Rep¨²blica y democracia

Conmemorada la Segunda Rep¨²blica y acordado el A?o de la Memoria Hist¨®rica, se ha criticado aduciendo que ello revive la pret¨¦rita divisi¨®n entre los espa?oles. Si bien ser¨ªa falaz idealizar aquellos tiempos convulsos, no podemos negligir su legado moral.

En efecto, aunque indirectamente, nuestra democracia encarna los ideales de aquel sue?o frustrado, no tanto de un especial sistema pol¨ªtico fruto entonces del descr¨¦dito de la Monarqu¨ªa y del sistema de la Restauraci¨®n, como de la implantaci¨®n de un modelo verdaderamente democr¨¢tico. Aunque deslumbrados muchos de sus protagonistas, unos por el espejismo revolucionario y otros por el peligroso fascismo, compartimos sus aspiraciones, sue?os que impidieron las hondas diferencias sociales y econ¨®micas de Espa?a en un contexto polarizado y de ascenso de los totalitarismos.

La Rep¨²blica debe ser honrada como precedente pero al mismo tiempo recordada por el fracaso de la divisi¨®n que el gran pacto del 78 super¨®. Su recuerdo, como la realidad de nuestra recuperada democracia es patrimonio de todos los espa?oles, que en un proceso de decenios hemos terminado encontrando un espacio para la convivencia y el entendimiento. ?se es el verdadero sentido de la res publica los asuntos comunes de los ciudadanos, unidos en fraternidad, libertad e igualdad.