Un proceso ejemplar
Cuando Nelson Mandela mostr¨® su rostro despu¨¦s de 27 a?os de c¨¢rcel, Sur¨¢frica era un pa¨ªs al borde de la cat¨¢strofe. Con una minor¨ªa blanca armada hasta los dientes y una mayor¨ªa negra movilizada y ardiendo tras casi medio siglo de apartheid, se daban todas las condiciones para un ba?o de sangre. Pero ocurri¨® todo lo contrario. Del medio centenar de procesos de negociaci¨®n que se han llevado a cabo desde el final de la guerra fr¨ªa, uno de los primeros, y quiz¨¢ el m¨¢s ejemplar, ha sido el que condujo a Sur¨¢frica de la tiran¨ªa y la violencia a la democracia y la paz.
El primer paso fue la excarcelaci¨®n de prisioneros del partido de Mandela, el Congreso Nacional Africano (CNA). Mandela mismo negoci¨® la liberaci¨®n de siete de sus m¨¢s veteranos compa?eros. Y despu¨¦s la suya propia. La clave de su estrategia fue vincular su excarcelaci¨®n y la de sus compa?eros a un compromiso del Gobierno para iniciar un proceso cuyo objetivo ser¨ªa una soluci¨®n negociada al conflicto.
El primer compromiso que obtuvo Mandela y que el Gobierno cumpli¨®, fue la legalizaci¨®n del CNA, proscrito desde los sesenta. S¨®lo cuando el presidente F. W. de Klerk anunci¨® que el CNA podr¨ªa volver a operar libremente, Mandela, que se hab¨ªa reunido en secreto con altos mandos del Gobierno blanco durante tres a?os, acept¨® emerger de la c¨¢rcel. Eso ocurri¨® el 11 de febrero de 1990. A las pocas semanas se reunieron en una mesa tiranos y terroristas, los m¨¢s altos dirigentes del Gobierno y del CNA, y de ah¨ª se avanz¨® a la formaci¨®n de una mesa de partidos cuyo objetivo fue forjar una nueva Constituci¨®n. S¨®lo los grupos m¨¢s radicales de izquierda y derecha se abstuvieron. Y mientras las negociaciones formales se llevaban a cabo en la mesa de partidos, de manera paralela, el Gobierno nunca dej¨® de reunirse -a veces de manera abierta, a veces en secreto- con el CNA.
Los brotes frecuentes de violencia, inspirados en gran parte por grupos de derecha vinculados a elementos siniestros dentro de las fuerzas de seguridad surafricanas, complicaron el proceso negociador. A veces se estancaba; en un par de ocasiones se suspendi¨®. Pero, gracias ante todo a la clara voluntad pol¨ªtica del partido de Mandela, el proceso sigui¨® adelante y a principios de 1994 se firm¨® la nueva Constituci¨®n, sobre cuya base se llevaron a cabo, en abril de aquel a?o, las primeras elecciones democr¨¢ticas de la historia surafricana, que Mandela y el CNA ganaron de manera abrumadora. Todos los participantes cumplieron los compromisos pactados y hoy Sur¨¢frica, el pa¨ªs econ¨®micamente m¨¢s potente de ?frica, goza de una estabilidad pol¨ªtica nunca vista desde la llegada de los primeros colonos europeos en 1652.
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