Esto no es ficci¨®n: Mar¨ªa Magdalena fue una pionera
Jesucristo estuvo rodeado de un movimiento de mujeres que intentaban emanciparse del esquema patriarcal
Durante las ¨²ltimas d¨¦cadas se est¨¢ produciendo un fuerte movimiento de recuperaci¨®n de la figura de Mar¨ªa Magdalena por parte de especialistas del Nuevo Testamento, preferentemente mujeres, que leen los textos en perspectiva de g¨¦nero, de historiadores e historiadoras, que llevan a cabo una reconstrucci¨®n no patriarcal de los primeros siglos del cristianismo, y de la teolog¨ªa feminista, con su l¨²cida y certera hermen¨¦utica de la sospecha. Papel fundamental han desempe?ado en esta recuperaci¨®n los evangelios llamados ap¨®crifos, sobre todo los de car¨¢cter gn¨®stico, entre los que cabe citar el Evangelio de Tom¨¢s, el Evangelio de Felipe, el Evangelio de Mar¨ªa y Pistis Sophia.
Est¨¢n influyendo tambi¨¦n, y de manera decisiva, al menos en el imaginario religioso y social, algunas obras de ficci¨®n centradas en la relaci¨®n amorosa entre Jes¨²s y Mar¨ªa Magdalena, sobre la que muy poco dicen los textos y casi todo es producto de la imaginaci¨®n. Entre ellas cabe destacar la novela del escritor griego Nikos Kazantzakis (1885- 1957) La ¨²ltima tentaci¨®n, de gran calidad literaria, llevada al cine bajo la direcci¨®n de Martin Scorsese, y m¨¢s recientemente El c¨®digo Da Vinci, de escaso valor literario, tambi¨¦n convertida en pel¨ªcula que acaba de estrenarse y que est¨¢ provocando un alud de condenas por parte de instituciones cat¨®licas y del propio Vaticano.
Las primeras seguidoras de Jes¨²s eran galileas que se reun¨ªan para comer, orar y reflexionar sobre religi¨®n y con el sue?o de liberar a la mujer en Israel
La actividad de las mujeres fue determinante para que el movimiento de Jes¨²s continuara tras su ejecuci¨®n y se extendiera fuera del entorno jud¨ªo
"Maestro, no podemos soportarla porque nos quita todas las ocasiones de hablar; en todo momento est¨¢ preguntando y no nos deja intervenir"
Mi reflexi¨®n no sigue los derroteros de la ficci¨®n. Es s¨®lo un intento de reconstrucci¨®n hist¨®rica de la figura de Mar¨ªa Magdalena en los primeros siglos del cristianismo. Para ello empezar¨¦ por el movimiento de Jes¨²s, del que ella form¨® parte de manera muy destacada.
Un movimiento igualitario
Las actuales investigaciones sociol¨®gicas, de historia social, de antropolog¨ªa cultural y hermen¨¦utica feminista sobre los or¨ªgenes del cristianismo sit¨²an el grupo de seguidores y seguidoras de Jes¨²s en el horizonte de los movimientos de renovaci¨®n del juda¨ªsmo del siglo I, junto con los esenios, terapeutas, penitenciales y otros. Lo ubican asimismo dentro de los movimientos que lucharon contra la explotaci¨®n patriarcal en las distintas culturas: griega, romana, asi¨¢tica y jud¨ªa. En la historia de Israel hubo intensas luchas protagonizadas por mujeres que desempe?aron un papel pol¨ªtico y cultural muy importante.
Las primeras seguidoras de Jes¨²s eran mujeres galileas que se reun¨ªan para comidas comunes, eventos de oraci¨®n y encuentros de reflexi¨®n religiosa con el sue?o de liberar a toda mujer en Israel. Fue precisamente esa corriente emancipatoria del dominio patriarcal la que posibilit¨® el nacimiento del movimiento de Jes¨²s como discipulado igualitario de hombres y mujeres, en el que ¨¦stas desempe?aron un papel central y no puramente perif¨¦rico. La presencia y el protagonismo de las mujeres en dicho movimiento, reconoce la te¨®loga Elisabeth Sch¨¹ssler Fiorenza, fue de la mayor importancia para la praxis de solidaridad desde abajo. Su actividad fue determinante para que el movimiento de Jes¨²s continuara despu¨¦s de la ejecuci¨®n del fundador y se extendiera fuera del entorno jud¨ªo.
Las diferentes tradiciones evang¨¦licas coinciden en se?alar que estas mujeres fueron protagonistas en momentos fundamentales: al comienzo en Galilea, junto a la cruz en el G¨®lgota y en la resurrecci¨®n como primeras testigos. La mayor¨ªa de las veces se citan tres nombres de mujeres dentro de un grupo femenino numeroso. Es la misma tendencia seguida en el caso de los varones (Pedro, Santiago y Juan). Con ello se pretende mostrar el lugar destacado que unas y otros ocupan en la comunidad.
La mujer que aparece casi siempre citada en primer lugar en el grupo de las amigas de Jes¨²s es Mar¨ªa Magdalena, que toma el nombre de su lugar de origen, Magdala, peque?a ciudad pesquera de la costa oriental del lago de Galilea, entre Cafarna¨²n y Tiberiades. Ella es disc¨ªpula de primera hora, pertenece al grupo m¨¢s cercano a Jes¨²s, ocupa un lugar preeminente en ¨¦l, hace el mismo camino que el Maestro hasta Jerusal¨¦n, comparte su proyecto de liberaci¨®n y su destino. Las mujeres que siguen a Jes¨²s suelen ser citadas en los evangelios en referencia a un var¨®n; Mar¨ªa Magdalena, no: una prueba m¨¢s de su independencia de toda estructura patriarcal.
La fidelidad o infidelidad a una causa y a una persona se demuestran cuando vienen mal dadas, en la hora de la persecuci¨®n y del sufrimiento. Cuando Jes¨²s es condenado a muerte, los disc¨ªpulos varones huyen por temor a ser identificados como miembros de su movimiento y correr la misma suerte que ¨¦l. S¨®lo las mujeres que le hab¨ªan seguido desde Galilea le acompa?an en el camino hacia el G¨®lgota y est¨¢n a su lado en la cruz. Dentro del grupo de mujeres, los evangelios llamados sin¨®pticos (Marcos, Mateo y Lucas) citan a Mar¨ªa Magdalena en primer lugar. Ella funge como disc¨ªpula fiel no de un Mes¨ªas triunfante, sino de un crucificado por subvertir el orden establecido tanto religioso como pol¨ªtico.
Testigo de la resurrecci¨®n
Los distintos relatos evang¨¦licos coinciden en presentar a las mujeres como testigos de la resurrecci¨®n y a Mar¨ªa Magdalena como la primera entre ellas. Es precisamente ella quien comunica la noticia a los disc¨ªpulos, quienes reaccionan con incredulidad.
La Magdalena cumpli¨® las tres condiciones para ser admitida en el grupo apost¨®lico: haber seguido a Jes¨²s desde Galilea, haber visto a Jes¨²s resucitado y haber sido enviada por ¨¦l a anunciar la resurrecci¨®n. El reconocimiento de Mar¨ªa Magdalena como primera testigo del Resucitado explica su protagonismo en el cristianismo primitivo, al mismo nivel que Pedro, e incluso mayor en algunas iglesias.
Sin embargo, en las cartas paulinas y otros escritos del Nuevo Testamento, el testimonio de las mujeres ya no aparece y Mar¨ªa Magdalena es sustituida por Pedro. Ello se debe a que la Iglesia estaba empezando a someterse al dominio masculino, que muy pronto comenz¨® a suprimir el importante papel que Jes¨²s encomend¨® a las mujeres.
El silenciamiento, por parte de Pablo y de otras tradiciones neotestamentarias, de la aparici¨®n de Jes¨²s a Mar¨ªa Magdalena y a otras mujeres llev¨® derechamente a la exclusi¨®n de ¨¦stas de los ¨¢mbitos de responsabilidad comunitaria. Mas, a pesar de ese silencio, las mujeres constituyen la referencia indispensable de la transmisi¨®n del mensaje evang¨¦lico; m¨¢s a¨²n, el eslab¨®n esencial para el nacimiento de la comunidad cristiana. Sin el testimonio de las mujeres, hoy no habr¨ªa Iglesia cristiana.
Interlocutora preferente
En los di¨¢logos de revelaci¨®n de los evangelios ap¨®crifos de tendencia gn¨®stica, Mar¨ªa Magdalena aparece como interlocutora preferente de Cristo resucitado y hermana de Jes¨²s, disc¨ªpula predilecta y compa?era del Salvador.
Esa posici¨®n privilegiada provoca celos en algunos ap¨®stoles, especialmente en Pedro, quien, seg¨²n el ap¨®crifo Pisis Sophia, reacciona en estos t¨¦rminos: "Maestro, no podemos soportar a Mar¨ªa Magdalena porque nos quita todas las ocasiones de hablar; en todo momento est¨¢ preguntando y no nos deja intervenir".
Ap¨®stol de ap¨®stoles es el t¨ªtulo que da a Mar¨ªa Magdalena Hip¨®lito de Roma, quien no considera a las mujeres mentirosas, sino portadoras de la verdad, y las llama ap¨®stoles de Cristo. En la misma l¨ªnea se expresa san Jer¨®nimo, quien reconoce a Mar¨ªa Magdalena el privilegio de haber visto a Cristo resucitado "incluso antes que los ap¨®stoles".
Sin embargo, con el proceso de patriarcalizaci¨®n, clerizalizaci¨®n y jerarquizaci¨®n del cristianismo, Mar¨ªa de Magdala fue relegada al olvido; m¨¢s a¨²n, representada como la penitente y la sirvienta de Jes¨²s en agradecimiento por haber expulsado de ella los malos esp¨ªritus. Mejor suerte tuvo Mar¨ªa de Nazaret, madre de Jes¨²s, que fue declarada Madre de Dios, elevada a los altares y tratada casi con honores divinos.
Veinte siglos despu¨¦s se vuelve a hacer justicia a Mar¨ªa Magdalena. Lo que falta es vencer las resistencias del pensamiento androc¨¦ntrico y de la organizaci¨®n patriarcal de la mayor¨ªa de las Iglesias cristianas, y recuperar en la pr¨¢ctica la tradici¨®n del movimiento de Jes¨²s como discipulado de iguales, aunque no cl¨®nicos.
Juan Jos¨¦ Tamayo es directorde la C¨¢tedra de Teolog¨ªa y Ciencias de las Religiones, de la Universidad Carlos III de Madrid, y autor de Nuevo diccionario de teolog¨ªa (Trotta. Madrid, 2005).
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