La memoria m¨²ltiple
Cuando Frank McCourt public¨® Las cenizas de ?ngela ten¨ªa 66 a?os, viv¨ªa en Nueva York y le segu¨ªan rondando los mismos demonios desde hac¨ªa d¨¦cadas: nacionalismo, catolicismo, pobreza y la memoria de un padre alcoh¨®lico. Tambi¨¦n estaba la palabra "mojado", que a?ad¨ªa al recuerdo de la infancia una pobreza que ten¨ªa tambi¨¦n su representaci¨®n en el agua de lluvia que anegaba la estancia inferior del habit¨¢culo de dos plantas que ocupaba su familia en Limerick (Irlanda). El ¨¦xito de Las cenizas de ?ngela fue espectacular (15 millones de lectores) y en el libro, el propio McCourt recuperaba su voz de ni?o para contar con especial humor su triste infancia. A?os m¨¢s tarde public¨® Lo es, que recog¨ªa su vuelta a Nueva York y su decisi¨®n de dedicarse a la ense?anza. Ahora McCourt ofrece una tercera entrega, El profesor, donde se dedica a hablar de lo que para ¨¦l ha sido lo m¨¢s importante en su vida. Esto es, los treinta a?os que se dedic¨® a ense?ar. Y da la cifra de doce mil alumnos "chicos, chicas, hombres y mujeres se han sentado en pupitres y me han o¨ªdo explicar, cantar, animar, divagar, declamar, recitar, predicar". Alumnos que asistieron a sus clases y que a lo largo de los a?os se fueron sucediendo en las aulas de los cuatro institutos p¨²blicos de Nueva York donde McCourt imparti¨® clase de lengua inglesa.
EL PROFESOR
FRANK MCCOURT. TRADUCCI?N DE ALEJANDRO, PAREJAMAEVA. MADRID, 294 P?GINAS. 18 EUROS
EL PROFESOR
Frank McCourt
Traducci¨®n de Eduard Castanyo
Edicions Bromera. Alzira (Valencia), 2006
320 p¨¢ginas. 19 euros
El profesor se ilustra con la voz de McCourt en un presente que comienza en marzo de 1958 y que va trasladando al lector, aula tras aula, hasta tres d¨¦cadas despu¨¦s. Y con la memoria propia y con la recomposici¨®n del recuerdo de los otros, McCourt confirma el car¨¢cter universal de los actores de ese universo que se divide en alumnos y profesores. Indolencia, curiosidad, atenci¨®n, impertinencia, proyectos y apenas proyectos, por parte de unos frente al imaginario ut¨®pico de un joven profesor que desea ofrecer no s¨®lo una clase diferente sino un futuro mejor. Para contar esto McCourt emplea su propia voz y habla a los lectores pero hay una parte esencial que son esas otras voces que provienen de sus alumnos y que hilvanan relatos m¨ªnimos. La mezcla de esa memoria m¨²ltiple enlaz¨¢ndola a la suya, separ¨¢ndola tambi¨¦n, y esto de manera clara, sencilla y convincente, sin olvidar el humor, convierten a El profesor en una novela de agradable lectura donde la memoria es otra vez sabrosa materia.
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