era de la m¨ªa (?o sea, de la nuestra!). A esta ni?a de hoy apenas nada de ese libro le dir¨¢ nada pasado ma?ana: es historia, como es historia y documento para su padre y ha de serlo para quienes quiero, mujeres, y tambi¨¦n hombres, para que no tengamos que abrir una colecci¨®n titulada Nos-otros para hacer compa?¨ªa a Nos-otras.
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