"Jorge ha logrado escapar de su infierno"
Quienes esto escribimos y firmamos ¨¦ramos, en una u otra medida, familia y amigos de Jorge Le¨®n.
?l amaba la vida de una forma apasionada, tanto, que incluso despu¨¦s del accidente que le dej¨® postrado e inm¨®vil, sigui¨® creando, disfrutando de mil cosas, acumulando amigos, experiencias y emociones.
Su muerte estaba anunciada, a nadie ocult¨® su deseo de liberarse de la atadura cruel a que le conden¨® un accidente. Desde su blog en Internet expuso sus ideas, sus convicciones m¨¢s profundas, las reflexiones sobre la vida y la muerte que a todos deber¨ªan hacernos meditar.
Y es ahora, cuando ya no est¨¢, cuando ha logrado escapar de su propio infierno, cuando todos se vuelven a mirarle, cuando todos se asombran de lo ocurrido, cuando los medios de comunicaci¨®n se llenan de especulaciones, an¨¢lisis y debates...
Jorge no quer¨ªa convertirse en otro Ram¨®n Sampedro, no era Superman postrado en silla de ruedas, no era la chica de Million Dollar Baby que se queda pentapl¨¦jica en un ring de boxeo. Jorge era ¨¦l, profesional de la sanidad, artista, escritor, escalador, espele¨®logo, creativo, inteligente y vital.
Por eso, nosotros, quienes le conoc¨ªamos y am¨¢bamos de una u otra forma, nos negamos a las especulaciones, el trapicheo, la miseria de los aprovechados, los arribistas, los buitres que acuden s¨®lo cuando hay un cad¨¢ver fresco.
Por eso, nosotros, en su nombre, pedimos a las personas de bien que respeten su memoria, que no le juzguen, que no le condenen, que no manipulen su muerte ni su vida.
El derecho a una muerte digna, humana, sin dolor, sin sufrimientos a?adidos al propio hecho de morir, fue la bandera que llev¨® en vida desde su silla de ruedas.
Nosotros, en su nombre, seguimos pidiendo lo mismo: la regulaci¨®n legal de la eutanasia para que nadie a?ada sufrimiento innecesario al ya insoportable sufrimiento de quienes no tienen futuro ni calidad de vida.
Si alguien quiere saber algo de esa persona llamada Jorge Le¨®n, que contemple sus esculturas y sus pinturas, que lea sus textos en su p¨¢gina de Internet. Es su legado, es lo que queda de la gente cuando morimos, porque todos hemos de morir. Pero queremos hacerlo con dignidad, sin sufrimiento, sin dolor a?adido, sin que se persiga a esa mano que acerc¨® un vaso a una boca sedienta de libertad, de dignidad y de paz.
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