?, el signo de moda en Belgrado
En el centro de Belgrado, junto a la catedral ortodoxa en la que est¨¢n enterrados reyes y pr¨®ceres serbios, est¨¢ uno de los restaurantes cl¨¢sicos de la ciudad: el "?". El signo de interrogaci¨®n se ha convertido en todo un s¨ªmbolo de las dudas identitarias que abruman a los serbios, que en 15 a?os han pasado de liderar un Estado federal con seis rep¨²blicas, casi 250.000 kil¨®metros cuadrados con costa y 25 millones de personas a verse arrinconados en un Estado sin socios, con menos de 90.000 kil¨®metros cuadrados, sin salida al mar y con apenas 8,5 millones de habitantes (algo m¨¢s de 10 si incluye a Kosovo).
Las dudas existenciales se manifiestan continuamente. En Belgrado a veces parece que a¨²n existe Yugoslavia, que dej¨® de existir formalmente en 2003 con la creaci¨®n de Serbia y Montenegro. El pasaporte a¨²n es yugoslavo y muchas empresas (del teatro nacional a la principal compa?¨ªa a¨¦rea) llevan el adjetivo yugoslavo, como muchos billetes en circulaci¨®n. En Internet, Serbia y Montenegro ni siquiera existe: el dominio que representa a este Estado a punto de morir es todav¨ªa .yu.
La calle Svetogorska, muy cercana a la plaza de la Rep¨²blica, tambi¨¦n evidencia la crisis de identidad. Ha cambiado tantas veces de nombre que en la placa se incluyen todos los anteriores (hasta siete) para que ning¨²n ciudadano se desoriente.
En este ambiente general en el que todo parece estar en cuesti¨®n, el incombustible Vuk Draskovic, ministro de Exteriores de Serbia y Montenegro, el Estado que en breve va a dejar de existir, ha desempolvado la opci¨®n mon¨¢rquica. "En este momento en que hay que volver a empezar lo mejor ser¨ªa volver a los or¨ªgenes y hacer de Serbia una monarqu¨ªa parlamentaria", dice. Ning¨²n otro partido deposita sus esperanzas en la dinast¨ªa Karadjordjevic, expulsada del trono en 1945. Y seg¨²n las encuestas, el partido de Draskovic corre peligro de convertirse en extraparlamentario, con lo que la propuesta no parece tener demasiadas posibilidades de prosperar.
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