El presidente italiano encarga a Prodi la formaci¨®n de Gobierno

El presidente italiano, Giorgio Napolitano, se reuni¨® ayer con los principales dirigentes pol¨ªticos del pa¨ªs y concluy¨®, como se esperaba, que correspond¨ªa a Romano Prodi la tarea de formar gobierno. El encargo formal se realiz¨® anoche, en cuanto termin¨® la ronda de consultas, y se esperaba que hoy mismo se conociera la composici¨®n del gabinete de centro-izquierda.

"He asegurado al jefe del Estado", dijo Prodi tras el encuentro en el palacio del Quirinal, "que nuestra coalici¨®n es s¨®lida; nos hemos enfrentado a pruebas complicadas en los ¨²ltimos d¨ªas, como la elecci¨®n de los presidentes de las c¨¢maras y la del propio presidente de la Rep¨²blica, pero contamos con la fuerza y la cohesi¨®n necesarias para asumir la responsabilidad de dirigir el Gobierno".

Algunos puestos del gabinete de Prodi parec¨ªan ya definitivamente asignados. La cartera de Econom¨ªa era para Tommaso Padoa Schioppa, y la de Exteriores, para Massimo d'Alema. A¨²n hab¨ªa discusiones sobre el Ministerio de Defensa, que se disputaban dos centristas, la radical Emma Bonino y el democristiano Clemente Mastella, y que al final podr¨ªa recaer en un comod¨ªn como Arturo Parisi, hombre de m¨¢xima confianza de Prodi; y sobre Interior, al que aspiraban Giuliano Amato y el propio Parisi. Tampoco estaba claro el n¨²mero de vicepresidencias, aunque parec¨ªan seguras la de D'Alema y la de Francesco Rutelli, los dos hombres de mayor peso pol¨ªtico en la coalici¨®n.

Los puestos ministeriales resultaban insuficientes para satisfacer todas las ambiciones personales, lo que fomentaba el malestar en algunos ¨¢mbitos de centro-izquierda. Los Comunistas Italianos y los centristas de Mastella empezaron a marcar distancias respecto a Prodi, porque consideraban que sus peticiones no hab¨ªan sido escuchadas.

Silvio Berlusconi, por su parte, pidi¨® al presidente de la Rep¨²blica que las reformas efectuadas por su gobierno, especialmente las referidas a escuelas, mercado de trabajo y pensiones, no fueran abolidas, y lament¨® de nuevo que el centro-izquierda no hubiera cedido ninguno de los grandes cargos institucionales al centro-derecha, pese al pr¨¢ctico empate electoral.