La Champions llena las calles
El Bar?a lleg¨® ayer por la tarde a Barcelona con su segunda Copa de Europa y dej¨® la rutina de la ciudad patas arriba. Poco import¨® que fuese d¨ªa laborable, que los ni?os tuviesen clase y que amenazase lluvia. Una vez m¨¢s, tan s¨®lo 10 d¨ªas despu¨¦s de la fiesta por la consecuci¨®n de la Liga, centenares de miles de barceloneses, 500.000 seg¨²n la Guardia Urbana, salieron a la calle para disfrutar de una rua, que present¨® novedades y tuvo un ritmo muy festivo.
Como los Magos de Oriente, la expedici¨®n de los campeones hizo su aparici¨®n por mar, en una golondrina que, custodiada por dos barcos que te?¨ªan de humo azulgrana el encapotado cielo, atrac¨® en el puerto de Barcelona. A los pies de Col¨®n, un millar de personas, muchas de ellas turistas extranjeros atrapados por la celebraci¨®n, recibieron a los campeones con flases, v¨ªtores y una reproducci¨®n en cart¨®n de la preciada copa. La de verdad brillaba entre los jugadores azulgrana.
La caravana tard¨® tres horas y media en cubrir la distancia entre las Drassanes y el Camp Nou
Ronaldinho y Belletti se apoderaron de los timbales situados en el tr¨¢iler descubierto que recorri¨® la capital
Decenas de miles personas -medio mill¨®n, seg¨²n la Guardia Urbana- siguieron la 'rua' del Bar?a
Puso el pie en tierra Puyol y son¨® el himno del Bar?a; mientras, en el edificio de la direcci¨®n del puerto, engalanado con telas azul y grana, una pancarta rezaba: "El puerto de Barcelona felicita a los campeones". Uno a uno, los miembros de la expedici¨®n barcelonista fueron subiendo a un espectacular tr¨¢iler -sustituto esta vez del autob¨²s descubierto- que record¨® al F¨®rum y a Carlinhos Brown. Con ritmos brasile?os y ska sonando a todo trapo -en el tr¨¢iler iban dos pinchadiscos-, una nueva rua triunfal ech¨® a andar. Ronaldinho y Belletti -uno de los h¨¦roes de Par¨ªs- tomaron la delantera, se apoderaron de los timbales y, rodeados del clan brasile?o, no dejaron de tocar, saltar y saludar. Eto'o, envuelto en la bandera de Camer¨²n y tocado con un gorro de arquel¨ªn, tampoco par¨® de bailar. Reyes de Europa, los jugadores aparecieron m¨¢s animados y contentos.
Tr¨¢iler para los campeones
El tr¨¢iler avanz¨® por el Paralelo, los jugadores saludaron a una multitud en el mercado de Sant Antoni y cuando alcanzaron la Gran Via el gent¨ªo y el despliegue aparecieron espectaculares. Centenares de padres ya hab¨ªan llegado con sus hijos, los trabajadores abandonaron sus puestos y hasta las videntes del Tarot Iris se asomaron a la ventana. "?Pap¨¢, pap¨¢, s¨²beme, que soy peque?o y no veo!", le dec¨ªa Sergio, un calco de Eto'o en miniatura, a su padre. Apostados en la calzada con toda la familia, esperaban la llegada triunfal del tr¨¢iler. "?Ya lo veo, ya lo veo!", se emocionaba el peque?o, mientras cientos de personas abandonaban el paseo de Gr¨¤cia, al encuentro de los campeones. En una suerte de desfile de modelos, los Mossos y la Guardia Urbana crearon una pantalla de protecci¨®n en la calzada -obligaban al p¨²blico a subirse a la acera-. "?Que no veo!", se quej¨® un se?or de edad al paso de una furgoneta policial. "Tranquilo, hombre, que ya llegar¨¢n", le respondi¨® un mosso, antes de que el se?or volviese a invadir la calzada para disparar su c¨¢mara. "Si se baja de la acera, le piso", le advirti¨® de nuevo, con una sonrisa, una agente de la Guardia Urbana montada. El se?or no se inmut¨®. A tan s¨®lo unos metros, un atleta vestido con el uniforme del Bar?a anunciaba la llegada del tr¨¢iler de los campeones. Otro mosso motorizado prepar¨® la c¨¢mara de su m¨®vil, Sergio agarr¨® la mano de su padre y una chica que hab¨ªa sido reprendida por la guardia urbana por haberse subido a una marquesina retom¨® el lugar. Media docena de forofos la siguieron.
Aparecieron entonces Ronaldinho y Belletti con sus inseparables timbales, M¨¢rquez y Deco animando el cotarro, y al fondo Puyol, m¨¢s movido y animado de lo habitual. Son¨® de nuevo el himno del Bar?a y la gente se puso a cantar. "?Veja l¨¢, o rei do futebol!", grit¨® un brasile?o, tocado con la bandera de su pa¨ªs, se?alando a Ronaldinho. La caravana avanz¨®, los mossos y los guardias urbanos se cogieron de las manos para cerrar la comitiva y contener a la masa, y el estridente hilo musical vari¨®. Sonaron ritmos brasile?os, los jugadores volvieron a botar y hasta un cuarent¨®n trajeado, con su malet¨ªn al lado, se anim¨® a bailar. Decenas de cabezas se asomaron a las ventanas del Banco Vitalicio, de donde llovieron papeles y papeles. Con el paseo de Gr¨¤cia a la vista, los campeones se volvieron a emocionar. Miles de personas les esperaban desde hac¨ªa horas y, cuando los vieron, se pusieron a saltar.
Trabajadores en la calle
"?Esto es una pasada!", gritaba una joven medio hist¨¦rica, mientras avanzaba, paseo arriba, siguiendo la caravana. El gent¨ªo era espectacular. La nueva generaci¨®n de seguidores barcelonistas -j¨®venes sin complejos, descarados y optimistas porque no han visto a su equipo perder- se mezclaba con la vieja guardia y con centenares de turistas y de trabajadores que asist¨ªan al espect¨¢culo con sonrisa c¨®mplice. Las terrazas del paseo encadenaron sus sillas, los camareros se subieron a los bancos y dispararon sus c¨¢maras: Ronaldinho, Belletti y Motta se hab¨ªan quitado la camiseta y saltaban, enloquecidos, sin cesar. Giuly, Van Bommel y Oleguer formaban un tr¨ªo peculiar, y en la parte trasera del tr¨¢iler, Vald¨¦s y Gabri se lanzaban como torpedos sobre Maxi, Iniesta y el resto. La masa, gratamente sorprendida, se puso a botar, antes de agradecer con un gran aplauso la alegr¨ªa y el espect¨¢culo.
Y entonces, con Bob Marley sonando, hasta Frank Rijkaard, siempre discreto, se anim¨® a bailar. La caravana continu¨® la rua -ya menos concurrida- y, antes de llegar al Camp Nou, para concluir la fiesta, los jugadores se apoderaron del micr¨®fono. "?Campeones, campeones!", reson¨®.
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