C¨®cteles para bebedores de leyenda
Pasiones de barra con un daiquiri, un 'gimlet' y un 'bourbon' combinado
1 DAIQUIRI
Cuando Ernest Hemingway viv¨ªa en Cuba, pasaba mucho tiempo a bordo de su bote, y otro tanto acodado en la barra de El Floridita, ese c¨¦lebre bar que est¨¢ en La Habana y que ha inmortalizado el punto exacto donde el escritor logr¨® sus grandes ¨¦xitos con el daiquiri, que no eran otros que beberse una cantidad inconcebible de papa's special, un c¨®ctel dise?ado especialmente para ¨¦l, que en la isla gozaba del cari?oso sobrenombre de Pap¨¢. El sitio exacto es un banco, al final de la barra, que est¨¢ hoy aislado por una cadena y coronado por un busto en bronce del escritor. Don Gregorio Fuentes, otra fuente de inspiraci¨®n paralela al daiquiri, contaba la rutina que segu¨ªa con Hemingway todas las ma?anas, una rutina productiva cuyo resultado m¨¢s notable fue la novela El viejo y el mar. El escritor y Gregorio Fuentes, que, adem¨¢s de ser su amigo y su fuente, era el capit¨¢n del bote, sal¨ªan cada madrugada a bordo de El Pilar, tal era su nombre, a navegar mar adentro hasta el atardecer. Hemingway, seg¨²n explicaba Gregorio, tiraba su ca?a al mar y se acomodaba en su silla a leer y a beber ron con coca-cola, o sin ella, seg¨²n el clima, el humor del mar o la intensidad de la resaca que acompa?ara a este legendario escritor que interrump¨ªa su lectura exclusivamente para sacar del agua un pez o para apuntar ideas en tarjetas que iba echando en una caja de madera. El rumbo de El Pilar segu¨ªa las coordenadas, infalibles y sumamente personales, que Hemingway interpretaba con las cifras que le iban dando sus botellas: "Una de Fundador al norte y una de Bacard¨ª al este", y justamente ah¨ª aparec¨ªa un pez espada. Un d¨ªa se encontraron con un viejo que hab¨ªa pescado un marlin tan grande y tan fuerte que iba remolcando, a buena velocidad, su lancha de remos. Hemingway quit¨® los ojos del libro que iba leyendo para ponerlos en ese acontecimiento digno de escribirse. Gregorio contaba que el escritor le pidi¨® que se acercara a la lancha para ofrecerle ayuda. El viejo que iba siendo remolcado por el marlin se enfureci¨® y les grit¨® que se largaran, que ese marlin era de ¨¦l. En una entrevista que le hizo Milt Machlin en 1958, Hemingway confiesa los n¨²meros de su r¨¦cord personal en la categor¨ªa de daiquiri papa's special, ese que beb¨ªa como un campe¨®n acodado en la barra de El Floridita, cuyos ingredientes son: chorrito de zumo de lima, chorrito de zumo de uva, un poco de hielo y 110 mililitros de ron. El entrevistador qued¨® fuera de combate con cuatro, nada que ver con los n¨²meros de Hemingway, que ingiri¨®, en una esforzada jornada, de las 10.00 a las 19.00, 15 papa's special, y al terminar, como si nada, se fue a su casa a escribir algunas de sus p¨¢ginas de premio Nobel. "?Y cu¨¢l es el truco?", pregunt¨® el entrevistador el d¨ªa en que regres¨® al combate: "Beber de pie", respondi¨® el escritor.
2 'GIMLET
'Raymond Chandler, ese extraordinario escritor de novelas policiacas, era famoso por su metodolog¨ªa cuando se trataba de ejecutar el oficio que m¨¢s detestaba: el de guionista en Hollywood. La lista de requerimientos que impon¨ªa al estudio cinematogr¨¢fico que lo contratara era concisa e innegociable: una habitaci¨®n con instrumentos para la escritura, una caja de whisky (que pretend¨ªa liquidar en cuanto pusiera el punto final), una enfermera (para que le suministrara suero cada vez que el escritor flaqueara o se quedara traspuesto) y una ambulancia (por si flaqueaba el suero de la enfermera y la trasposici¨®n del escritor pasaba a mayores).
Su c¨¦lebre personaje, el detective Philip Marlowe, es, desde luego, un gran bebedor, un talento que tambi¨¦n Hemingway, arropado por esa verdad del palo tal que produce tal astilla, pon¨ªa en sus personajes. Aunque Marlowe, como su autor, casi siempre toma whisky, en la novela El largo adi¨®s cambia de orientaci¨®n, se deja llevar por su cliente Terry Lennox hasta una mesa min¨²scula en el bar V¨ªctor, un oscuro local en una ciudad de California. Lennox ordena una ronda de gimlets y lanza su teor¨ªa sobre la bebida en general: "El alcohol es como el amor, el primer beso es m¨¢gico, el segundo es ¨ªntimo, el tercero es rutina". Antes, el adinerado personaje que ha solicitado los servicios de este detective de novela ha dicho esta l¨ªnea de sabidur¨ªa opinable: "Soy rico, ?a qui¨¦n demonios le importa ser feliz?". Cuando el camarero pone los gimlets en la mesa, Lennox le explica a Marlowe la naturaleza de ese c¨®ctel: "El verdadero gimlet est¨¢ hecho mitad de ginebra, mitad de jugo de lima, y nada m¨¢s. Mucho mejor que el martini".
3 El c¨®ctel deconstruido
El m¨²sico John Lee Hooker cuenta en una canci¨®n de su ¨¢lbum Chill out su m¨¦todo para olvidar a una mujer que lo hac¨ªa sufrir, un m¨¦todo que es un c¨®ctel de choque que no incluye concesiones como la lima o el zumo de uva, y que en cambio s¨ª tiende a alcanzar el incre¨ªble milimetraje que manejaba Hemingway: este personaje de canci¨®n entra en el bar Apex, en Detroit, una cueva donde, desde hace d¨¦cadas, se refugian los m¨²sicos de blues. El Apex est¨¢ a media luz, medio vac¨ªo, y el hombre que acaba de entrar le pide al barman su remedio infalible para olvidar un amor: un bourbon, un escoc¨¦s y una cerveza. Cuando este personaje, que puede ser el mismo John Lee Hooker, pide por tercera vez este c¨®ctel deconstruido, el barman le hace ver que su estado empieza a ser inconveniente. "No te preocupes", le dice el m¨²sico a medio hablar, dentro de esa media luz que alumbra el bar medio vac¨ªo, "s¨®lo tr¨¢eme un bourbon, un escoc¨¦s y una cerveza". La historia termina como todas las historias de amor que quieren resolverse en un bar: John Lee Hooker y su personaje, ahogados en la barra, pensando con insistencia en esa mujer que ni con ese remedio infalible han podido olvidar.
Jordi Soler es autor de Los rojos de ultramar (Alfaguara)
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