Pasi¨®n en todas las edades
Familias, jubilados, j¨®venes y extranjeros acompa?an al Bar?a por las calles de la ciudad
A las cinco de la tarde todo estaba dispuesto en el Moll de la Fusta para recibir a la comitiva azulgrana. Entre el p¨²blico hab¨ªa familias enteras, jubilados, ejecutivos, y, sobre todo, turistas, algunos de ellos confesos seguidores del Bar?a. En las conversaciones se mezclaban el portugu¨¦s, el italiano y el ingl¨¦s, aunque en los c¨¢nticos todos hicieran un esfuerzo para entonar el himno en catal¨¢n.
Emili y Demetrio, con la mochila a cuestas, mostraban su impaciencia. "Hemos venido de Menorca a ver aqu¨ª el partido y la celebraci¨®n, pero tenemos el avi¨®n de vuelta a las ocho y no sabemos si nos dar¨¢ tiempo".
Otros dispon¨ªan de todo el tiempo del mundo. Como Hern¨¢n, un colombiano en paro que no ten¨ªa demasiado claro el recorrido de la rua. "De aqu¨ª a la plaza de Sant Jaume, ?no?", acertaba a decir entre el griter¨ªo. mientras un brasile?o con el que acababa de trabar amistad le correg¨ªa: "No, el coche ir¨¢ por toda la ciudad, pero como yo no la conozco bien, no me mover¨¦ de aqu¨ª".
Entre la muchedumbre del puerto, abundaban los brit¨¢nicos. Algunos, como el vecino de Liverpool Carl Thompson, celebraban el triunfo del Bar?a, aunque s¨®lo fuera para fastidiar a su amigo Ian, londinense del Arsenal, presente en la conversaci¨®n.
A medida que la rua avanzaba por la avenida del Paral.lel, algunas madres desesperadas intentaban abrirse paso con el carrito de sus ni?os, mientras diversos jubilados se ve¨ªan desbordados por la multitud cuando descansaban en los bancos junto a la muralla de las Drassanes.
En el paseo de Gr¨¤cia, la multitud, inquieta, empez¨® a invadir el carril bus en un momento en el que el tr¨¢fico todav¨ªa no hab¨ªa sico cortado. Ello provoc¨® algunos sustos e incluso un atropello: un motorista arroll¨® a un hombre mayor que cruzaba el paseo por donde no deb¨ªa y debi¨® ser evacuado en ambulancia. El motorista, involuntario causante del accidente (¨¦l circulaba bien), lament¨® "haberle estropeado la celebraci¨®n" al hombre.
Los c¨¢nticos eran coreados por todo tipo de espectadores, hasta por los m¨¢s peque?os. Tambi¨¦n ellos conoc¨ªan todas los rimas y pon¨ªan m¨¢s fervor en aquellas insultantes para el Real Madrid. Marc, de seis a?os, levantaba con orgullo su copa de cart¨®n y se disculpaba por los improperios que iba soltando con el siguiente argumento: "Hoy mi madre [que estaba al lado] me deja decirlos porque estamos de fiesta". Contaba orgulloso que sigui¨® con atenci¨®n toda la retransmisi¨®n de la final, pero su abuela confesaba que el peque?o se durmi¨® tras empezar la segunda parte.
Las ventanas de los despachos fueron durante todo el recorrido verdaderos palcos de lujo para ver a los futbolistas desde las alturas. Algunos trabajadores contribuyeron a la fiesta lanzando documentos hechos trizas a modo de confeti sobre la caravana.
Los hinchas m¨¢s peque?os aguardaban en brazos de sus progenitores la llegada de la rua. Xavi, que tiene cuatro meses y medio y ya es socio del Bar?a, llevaba un ch¨¢ndal del Bar?a que su madre le hab¨ªa comprado "para una ocasi¨®n como ¨¦sta".
Los que ya ten¨ªan edad para hacerlo correteaban por las aceras para espanto de sus padres. "Est¨¢n muy nerviosos porque quieren ver a sus ¨ªdolos", dec¨ªa Cristina, madre de tres ni?os peque?os, a la que acompa?aban la abuela y la canguro, de nombre Helena, que por cierto reconoc¨ªa que era del Espanyol y que viv¨ªa la fiesta de los barcelonistas "con resignaci¨®n".
"Hace 14 a?os que el Bar?a no ganaba la copa de Europa, por entonces t¨² ni hab¨ªas nacido", le dec¨ªa un abuelo a su nieto.
Esta informaci¨®n ha sido realizada por Isis Boet, Marta Mart¨ªnez y Germ¨¢n Sierra.
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