Fosa com¨²n
La alcaldesa de Valencia acaba de pedir respeto para todos los muertos de la guerra civil mientras trata de aplastar con los fundamentos de un pabell¨®n de nichos los restos de una parte de ellos, cuyos restos sin identificar se encuentran sepultados en una de las fosas comunes del cementerio. Rita Barber¨¢ no quiere remover el pasado, aunque para ello tenga que sellar ese torturado osario republicano con cemento y atormentar m¨¢s la memoria de todos aquellos que perdieron a alg¨²n familiar durante la guerra o en la terrible represi¨®n que desencaden¨® el bando vencedor sobre los perdedores, sin ni siquiera dejarles la opci¨®n de recuperar sus huesos para darles sepultura con su propia identidad. Sin embargo, la alcaldesa asegur¨® estar condolida, como todos los espa?oles, y exigi¨® "asumir la historia". Es evidente que su actitud no se corresponde con la de alguien que haya cumplido con ese precepto que ella reclama, pero el suyo, siendo reprochable, no es un comportamiento aislado en la pol¨ªtica espa?ola, ni siquiera privativo de su partido. En ese sentido, la sociedad espa?ola ha avanzado m¨¢s que las organizaciones que la representan en las instituciones. La asunci¨®n de lo que ocurri¨® entre los espa?oles entre 1936 y 1939 -con sus tard¨ªos flecos- es todav¨ªa una asignatura pendiente de toda la clase pol¨ªtica. Los socialistas miraron hacia otro lado cuando llegaron al poder para afianzar su imagen de moderaci¨®n. No levantaron las alfombras del franquismo para no llenar de turbulencias su trayecto pol¨ªtico. Ni hicieron -no en el cementerio de Valencia, aunque s¨ª en el de Paterna- lo que ahora desde la oposici¨®n le exigen a Rita Barber¨¢. Ni siquiera aprovecharon ese escenario de sobrentendidos para forzar a cambio un pacto de Estado con la derecha para recuperar a todos los muertos esparcidos por la geograf¨ªa en la colisi¨®n civil, enterrar juntos los huesos de ambos bandos como punto final y crear espacios comunes para reconciliar las emociones y recomponer los v¨ªnculos. Siendo el momento hist¨®rico m¨¢s maduro para afrontar ese reto -hab¨ªa terminado la dictadura y el horizonte impon¨ªa una superaci¨®n total del per¨ªodo-, se descart¨® y se prefiri¨® apostar por los vivos. Sin embargo, esos huesos desperdigados son un campo de minas psicol¨®gicas que no ha superado ninguno de los bandos. De otro modo no se le ocurrir¨ªa a Rita Barber¨¢ cegar la memoria de esa horrible Atapuerca contempor¨¢nea.
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