Pensar a lo grande
UE: coordinaci¨®n entre todos los pa¨ªses
Europa es un continente peque?o lleno de pa¨ªses peque?os, y su futuro va a depender cada vez m¨¢s de la capacidad de esos pa¨ªses peque?os de pensar a lo grande. La presidencia de la UE la ocupa actualmente Austria (poblaci¨®n: 8,2 millones); despu¨¦s, presidir¨¢n el club Finlandia (5,2 millones), Alemania (82 millones), Portugal (10,6 millones) y Eslovenia (2 millones). Cuatro peque?os y s¨®lo uno grande. A medida que la UE se extienda hacia los Balcanes, la proporci¨®n de sardinas con respecto a los tiburones ir¨¢ en aumento. Uno de los momentos m¨¢s absolutamente rid¨ªculos de la historia europea reciente se produjo en 1991, cuando Jacques Poos se apresur¨® a asegurar a los eslovenos -en pleno intento de separarse de la Yugoslavia de Slobodan Milosevic- que los pa¨ªses peque?os no ten¨ªan futuro en Europa. Monsieur Poos era ministro de Exteriores de Luxemburgo (poblaci¨®n: 475.000).
La clave para el ¨¦xito de Europa residir¨¢ en combinar las ventajas de tener Estados grandes y peque?os, no en sumar sus inconvenientes
Para que los peque?os piensen a lo grande, es totalmente necesario que tengan un buen sistema educativo, que incluya la formaci¨®n en el extranjero
Jacques Poos asegur¨® en 1991 que los pa¨ªses peque?os no tendr¨ªan futuro en Europa. Era ministro de Luxemburgo (475.000 habitantes)
Ser peque?o tiene muchas ventajas. Los pa¨ªses peque?os no suelen comenzar guerras. No suelen tener la arrogancia de otros Estados m¨¢s grandes. Adem¨¢s de la modestia y la intimidad, suelen disfrutar de una gran solidaridad social. El pa¨ªs es como un clan familiar. Y, sobre todo en las condiciones favorables de la Europa contempor¨¢nea, a sus ciudadanos suele irles bastante bien. Siete de los 10 pa¨ªses que encabezan el ¨ªndice de desarrollo humano, que combina la salud, la educaci¨®n y el producto interior bruto per c¨¢pita, son pa¨ªses europeos de peque?o tama?o: Noruega, Islandia, Luxemburgo, Suecia, Suiza, Irlanda y B¨¦lgica, que pueden estar entre los m¨¢s firmes partidarios de la integraci¨®n europea, aunque los euroesc¨¦pticos se?alan con regodeo que tres de esos siete no son miembros de la UE.
Provincianismo
Tambi¨¦n hay desventajas. Los costes operativos de los Estados peque?os pueden ser elevados. Un ejemplo extremo es Bosnia. De acuerdo con las bizantinas disposiciones constitucionales que tiene en la actualidad, Bosnia dedica el 70% de su presupuesto s¨®lo a pagar a pol¨ªticos y funcionarios. Asimismo son elevados los costes operativos necesarios para la cooperaci¨®n entre un gran n¨²mero de pa¨ªses peque?os: no hay m¨¢s que ver el presupuesto de la UE para entenderlo. La modestia puede tener el inconveniente del provincianismo. En las relaciones internacionales, los pa¨ªses peque?os pueden tener miedo de enfrentarse a sus vecinos de mayor tama?o cuando ¨¦stos se comportan mal. Finlandizaci¨®n es sin¨®nimo de un estado de ¨¢nimo en el que no nos gustar¨ªa que cayera la Uni¨®n Europea a la hora de relacionarse con Rusia. Pero tambi¨¦n los pa¨ªses m¨¢s grandes pueden caer en la trampa del apaciguamiento, sobre todo cuando tienen que defender unos intereses vulnerables, como Gran Breta?a en los a?os treinta o Alemania con su dependencia actual del gas ruso, mientras que los pa¨ªses peque?os como Estonia -o Finlandia, en su Guerra de Invierno contra la Uni¨®n Sovi¨¦tica- pueden ser enormemente valientes.
Me encuentro en Portugal, y aqu¨ª me he dedicado a reflexionar sobre qu¨¦ es lo que puede hacer posible que los pa¨ªses peque?os piensen a lo grande. Un factor que ayuda es poseer un gran pasado. Aquel extraordinario momento del siglo XV en el que marinos portugueses como Vasco de Gama atravesaban mares desconocidos para descubrir el mundo ha dejado a Portugal tesoros asombrosos. Est¨¢ el monasterio de los Jer¨®nimos, por ejemplo, financiado con las riquezas del Lejano Oriente: una maravilla de caliza blanca y reluciente, con sus magn¨ªficos relieves en piedra que evocan formas n¨¢uticas: cuerdas, nudos, naves. Aqu¨ª se firm¨® el tratado de ingreso de Portugal en la Uni¨®n Europea, hace poco m¨¢s de 20 a?os. El recuerdo de ese instante puede servir de inspiraci¨®n para varios siglos.
M¨¢s importante a¨²n, el periodo en el que Portugal era una potencia mundial ha dejado una herencia de aproximadamente 220 millones de personas que hablan portugu¨¦s en todo el mundo (188 millones en Brasil). M¨¢s de los que tienen el franc¨¦s como lengua materna. Es un dato que otorga a este pa¨ªs, como a Espa?a, Gran Breta?a e Irlanda, una perspectiva transatl¨¢ntica imperecedera. Austria, que ocupa actualmente la presidencia de la UE, es otro pa¨ªs peque?o cuyo gran pasado le da una perspectiva m¨¢s amplia, sobre todo en sus relaciones con los Balcanes y Mitteleuropa. La voz del emperador Francisco Jos¨¦ se oye a¨²n en los consejos europeos. Pero no hace falta haber sido colonizador; tambi¨¦n puede heredar esa perspectiva m¨¢s amplia el que ha sido colonizado. Eso es lo que ocurre, o podr¨ªa ocurrir, con Bosnia, el punto de colisi¨®n entre los imperios cristiano y musulm¨¢n. Nos preocupa la situaci¨®n de los musulmanes en Europa, pero all¨ª, en Bosnia, los musulmanes llevan siglos viviendo como europeos, y los europeos como musulmanes.
Para que los pa¨ªses peque?os piensen a lo grande, una cosa absolutamente necesaria es que tengan un buen sistema educativo, que incluya la formaci¨®n en el extranjero. La educaci¨®n tiene que compensar la estrechez de los horizontes locales. Si sus clases dirigentes adquieren esa educaci¨®n, pueden adquirir un punto de vista m¨¢s aut¨¦nticamente europeo -multinacional y supranacional- de los que suelen tener un franc¨¦s, un alem¨¢n o un ingl¨¦s. Pensemos, por ejemplo, en el presidente portugu¨¦s de la Comisi¨®n Europea, Jos¨¦ Manuel Dur?o Barroso. Barroso posee un don extraordinario: cuando habla ingl¨¦s, no s¨®lo habla sino que piensa como un ingl¨¦s; cuando habla franc¨¦s, no s¨®lo habla sino que piensa como un franc¨¦s. O¨ªrle alternar entre una y otra lengua puede resultar desconcertante, casi como si pasara del lado izquierdo al derecho del cerebro. Este virtuosismo intelectual es una ventaja considerable en un presidente de la Comisi¨®n Europea, y quiz¨¢ s¨®lo pod¨ªa tenerla alguien procedente de un pa¨ªs peque?o. Desde luego, no les pasaba a Jacques Delors -que, cuando hablaba ingl¨¦s, era m¨¢s franc¨¦s que nunca- ni a Romano Prodi, que, cuando estaba en la presidencia, era siempre italiano al 200%, tanto en franc¨¦s como en ingl¨¦s.
La mesa de conferencias
No quiero exagerar. Una UE de Estados cada vez m¨¢s peque?os tiene claros inconvenientes. No hay m¨¢s que ver el tama?o de la mesa de conferencias en torno a la que se re¨²nen los l¨ªderes europeos en Bruselas para comprender que es imposible mantener una discusi¨®n seria en ella. Ahora bien, nos guste o no, esta UE m¨¢s amplia y formada por Estados m¨¢s peque?os es una realidad. Es iluso pensar que va a poder funcionar con una direcci¨®n formada por los tres pa¨ªses m¨¢s grandes, Alemania, Francia y Gran Breta?a, como es tambi¨¦n iluso pensar que pueda funcionar convirti¨¦ndose en un Estado federal ¨²nico. Esos dos momentos han pasado.
Independientemente de las disposiciones institucionales que se establezcan una vez que el tratado constitucional de Val¨¦ry Giscard d'Estaing est¨¦ definitivamente muerto y enterrado, la clave para el ¨¦xito residir¨¢ en combinar las ventajas de tener Estados grandes y peque?os, no en sumar sus inconvenientes. En enero del pr¨®ximo a?o habr¨¢ un modesto punto de partida, cuando tres pa¨ªses con presidencias sucesivas -Alemania, Portugal y Eslovenia- formen, por primera vez, una presidencia continua en equipo. Habr¨¢ que ver c¨®mo funciona en la pr¨¢ctica, pero es positivo que comience con Alemania, un pa¨ªs grande que tiene, en pol¨ªtica exterior, una tradici¨®n de colaborar bien con sus vecinos m¨¢s peque?os, y en el que hay una nueva canciller deseosa de revivir esa tradici¨®n. Dada la dificultad de renegociar los equilibrios entre instituciones y entre naciones dentro de la UE, es posible que veamos m¨¢s presidencias en equipo -la siguiente ser¨ªa la de Francia, Chequia y Suecia-, aunque dudo que logremos llegar as¨ª a la de Gran Breta?a, Estonia y Bulgaria, que estar¨ªa prevista para 2017-2018.
A largo plazo, la Uni¨®n Europea s¨®lo podr¨¢ avanzar en cualquier ¨¢rea pol¨ªtica si existe una coalici¨®n de pa¨ªses dispuestos en la que entren tanto los Estados grandes y fundamentales como algunos peque?os. No ser¨¢ posible hacer nada mientras los Estados m¨¢s grandes no est¨¦n de acuerdo; pero no ser¨¢ posible hacer nada si s¨®lo lo apoyan los grandes. Estamos ante una oportunidad para cualquier pa¨ªs europeo de peque?a dimensi¨®n, pero preparado para pensar a lo grande.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia.
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