El segundo crimen
Manda ovarios que hayan tenido que ser la Fiscal¨ªa y una jueza de eso tan espeso llamado lo contencioso administrativo las que impartan lecci¨®n de sensibilidad a quienes, con toda prosopopeya, dicen representar a la ciudadan¨ªa de Valencia. Trotaba el otro d¨ªa do?a Rita por la Avenida del Puerto, horrible e inacabada, falta de tanto hervor, remache y arbolado como a la presunta inauguradora le deben escasear las convicciones democr¨¢ticas. Y alguien de entre la canallesca convocada a sortear cascotes, ment¨® a ciertos muertos del cementerio, recabando la opini¨®n de la autoridad sobre la inminente remoci¨®n de tantos huesos que a¨²n est¨¢n por documentar: los de la represi¨®n franquista. La alcaldesa, veloz secuenciadora de ADN pol¨ªtico, decidi¨® que aquellos cad¨¢veres no son suyos sino ajenos, y que no va a hacerle el juego a la izquierda (a qu¨¦ juego se refer¨ªa, si al escondite o al no he sido yo, tambi¨¦n permanece en el misterio). El juego. ?Reconocer que en las fosas comunes yacen los restos de personas asesinadas por los rebeldes, v¨ªctimas de sacas con nocturnidad y alevos¨ªa, ca¨ªdas ante el pared¨®n, consumidas en inmundas prisiones o campos de concentraci¨®n? Vaya juego.
Y no solo es una cuesti¨®n de n¨²meros, aunque son enormes los manejados por el F¨°rum per la Mem¨°ria: 26.300 fusilados entre abril del 39 y diciembre del 45; amontonados y olvidados en 6 fosas, que ser¨ªan las m¨¢s grandes documentadas de la posguerra. Importa si se estaban haciendo obras para levantar nichos (el Ayuntamiento asegura que donde los republicanos no se iba a construir, y Antonio Montalb¨¢n descubre centenares de toneladas de tierra y restos abocados en Sagunto). Pero duele m¨¢s que esta gente siga sin reconocer la Verdad: ni sobre qui¨¦n provoc¨® la guerra incivil ni acerca de lo que ocurri¨® en su transcurso y en este largo despu¨¦s de una contienda que no dan por acabada.
Durante d¨¦cadas de tristeza y pavor mantuvimos la memoria hist¨®rica entre rejas. Y el pacto de silencio de la transici¨®n democr¨¢tica impidi¨® reclamar las investigaciones y las reivindicaciones imprescindibles no s¨®lo por honrar a los muertos, sino para restituir la dignidad a los vivos.
Ahora, es cierto, menudean los actos y han empezado a caer las mordazas (?70 a?os m¨¢s tarde!). Pero a¨²n est¨¢ por ver que ciertos representantes pol¨ªticos sean capaces de acudir a la presentaci¨®n de un estudio sobre lo que ocurri¨® en La Rambleta de San Marcelino, o de un documental sobre los tiros "de gracia" en las cunetas; o inauguren en la Universidad unas jornadas sobre la memoria y la dignidad y ofrezcan flores a los fusilados en Paterna... diciendo alto y claro el nombre de los culpables del fratricidio.
Est¨¢ por ver qui¨¦n convierte el Campo de los Almendros de Alicante en un lugar solemne, en vez de esta horrible superficie comercial. Porque en aquellos bancales de secano, seg¨²n escribe Llum Qui?onero, pari¨® la presa Rosa Crem¨®n, y miles de fieles al r¨¦gimen leg¨ªtimo abandonaron toda esperanza. Todav¨ªa falta junto al puerto un recuerdo a quienes suspiraron las ¨²ltimas a?oranzas democr¨¢ticas, pero en cambio sigue all¨ª ese espantoso monumento al "meritorio" soldado de reemplazo. Por no hablar del incomprensible, imperdonable vac¨ªo en la zona 0: el antiguo mercado de la verdura donde 300 hombres, mujeres y criaturas quedaron destrozados bajo las bombas fascistas, arrojadas contra la poblaci¨®n civil el 25 de mayo del 38. Fue, aquella, una m¨¢s ocultada Gernika tras la que otros muchos alicantinos se fueron muriendo de tristeza y espanto. Lo peor es tambi¨¦n lo mucho que nos est¨¢ costando averiguar y destapar la tragedia. Miguel ?ngel P¨¦rez Oca la ha novelado, y aporta datos muy interesantes pese a que apenas quedan ya testigos de la masacre, cont¨¢ndonos que s¨®lo en 1995 se pudieron se?alar los enterramientos con una modesta placa. La arriba firmante "se atrevi¨®" en 1978 a preguntar y escarbar con vistas a un reportaje sobre aquella matanza. Hab¨ªan pasado 40 a?os pero los testimonios todav¨ªa hablaban en voz baja y con nombres figurados. Valencia, Paterna, Alicante: no permitamos un segundo crimen urdido con amnesia y desd¨¦n.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Obras municipales
- Funerarias
- Cementerios
- Tanatorios
- Guerra civil espa?ola
- Valencia
- Gobierno municipal
- Ayuntamientos
- Servicios funerarios
- Administraci¨®n local
- Franquismo
- Limpieza urbana
- Comunidad Valenciana
- Pol¨ªtica municipal
- Historia contempor¨¢nea
- Empresas
- Espa?a
- Equipamiento urbano
- Historia
- Pol¨ªtica
- Urbanismo
- Administraci¨®n p¨²blica
- Econom¨ªa