Reconocimiento
Con el buen tiempo se incrementan las llegadas de inmigrantes a las costas de Canarias. Y vuelve a la actualidad un drama que se olvida con suma facilidad -las cuestiones inc¨®modas producen rechazo en las confortables sociedades del Primer Mundo- y que ofrece mucho margen tanto a la demagogia como al cinismo. Ahora las barcas llegan de m¨¢s al Sur, porque los acuerdos de Espa?a con Marruecos est¨¢n funcionando, a pesar de que Europa, cuya burocracia se mueve a ritmos tropicales, todav¨ªa no ha desbloqueado los 40 millones de euros del programa Meda que formaban parte del pacto. Tambi¨¦n con Mauritania, foco de la ¨²ltima crisis, han mejorado las cosas, aunque las devoluciones de inmigrantes son dif¨ªciles -doscientas personas hasta ahora- en un pa¨ªs que no es fuente de emigraci¨®n propia sino lugar de tr¨¢nsito. El punto de partida principal se sit¨²a en Senegal. La realidad de algunos pa¨ªses africanos es tan desesperada que las mafias saben que hay negocio para a?os. Est¨¢n mejorando el material que usan y la cadena de las corrupciones crece sin parar. Espa?a tiene a los servicios de informaci¨®n intentando controlar los flujos y est¨¢ abriendo v¨ªas de colaboraci¨®n policial y judicial para atacar directamente a las mafias. Pero los problemas de la inmigraci¨®n expresan las contradicciones de un mundo de econom¨ªa cada vez m¨¢s global regido por una pol¨ªtica de base fundamentalmente nacional.
La respuesta conservadora al fen¨®meno migratorio es conocida: doble lenguaje. Utilizaci¨®n de los inmigrantes pero sometidos a permanente amenaza represiva. Disponer de ellos pero manteni¨¦ndoles siempre inseguros y amenazados porque es la mejor manera de garantizar mano de obra barata y prescindible. El discurso represivo adem¨¢s encuentra eco en las clases medias que se sienten vulnerables en un mundo en cambio. Como acompa?amiento, el discurso identitario: los riesgos de una invasi¨®n que amenaza nuestra cultura y nuestras costumbres. Es un modo de recordar a las clases medias aut¨®ctonas cu¨¢l es su cobijo y de mantenerlas en estado de miedo permanente. As¨ª, en cualquier momento, se puede soltar la fiera del racismo y la xenofobia, como hizo en su d¨ªa el PP en el Ejido.
En los ¨²ltimos a?os se ha avanzado en otra direcci¨®n: el reconocimiento. En doble sentido: de las personas y del fen¨®meno migratorio. Una persona es un sujeto con derechos y dignidad. La inmigraci¨®n es un fen¨®meno al que hay que acostumbrarse porque cada vez ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil mantener las barreras entre unos y otros, salvo que entremos en universos totalitarios. Los ciudadanos europeos tienen pocos hijos y muchos recursos. A nadie debe extra?ar que los que tienen muchos hijos y pocos recursos se acerquen a nosotros. Naturalmente, debe procurarse que todo ello ocurra dentro de t¨¦rminos razonables, es decir, sin desestabilizaci¨®n y sin abusos. El reconocimiento significa la m¨¢xima integraci¨®n posible de los que est¨¢n en el pa¨ªs: favorecer los procesos de legalizaci¨®n y de incorporaci¨®n a la vida colectiva, por ejemplo, con el derecho de voto. En Espa?a hay tres millones de inmigrantes regularizados de or¨ªgenes muy diversos, lo cual hace m¨¢s dif¨ªcil que se creen grupos cerrados, impenetrables, aislados. El reconocimiento significa tambi¨¦n la acci¨®n efectiva en el marco urbano: la ciudad es el lugar id¨®neo para superar las fracturas multiculturales. Para ello se necesitan pol¨ªticas activas en materia de espacio p¨²blico -la escena primordial del encuentro-, de vivienda, de educaci¨®n y de desarrollo urbano. La inmigraci¨®n no es un fen¨®meno aislado: conecta directamente con los problemas que ya son prioridad social. Las pol¨ªticas de inmigraci¨®n no son segregables de las dem¨¢s pol¨ªticas.
El ¨¦xito de las pol¨ªticas de reconocimiento requiere una cierta relaci¨®n entre la inmigraci¨®n y la capacidad de asumirla. Por eso, el control de fronteras y de flujos es inevitable. Pero el reconocimiento requiere tambi¨¦n jerarquizar los problemas: lo verdaderamente grave es que miles de personas mueran en el mar, no que lleguen a Canarias. Espa?a es una puerta de Europa. ?sta debe implicarse, por un principio humanitario pero tambi¨¦n por inter¨¦s. Muchos de los que llegan a Canarias acaban en otros pa¨ªses europeos. Los fen¨®menos sociales son cada vez m¨¢s globales y la pol¨ªtica europea sigue teniendo mentalidad local y nacional.
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