El gato
Se supone que el paciente es un ser que llega a la consulta del psicoanalista con el esp¨ªritu averiado, lleno de fantasmas. Uno de los m¨¦todos de psicoan¨¢lisis consiste en hablar, s¨®lo en hablar, tumbado en el div¨¢n. Durante un largo periodo de sesiones, que puede durar a?os, de forma generalmente inconexa, con los ojos abiertos o cerrados, el paciente de viva voz va sacando de su pozo ciego las neuras que le obsesionan, sin que el psicoanalista le interrumpa ni haga ning¨²n comentario. S¨®lo de vez en cuando emite un ligero carraspeo para demostrar que no se ha dormido. Al final de cada sesi¨®n, dice: "Hasta la pr¨®xima". La consulta del psicoanalista suele tener un ambiente muy cargado no s¨®lo de jerogl¨ªficos egipcios en las paredes y de estatuillas paganas en los estantes y vitrinas, sino de traumas, narcisos, psicosis y melancol¨ªas que otros pacientes han liberado y que quedan flotando como mariposas negras en el espacio. Seg¨²n el manual del perfecto neur¨®tico, la figura del padre se impondr¨¢ al instante en la memoria sumergida. El complejo de Edipo es el primer gusano que sale del inconsciente empapado de mucosa, y despu¨¦s ir¨¢n aflorando sucesivamente libidos reprimidas, fantas¨ªas ocultas, autocastigos, histerias, angustias de castraci¨®n y restos de tocino de cielo envenenado. Mientras trata de adentrarse en su propio sepulcro lleno de m¨¢scaras sepultadas, el paciente reconoce la voz que retumba all¨ª dentro como la propia voz que nunca antes hab¨ªa o¨ªdo. Despu¨¦s de algunos a?os la clave de esa tumba ser¨¢, tal vez, descifrada y todo la materia negra que conten¨ªa saldr¨¢ a la superficie. Pero las sesiones deber¨¢n continuar, porque a fin de cuentas el psicoan¨¢lisis s¨®lo es una forma de vivir. Llegar¨¢ un momento en que el paciente, aunque ya tenga el alma reparada, seguir¨¢ tumbado en el div¨¢n hablando con los ojos abiertos o cerrados. Ahora, completamente vac¨ªo, para llenar de contenido cada sesi¨®n y contentar al psicoanalista deber¨¢ recurrir a hechos anodinos de la vida diaria, la pel¨ªcula que vio el s¨¢bado, que la t¨ªa del pueblo le ha mandado unas torrijas, que no ha tenido m¨¢s remedio que capar al gato, que ha llevado el coche al taller, que la pr¨®xima semana no podr¨¢ venir porque se casa su primo. De pronto siente que la voz que describe este tejido de la vida pertenece ya a una persona normal, s¨®lo que el complejo de castraci¨®n que antes manten¨ªa frente al padre autoritario ha sido sustituido por los graves problemas que ahora le da el gato capado.
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