Palo de Lluvia
El Palo de Lluvia es un bamb¨² grueso que lleva en su interior una suerte de escalera de caracol y se llena de piedras; al moverlo hacia arriba, hacia abajo simula el murmullo de la lluvia: seg¨²n los mayas, el sonido de la poes¨ªa, la voz de los dioses. ?A qui¨¦n no le han obsequiado con un Palo de Lluvia, una novia, una amiga o una cu?ada incluso? ?O ha visto en la calle c¨®mo un hombre mueve r¨ªtmicamente un Palo de Lluvia? Eso le ocurre a Sol, Soledad, Solange, esa extraordinaria mujer que, en esta novela -espl¨¦ndida- de Pedro Sorela (Bogot¨¢, 1951), es ella misma tambi¨¦n una suerte de escalera de caracol que atraviesa el relato -uno o tres, pues Ya ver¨¢s, igualmente podr¨ªa constar de tres novelas cortas, aut¨®nomas y complementarias, a la vez-, y que seg¨²n se mueva, y con ella los guijarros de la vida, la arenisca de los afectos, de las miradas, de las sensaciones, puede provocar murmullos de lluvia, sonidos de poes¨ªa o voces de dioses.
YA VER?S
Pedro Sorela
Alfaguara. Madrid, 2006
256 p¨¢ginas. 20 euros
Hay que viajar mucho por el
mundo -y solo, totalmente solo, aventuro- para conocer tanto a las azafatas; cuando se viaja acompa?ado, uno apenas se fija en ellas: las azafatas, esas hadas buenas -algunas- acostumbradas a mirar hacia abajo y reconocer, entre el algod¨®n de las nubes, geograf¨ªas imaginarias. Si no son todas as¨ª, las azafatas, s¨ª lo es, al menos, Sol, Soledad, Solange, esa azafata que corrige los destinos de los pasajeros, en la segunda parte -la mejor, en mi capricho de lector, con ser muy notables las dos extremas-, que ayuda a mirar, o los confunde, a los pasajeros que nada hallan tras el parpadeo de la ventanilla del avi¨®n. Sol, Soledad, Solange, es azafata de altos vuelos, transoce¨¢nicos, en muchas p¨¢ginas de esta novela, y es tambi¨¦n, en otras, alumna desorientada y confusa del profesor de geograf¨ªas imaginadas, con quien se relaciona, en la tercera parte, y que tiene ojos de explorador y le ense?a a ella, Sol, Soledad, Solange, a descubrir la luz de los viajes, las huellas que dejan las miradas. Un profesor de geograf¨ªas imaginadas, que acaso coincida m¨¢s de lo que parece con ese especialista en p¨²blicos escasos, escritor de sombras como se presenta, o se superpone, el autor de esta novela, que acaso busca, como Sol, Soledad, Solange, en el barullo de geograf¨ªas imaginadas, una ciudad, Tres de Marzo, que tal vez sea, en el recuerdo de Pedro Sorela, Bogot¨¢; pues seg¨²n avanzamos en la lectura de esta magn¨ªfica novela vamos sintiendo que el Palo de Lluvia, con su murmullo de agua, sonidos y voces, lo maneja el propio escritor.
Lo maneje quien lo maneje,
seg¨²n el ruido que produzca ese continuo ir y venir de los guijarros por la escalera de caracol podremos asistir, en un tiempo ido, a los amores imposibles entre Marina, la desconocida madre de Sol, Soledad, Solange, y aquel piloto acrob¨¢tico -el amor est¨¢ en el aire-; a las po¨¦ticas acciones de esa azafata, hada buena desliz¨¢ndose por las nubes; o al encuentro, desencuentro y desenlace, con su l¨®gico engarce ¨²ltimo, entre el explorador que emprende su ¨²ltima expedici¨®n -buscarla, y no encontrarla, en Tres de Marzo- y esa hada buena que puede -en el aire- desviar los destinos de los dem¨¢s, pero no, como les ocurre a las hadas buenas, modificar el suyo: perderse en Tres de Marzo, esa ciudad llena de violencia que en la geograf¨ªa nada imaginaria que aparece en las ¨²ltimas p¨¢ginas de esta hermosa y po¨¦tica novela es Bogot¨¢: el fin del destino, del vuelo, del libro. Exterior. D¨ªa. Fin.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.