Entre dos riesgos

Zapatero ha elegido el riesgo de hablar al de callar. En su discurso del domingo en Barakaldo adelant¨® que en junio comunicar¨¢ su intenci¨®n de iniciar negociaciones con ETA. Ello significa, en los t¨¦rminos de su compromiso de hace un a?o en el Congreso, que considera suficientemente acreditada la voluntad de ETA de abandonar las armas. Tambi¨¦n dijo que habr¨¢ en su momento un di¨¢logo pol¨ªtico destinado a "renovar" el acuerdo de convivencia, es decir, a reformar el Estatuto, aunque con el condicionante del respeto a la ley y los principios constitucionales. El ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, afirm¨® ayer que el alto el fuego de ETA es "completo y real". Pero al darlo por verificado en un clima condicionado por las muy provocadoras declaraciones de ETA, Zapatero asume un riesgo real, pero seguramente menor que el de haber dejado sin respuesta esas provocaciones: ETA tiende a dar por terreno conquistado todo desaf¨ªo no contestado.

El presidente parece tener prisa por garantizar el inicio de los contactos, antes de que circunstancias sobrevenidas (como los procesamientos de Otegi) puedan dar pretexto para atrasarlos indefinidamente. Quiz¨¢ tambi¨¦n busca hacer algo antes de que la relaci¨®n con el PP se deteriore a¨²n m¨¢s. Y es una respuesta a la ansiedad de los partidos nacionalistas, a quienes marca los l¨ªmites de la negociaci¨®n posible: digan lo que digan Otegi o Egibar, deber¨¢ respetar la legalidad y propiciar un marco de convivencia. Es una forma de decir que no habr¨¢ cuestionamiento unilateral del autonomismo como terreno de convivencia entre nacionalistas y no nacionalistas.

En la estela de lo dicho por ETA, portavoces de Batasuna hicieron saber ayer que lo prioritario es para ellos la mesa de partidos, no la del Gobierno con ETA. Sin embargo, como viene repitiendo el presidente del PNV, Josu Jon Imaz, es una cuesti¨®n de "higiene democr¨¢tica" separar la mesa de pacificaci¨®n del foro de partidos. La idea misma de mesa pol¨ªtica en lugar de debate en el Parlamento es una forma de esquivar dos realidades: la ilegalizaci¨®n de Batasuna, que s¨®lo cesar¨¢ si ETA desaparece o su brazo pol¨ªtico se desliga de ella; y las reglas de juego (y de procedimiento) que los partidos deben respetar en un debate democr¨¢tico parlamentario. La idea de saltar por encima de las instituciones convirtiendo el fin de ETA en oportunidad para un nuevo proceso constituyente es una ilusi¨®n antidemocr¨¢tica que conviene despejar.

Zapatero dijo tambi¨¦n que pactar¨ªa con Rajoy la fecha de su comunicaci¨®n al Congreso; est¨¢ bien, pero mejor habr¨ªa sido comunicarle lo que pensaba decir en Barakaldo, y en un acto de partido adem¨¢s, como ayer le reproch¨® Acebes. Es probable que sectores del PP est¨¦n poco dispuesto a facilitarle las cosas a Zapatero, pero tampoco parece conveniente darles argumentos con desplantes y sarcasmos como los que ayer reiter¨® el n¨²mero dos socialista, Jos¨¦ Blanco.