El hombre que convert¨ªa el hierro en m¨²sica
El fallecido repart¨ªa su tiempo, antes del accidente, entre la escultura, "que era su m¨¦dula", el campo y el hospital
Parece que Jorge Le¨®n no abandon¨® sus proyectos creativos hasta el ¨²ltimo momento. Un par de d¨ªas antes de su muerte, el tetrapl¨¦jico atado a un respirador pidi¨® a una de sus cuidadoras que comprase unas l¨¢minas de vidrio en la cristaler¨ªa de debajo de su casa, en el centro de Valladolid. ?Material para una escultura o maniobra de distracci¨®n?
"Seguro que Jorge andaba con alguna de sus obras", dice Azucena, la due?a del negocio, una mujer de mediana edad que ha sido su vecina de abajo desde hace d¨¦cadas, "as¨ª que, claro, me extra?a que planease morir. Pero cuando me enter¨¦, sent¨ª alivio, porque sab¨ªa que sufr¨ªa mucho". Las cuidadoras frecuentaban la cristaler¨ªa para obtener los encargos del enfermo: vidrios del tama?o de un folio, o de un peque?o tri¨¢ngulo. Se cortaban en el acto y ellas lo sub¨ªan al primero izquierda del caser¨®n, una finca del siglo XVIII en la que conviven los martillazos de las obras con los desconchones, donde el artista, conectado a la m¨¢quina de respirar, miraba por el balc¨®n. Azucena pregunt¨® por Jorge, al que s¨®lo ve¨ªa ya cuando una ambulancia le sacaba de su encierro. La cuidadora respondi¨® algo as¨ª: "Parece que vais a tenerle ya poco tiempo por aqu¨ª, porque se va a Le¨®n, a una residencia".
La amplia casa que Jorge alquilaba desde que era un chaval y que comparti¨® de joven -cinco balcones a la calle, unos 200 metros cuadrados- siempre fue un arsenal de metales. La materia prima de las obras de un tipo de coleta y vaqueros que, seg¨²n un vecino, divid¨ªa su tiempo entre el campo, el hospital y la escultura. "La escultura, ¨¦sa era su m¨¦dula, a m¨ª me parec¨ªa un ide¨®logo del hierro, y tambi¨¦n un poeta", rememora una amiga de juventud. "Ten¨ªa un don. Su casa guardaba mil recovecos, y s¨ª, hab¨ªa hierro, ¨¦l lo buscaba por almacenes de chatarra, por desguaces ferroviarios, pero tambi¨¦n obras acabadas o inconclusas. Estaba obsesionado por el movimiento y el equilibrio de sus obras". Una de ellas, Prototipo MI, ilustra estas l¨ªneas. La cre¨® en 1988 y fue adquirida por el Museo de Arte Contempor¨¢neo Patio Herreriano de Valladolid.
El accidente no detuvo su trabajo: creaba utilizando el ordenador, que manejaba con un puntero a trav¨¦s de los labios. Luego sus allegados materializaban la idea. Una de sus exposiciones, en Valladolid, recuerda su amiga, se hizo con esculturas que generaban sonidos, otra de sus obsesiones. "Aunque el resultado era desnudo, muy contempor¨¢neo, su manera de crear era laber¨ªntica, le obsesionaban los laberintos. ?ltimamente dibujaba trazos que se inspiraban en ideogramas, en letras chinas".
La due?a de la cristaler¨ªa, recuerda el estruendo de los hierros encima de su techo. Pero ella le quer¨ªa bien. "Hace a?os, mi madre se rompi¨® las dos mu?ecas. La llevamos al hospital Cl¨ªnico", relata la mujer, el gesto enternecido, "quien le atendi¨® cuando le hicieron las radiograf¨ªas fue Jorge, que no sab¨ªa que era mi madre. Ella sali¨® feliz, diciendo que le hab¨ªa tratado con mucho cari?o".
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