En la consulta del 'doctor' Hu
La red de cl¨ªnicas chinas desmantelada constata la 'gran muralla' que separa a la comunidad asi¨¢tica de la sociedad espa?ola
La antena parab¨®lica que sobresal¨ªa por el balc¨®n en el primer piso del n¨²mero 68 de la calle Gabriel Usera (Madrid) no ten¨ªa nada de especial, salvo unas grandes letras chinas escritas en su interior. "Medicina china", era su traducci¨®n. Justo debajo, oculta tras una maceta de la terraza, una c¨¢mara filmaba todo el movimiento de la calle, desde el portal hasta la esquina. Los agentes del Grupo V de la Brigada Provincial de Extranjer¨ªa y Documentaci¨®n hab¨ªan detectado el peque?o objetivo y sab¨ªan que no podr¨ªan pasearse por all¨ª muchos d¨ªas porque ser¨ªan identificados, y la Operaci¨®n Embri¨®n se ir¨ªa al traste.
El doctor Biao Hu, de 40 a?os, y dado de alta en la Seguridad Social espa?ola como planchador de mano, y su esposa, Zixia Fang, de 34, y regularizada como maquinista de m¨¢quina de coser, llevaban a?os con esa consulta abierta en su casa. ?l practicaba la medicina como su padre le ense?¨®. Bajo su mesa de la consulta estaban todos los libros que te¨®ricamente hered¨® de su progenitor y, sobre la pantalla de luz de las radiograf¨ªas, una enorme fotograf¨ªa con el rostro de su honorable padre. Aqu¨¦llo, junto a las m¨²ltiples instant¨¢neas de sus actuaciones m¨¦dicas que colgaban de las paredes en los pasillos de la casa, parec¨ªa suficiente acreditaci¨®n para sus m¨²ltiples pacientes. Al menos 10 personas de origen chino visitaban su consulta a diario por el m¨®dico precio de 20 euros.
El idioma es el gran obst¨¢culo para la asistencia al sistema p¨²blico de salud
Sin embargo, todas esas fotos y esos libros chinos ra¨ªdos por el tiempo y el uso, no eran garant¨ªa suficiente en Espa?a, donde se requiere una titulaci¨®n espec¨ªfica para ejercer la medicina y unas condiciones b¨¢sicas para llevarla a cabo. Hu lo sab¨ªa. Por eso s¨®lo anunciaba sus servicios en los peri¨®dicos chinos: "Pediatr¨ªa, medicina general, ginecolog¨ªa y abortos en fase embrionaria".
El pasado mi¨¦rcoles los agentes entraron en la vivienda tras recibir la autorizaci¨®n del Juzgado de Instrucci¨®n n¨²mero 32. Hu y Fang estaban en casa pasando consulta. No hubo que explicarles nada. Agacharon las cabezas y esperaron pacientemente a ser detenidos y puestos a disposici¨®n judicial mientras los agentes registraban su vivienda. En cada caj¨®n, en cada armario, se apilaban decenas de cajas de medicinas provenientes de china. La consulta, de apenas seis metros cuadrados, contaba ¨²nicamente con una mesa, una camilla, un potro para las exploraciones ginecol¨®gicas, un aparato de hacer radiograf¨ªas que se revelaban rudimentariamente en un min¨²sculo cuarto de ba?o y el monitor de la c¨¢mara oculta de la terraza registrando el constante movimiento de la calle.
En la basura se apilaban conjuntamente las jeringuillas, las toallitas y toda clase de restos org¨¢nicos y envoltorios. La habitaci¨®n de los ni?os era tambi¨¦n todo un almac¨¦n farmacol¨®gico donde se ocultaba un arsenal de medicamentos. Las agujas de las acupunturas permanec¨ªan guardadas en lo que una vez fue una botella de horchata de pl¨¢stico, un mont¨®n de lagartos disecados segu¨ªan encima de la mesa del doctor atados con una cuerda... Hu y Fang fueron detenidos por un delito de intrusismo mientras sus pacientes segu¨ªan llegando a su casa y eran derivados por los agentes policiales a los servicios p¨²blicos de salud.
La misma operaci¨®n se ha repetido otras tres veces en las dos ¨²ltimas semanas, y quedan pendientes de intervenir otras tres cl¨ªnicas, tambi¨¦n camufladas bajo los servicios de acupuntura o de masajes. El resultado es de nueve detenidos, seis por ejercer la medicina ilegalmente en cuatro cl¨ªnicas distintas de Madrid -una de las cuales se encontraba en una habitaci¨®n de una pensi¨®n del paseo de las Delicias- y tres pacientes por un delito de extranjer¨ªa al carecer de permiso de residencia en Espa?a. Los falsos m¨¦dicos se enfrentan a una pena de prisi¨®n de seis meses a dos a?os, si han hecho publicidad de sus servicios, o a una multa de 3.000 a 6.000 euros (en funci¨®n del patrimonio) si no, seg¨²n el art¨ªculo 403 del C¨®digo Penal.
La Operaci¨®n Embri¨®n se inici¨® en diciembre del a?o pasado cuando los agentes del grupo V, especialista en el continente asi¨¢tico, empezaron a indagar en las razones por las que los inmigrantes chinos no utilizaban los servicios p¨²blicos de salud, siendo gratuitos para los extranjeros. "Detr¨¢s del mito de que los chinos no se mueren o no se les entierra, que es falso, hay otras muchas inc¨®gnitas que se ciernen sobre esta misteriosa comunidad: No van al m¨¦dico, no denuncian, tienen sus propios negocios... Es como si no formasen parte de la sociedad aunque todo el mundo los vea", comenta el jefe del grupo.
La comunidad China, con unos 100.000 miembros en Espa?a, sigue viviendo en un mundo paralelo cuya principal frontera es el idioma. La imposibilidad de comunicaci¨®n limita brutalmente su integraci¨®n y levanta una gran muralla que dificulta el acceso a ella. "Es muy complicado. Se sienten inseguros en una sociedad de la que desconocen el funcionamiento y eso les hace ser muy reservados. Son tremendamente corporativos, se ayudan entre ellos y saldan sus deudas a su modo. Lo ¨²nico que les une a nuestra sociedad es el dinero. Y, frente a la enfermedad, prefieren pagar a alguien que les entienda que acudir a un centro de salud sin conocer sus reglas y donde son incapaces de explicar lo que les pasa. All¨ª no hay int¨¦rpretes y, como siempre, otros se aprovechan de esa necesidad", a?ade el agente.
Esta situaci¨®n delata algo en lo que insiste un miembro de la Asociaci¨®n de Chinos en Espa?a: "La comunidad china est¨¢ sin trabajar por parte del Estado espa?ol. Nadie se ha metido en ella. Es un colectivo virgen porque no da excesivos problemas. En la embajada se limitan al tema de los papeles, nuestra asociaci¨®n la preside un hombre que apenas habla espa?ol... La gente no sabe, peor a¨²n, no sabe c¨®mo saber", dice.
"El idioma se convierte en una frontera casi infranqueable y, al final, para todos es m¨¢s c¨®modo montar su negocio propio con familia o conocidos, y acudir a una cl¨ªnica en la que puedes decir lo que te pasa y te entienden, aunque sea pagando. Adem¨¢s, en China est¨¢n habituados a eso. No hacen m¨¢s que reproducir sus costumbres", agrega. Y as¨ª van creando y asentando su mundo dentro de otro y se encierran en ¨¦l hasta que alguien les obliga a abrir sus puertas a golpe de orden judicial.
Cuatro peri¨®dicos chinos
Ou Hua (Europa y China); Zhong Guo (Peri¨®dico de China); Hua Xin (Noticias de China) y Xi Hua (Espa?a y China), son los cuatro peri¨®dicos en chino que se editan en Espa?a. Los tres primeros tienen sus redacciones en Madrid, en el barrio de Pueblo Nuevo, en la Puerta del Sol y en Vallecas, concretamente; y el tercero se edita en Barcelona. Son el principal medio de informaci¨®n de la comunidad china en Espa?a. Y se adquieren por 50 c¨¦ntimos en casi cualquier tienda china. En ellos pueden encontrar todas las noticias relevantes relativas a Espa?a, aunque sea con dos o tres d¨ªas de retraso, que es lo que tardan los redactores en hacer y editar las traducciones, adem¨¢s de toda clase de anuncios: desde agencias de viajes hasta cl¨ªnicas, pasando por prost¨ªbulos. La realidad china en Espa?a est¨¢ en esos peri¨®dicos tan incomprensibles para los hispanohablantes como los diarios espa?oles para la mayor¨ªa de los chinos. En ellos est¨¢n las claves de sus demandas y sus necesidades cotidianas. No en vano fue ah¨ª donde la polic¨ªa empez¨® a seguir la pista de las cl¨ªnicas clandestinas.
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